Cada vez más españoles sufren nomofobia, es decir, un miedo irracional a estar alejado de su teléfono móvil. Análisis realizados por el Centro de Estudios Especializados en Trastornos de Ansiedad muestran que casi el 53% de los españoles padecen este trastorno. Una cifra que aumenta hasta el 81% si hablamos de jóvenes entre 18 y 35 años, como evidencia la investigación de la compañía móvil One Plus. Datos sobrecogedores que me hicieron plantearme hasta qué punto la tecnología nos afecta negativamente. Para examinar mi caso concreto, he estado 5 días sin móvil, ni ordenador, ni tableta y reduciendo mi consumo televisivo a un par de horas diarias. Un détox digital que, ya aviso, me dejó muy sorprendido.
Los más afectados por esta dependencia digital somos los jóvenes, en especial, los llamados nativos digitales. “La adicción al teléfono móvil en adolescentes entre 12 y 18 años ha mostrado tener una relación moderada con problemas de atención y comportamentales como conducta disocial y agresiva. Asimismo, hay un mayor riesgo de sufrir problemas de depresión y soledad”, advierte José A. Tamayo, psicólogo sanitario de Activa Psicología. “También nos encontramos con jóvenes que abandonan sus estudios. Produce aislamiento social, soledad y graves problemas de comunicación”, añade Carlos Villoria, doctor en psicología y presidente de APEAP.
Détox de un mundo digitalizado
Necesitamos la tecnología para desenvolvernos. El metaverso va en aumento y está claro que el mundo online tiene muchas virtudes. De hecho, lo primero a tener en cuenta es que al hablar de un uso abusivo nos referimos, sobre todo, en el plano social y de ocio. “No podría considerarse adicto a la tecnología alguien que se dedique laboralmente a las redes sociales o que tenga que emplear el teléfono móvil o el ordenador para su profesión, por más horas que le dedique”, aclara Tamayo. Por ello, como en mi caso estos dispositivos son mis herramientas de trabajo, aproveché el pasado puente de mayo para hacer este experimento.
Un parón digital mejora la calidad de sueño, reduce la ansiedad y aumenta la autoestima
Primero, quise averiguar bien qué es eso de un détox digital. Principalmente, es un período de tiempo durante el cual una persona se abstiene de usar dispositivos electrónicos de conexión para alejarse de los intercambios virtuales en redes sociales, por ejemplo. Pero, ¿es necesario hacerlo? “Es totalmente recomendable porque nos sirve para darnos cuenta del tipo de relación que mantenemos con el móvil y, además, aumentamos la tolerancia a la frustración –de estar sin él–. Lo mínimo aconsejable son 24 horas de abstinencia total, siendo lo más común entre 3 y 7 días. Además de esta abstinencia total, resulta muy recomendable establecer límites de uso”, explica Villoria.
Así pues, mis cinco días encajaban perfectamente para esta prueba. Los beneficios de este “ayuno virtual” prometían ser muchos. Desde mejorar la calidad del sueño, a una reducción de la ansiedad o un aumento de la autoestima. Aún así, ¿me hacía falta? Según un análisis de Rastreator, los españoles usamos el smartphone durante una media de 4 horas y 10 minutos diarios. De hecho, España es el país con más teléfonos inteligentes, como estima la compañía comScore. Y yo, particularmente, estoy por debajo de la media de utilización. Entonces, ¿cuándo hay un empleo abusivo? “Podemos decir que hacemos un uso abusivo de la tecnológica cuando estar conectado a los dispositivos móviles interfiere en la participación en el mundo real o compromete nuestra salud, por ejemplo, al disminuir la calidad y las horas de sueño”, comenta la psicóloga Raquel Tomé, directora del Centro Guía de Psicoterapia de Madrid.
Descubriendo el FOMO
Así pues, guardé todos los dispositivos en un cajón y me invadió un sentimiento enorme de empoderamiento. Pero, a los pocos minutos, ya me sentía raro al no poder comprobar si tenía mensajes. Decidí salir a pasear por el bosque y volví a añorar mi móvil. Caminar sin Spotify ni música se me hacía extraño. Noté que me enfurecía. “La dependencia digital hace que se experimente un elevado deseo hacia el uso de estas tecnologías, sintiendo nerviosismo o irritabilidad cuando no se consigue. Este patrón de uso podría relacionarse con una desatención de obligaciones en algún ámbito como el laboral, doméstico o académico, así como con el abandono de actividades sociales, lúdicas…”, apunta Tamayo. Parece que, al final, sí tenía cierto enganche tecnológico.
Lo peor de la desconexión digital es el Fomo, es decir, el miedo a perderse algo
La peor sensación del détox digital me vino al llegar a casa y preguntarme si la gente me estaría hablando. No sabía qué hacían mis amigos o si me estaba perdiendo algún plan por estar desconectado. Sufría el síndrome de FOMO (fear of missing out, es decir, temor a estar ausente). “La conectividad constante puede alimentar ese miedo de perderse algo o quedarse atrás. Hacer una desintoxicación digital es una forma de establecer límites y de reducir ese temor. La clave es hacerlo de una manera que no lo deje tampoco aislado de lo que sucede en el mundo digital y que después se traducen en planes reales”, aconseja Tomé. “En estos casos, el acceso a las redes sociales podría estar motivado por la ansiedad de no estar al tanto de algo relevante o de que otros usuarios se molesten por no contestar”, agrega Tamayo.
Dulces sueños
Tras asumir que he vivido toda la vida con FOMO, intenté leer. Pero el estrés que arrastraba me impidió concentrarme. Sin embargo, cuando asumí que eso era lo que había y que debía enfocar esos cinco días como un retiro espiritual, el desasosiego comenzó a disiparse. Y, sorprendentemente, esa noche y las siguientes dormí de maravilla. “El móvil o la televisión afectan al sueño: primero, por el elemento distractor; segundo, por la actividad cerebral que puede provocar; y tercero, por la propia luz que altera nuestra secreción de melatonina, hormona inductora del sueño. Estos y algunos otros factores, no sólo afectan a la cantidad de sueño, sino a su calidad, reduciéndose la activación de la fase REM, clave para nuestro descanso”, expone Villoria. En serio, unas horas sin móvil ya garantizan un buen reposo.
Alejarte de la tecnología te vuelve más reflexivo e introspectivo
A partir del segundo día comencé a sentirme más presente, más conectado con el aquí y el ahora. Observaba mejor mi entorno y me vinculaba más con las personas de mi alrededor. Mi relación con quienes compartían mi día de forma presencial aumentó. Antes, estaba más inmerso en charlas online. “Es obvio que esto termina afectando a la convivencia real, que se verá sustituida por un mundo virtual con unas características propias que provoca una intensa soledad y ansiedad por falta de entendimiento y dominio”, lamenta Villoria. “Parece una tendencia imparable que amenaza con reducir la comunicación presencial cara a cara a su mínima expresión y someternos a un mayor aislamiento”, alerta Tamayo.
Menos ansiedad, más introspección
Con el transcurso de los días de détox digital, me encontré siendo mucho más analítico y reflexivo. Mis paseos sin música me invitaban a pensar en aspectos en los que no me detenía antes. Y al leer, a diferencia del primer día, recuperé una concentración que había perdido hace mucho tiempo. “Resulta una muy buena experiencia porque las redes sociales producen procesos cognitivos simples y pasivos, alterando la propia atención, concentración, memoria y, especialmente, la capacidad de un pensamiento crítico, reflexivo y sistémico”, recalca Villoria.
No voy a negar que, siendo una persona inquieta, estar ajeno a toda interacción digital me provocó cierto nerviosismo. “Se ha comparado la ansiedad, la inquietud o la incomodidad que se puede experimentar al no poder acceder al móvil o las redes sociales con el síndrome de abstinencia de una adicción”, recuerda Tamayo. Sin embargo, en mi caso, desde el tercer día noté un descenso enorme en mi ansiedad y una gran indiferencia frente a lo que pasara fuera de mi entorno real y palpable. Fluía mucho más. Aprovechaba mucho más mi día. Descansaba mucho mejor. Analizaba las cosas con mayor concentración. En definitiva, había estado (sido) más real y menos virtual. Porque sí, en un mundo cada vez más interconectado y donde prima la inmediatez, a veces, es necesario alejarte de todo para acercarte a ti mismo.
¿Cómo hacer tu propio détox digital?
La experiencia es un grado y lo mejor es que pruebes las cosas. Por eso, si tras leer mi experiencia se te ha despertado la curiosidad, la psicóloga Raquel Tomé te da algunas claves para llevarlo a término. “Puedes hacer una desintoxicación digital adaptada a tu horario y tu vida. Establece límites y asegurarte de que estás utilizando los dispositivos de una manera adecuada“, recomienda. Y es que no es necesario estar días enteros sin usarlos. Puedes hacer una depuración de 24 horas o limitar su manejo a ciertos horarios. Aquí tienes unas pautas que te ayudarán:
1. Define el tipo y el momento de las conexiones que quieres disfrutar en el mundo real libre de dispositivos digitales.
2. Evita utilizarlos mientras estés comiendo y, en particular, en compañía de otros.
3. No los enciendas nada más despertarte o al acostarte.
4. Rehúsa conectarte cuando pasas tiempo con amigos, familia o realices algún pasatiempo o proyecto.
5. Programa los dispositivos para que no te salten notificaciones constantes.