Como en toda profesión, tan importante es tener talento como estar en el momento y lugar adecuado. En ese sentido, podemos decir que la historia de Salva Espín se comenzó a dibujar en 2006, durante el Salón Internacional del Cómic de Barcelona. Así nos lo cuenta él mismo después de recogernos en un viejo Golf de sus padres para empezar este peculiar road trip murciano. “En los salones internacionales, los editores suelen revisar los porfolios en busca de nuevos talentos. Acababa de licenciarme en Bellas Artes, estaba buscándome la vida por allí y, a última hora, me enteré de que estaban revisando y, como no había pedido cita, me colé. Gracias a la ayuda de un chico que hizo de traductor hablé con el editor de Marvel. Le enseñé todo y lo único que le interesó fueron los bocetos que no tenían nada que ver con superhéroes, una historieta de acción casera que dibujé junto a unos colegas, pensada para el mercado español y francés. A los pocos meses ya estaba trabajando con ellos”, cuenta.
Tras recibir la prueba de acceso a Marvel, llegó la presión. Un gran poder conlleva una gran responsabilidad —como diría algún que otro superhéroe—, por lo que necesitaba demostrarles a todos, incluido a sí mismo, que podía asumir el reto de trabajar para la mayor compañía de cómics del mundo. “Te mandan un guión ya publicado y, en relación a eso, tienes que dibujar tres o cuatro páginas. Quieren ver cómo actúas a través de sus guiones. Hasta ese momento, no había dibujado historietas de manera profesional y me planteé hacerlo en tiempo real. Había oído que, en Marvel, pedían página y media al día, así que me propuse hacerlo”, explica.
“A partir de los 5.000 o 10.000 ejemplares vendidos te suele rentar, ahí es cuando llegan los cheques”
Primera parada técnica: la tienda de cómics 7Héroes de la que, en su inicio, Salva fue socio fundador. Allí hablamos del personaje que se lo ha dado todo en el mundo del cómic. “Los editores rápidamente se dieron cuenta de que para las aventuras normales de ‘Los Vengadores’, donde hay que salvar el Universo y pueden morir todos, no encajo. En cuanto puedo pongo ojitos raros o saco un gato estilo cartoon. Por eso, el personaje que más encaja con mi rollo es Deadpool. En 2012, fue la primera vez que me puse a dibujarlo. Hice algunos arcos, luego miniseries y hasta ahora. Es el que más me gusta y las veces que me toca volver a otro personaje me cuesta, la mano se me engarrota, el ánimo también y ahí tengo que pensar qué estoy haciendo con mi vida”, explica en tono de humor, mientras rememora sus primeras lecturas del personaje más gamberro de Marvel. Hasta el propio Ryan Reynolds, actor que interpreta a Deadpool en la gran pantalla, tiene un ejemplar de su edición para el programa ‘La Resistencia’.
Made in Murcia
Más de diez años después de aquellas primeras viñetas, Salva Espín es hoy uno de los dibujantes españoles más reconocidos, quizá el que más. De hecho, es el único que ha conseguido imaginar, proponer y dibujar una edición especial de Deadpool en Murcia y otra junto a los presentadores de ‘La Resistencia’. Además, sus apariciones televisivas le han servido para llegar a un público no tan acostumbrado a la lectura de historietas. “Sí que es verdad que la popularidad se ha disparado, especialmente entre la gente que no es fan de los cómics. Lo noto bastante en la calle y siempre de un modo bueno. Todavía no he tenido ningún caso en el que un loco me quiera abordar. Espero que siga así”, bromea.
La risa y el buen humor le acompañan durante toda la entrevista. Ya en El Esparragal, la pedanía murciana donde se crió y viven sus padres, empieza el momento remember. Junto a un desayuno digno de un bufet nos esperan su madre, Fina, y su abuelo, Salvador, dos de los pilares de su vida. “Me di cuenta de que quería ser dibujante por la afición de mi padre al cómic y de mi madre al dibujo. En mi casa siempre ha habido cómics. Se lo debo sobre todo a ellos y a ‘Masacre’ — Deadpool en español— por ese pedazo de miniserie que fue ‘Masacre: persecución en círculo’. Eso, junto con las animaciones del videojuego ‘Street Fighter’, es lo que me hizo interesarme por el dibujo”, explica. Y luego está lo de los limones, que se han convertido en una de sus señas de identidad. “Eso surgió porque mi abuelo tiene una huerta. Siempre que vamos de viaje y nos sentimos cómodos llevamos un regalito, en este caso limones. Siempre ha sido así”, afirma.
Espín viste con camiseta de Deadpool —muy propia para la ocasión—, pantalones piratas y sandalias. Todo en él es naturalidad, hasta cuando le preguntamos por su salario. Nos explica que en sus contratos existe una cláusula que le impide hablar de cifras para no intoxicar negociaciones con terceros, aunque sí reconoce que desde que las producciones de superhéroes revientan las taquillas su trabajo está mucho más valorado. Eso sí, tampoco sabe con exactitud lo que gana porque las cuentas las lleva su madre, “que para eso es la que entiende de números”. “A partir de los 5.000 o 10.000 ejemplares vendidos te suele rentar, ahí es cuando llegan los cheques”, —ríe—. Soy coautor junto a un guionista y colorista; soy una parte más del engranaje y los personajes que creo no son míos, sino de Marvel. Por ejemplo, soy el coautor de ‘Evil Deadpool’, la versión malvada de Deadpool. En su momento, lo creé porque hacía falta para la historia pero si, el día de mañana, Marvel quiere sacar muñecos o más cómics de este personaje yo no cobro nada”, puntualiza.
Lo de Salva y los superhéroes es algo que le viene desde pequeño. “Le han gustado siempre y me ha dado cada susto que no veas. Él quería ser Superman y se ponía un delantal para tirarse desde cualquier cosa alta que veía. Como no puede ser de otro modo, se hacía daño. Siempre me tocaba salir corriendo al médico”, cuenta su madre. Y otra revelación: prefiere dibujar a altas horas de la madrugada. “Madrugar no le ha gustado ni de niño, porque siendo bebé ya dormía mucho, ni de adulto, porque se ha acostumbrado a un ritmo de acostarse tarde y levantarse tarde”, confiesa Fina.
“Algún día me gustaría crear un estudio de videojuegos”
Capazos de ingenio
Abandonamos su hogar de la infancia para dirigirnos a la huerta de su abuelo. Durante el camino, Salva realiza una parada en la tienda de muebles de la familia, una enorme nave de color azul con un letrero en el que pone Eslo en blanco. Un lugar que también le inspira para dibujar. “Si en mi estudio no tengo Internet me vengo aquí para seguir trabajando. Eslo es la marca que siempre uso en los cómics cuando no tengo nada que poner en algún objeto, edificio o empresa por cuestiones de derecho. Es lo mismo que Tarantino con su cigarrillo Red Apple, que es una marca que él se inventó”, explica.
De nuevo en el coche, hablamos de las posibilidades que ofrece Murcia, de su etapa universitaria y de los viajes a Estados Unidos. Asegura que, siempre que pueda, trabajará en su casa junto a los suyos. Ahora lo hace en la casa de su mujer-novia Júlia, como él la llama. “Al final, da igual donde trabajes mientras vayas cumpliendo con las entregas. A Marvel le interesa que cada uno trabaje desde su casa porque así hay menos lío en las oficinas. Les gusta más que te pagues tú la luz —ríe—. Además, aquí en Murcia se vive muy bien, por el clima y los precios. Algún día me gustaría crear un estudio de videojuegos y aquí las pequeñas empresas tienen muchas ayudas”, confiesa.
Y es que el universo del cómic no para de crecer y ganar adeptos en todas partes. Pocos son los que no han visto una película, leído un cómic o coleccionado alguna figura de superhéroes. Sin embargo, hasta no hace mucho parecía que leer este tipo de historias era una actividad reservada a los niños. “Mucha gente infravalora las historias que contamos. En el mercado español, hasta hace bien poco, era la norma general y lo primero que te quitabas al hacerte adulto. Buscabas trabajo y hacías cosas más de mayor, como el running”, bromea. Él, a través de charlas en colegios y exposiciones por toda la región, apremia a los más jóvenes para que apuesten por el dibujo y continúen con su legado. Al igual que ocurre con los superhéroes en la ficción, Salva Espín consigue, a través de sus dibujos, hacer del mundo una viñeta más fascinante. Y eso sí que tiene merito.
**Artículo originalmente publicado en el número 53 de Vis-à-Vis. Compra tu ejemplar en quioscos o descarga la edición digital interactiva para iOS o Android.