Samantha Hudson: “Deben pagar bien a la gente del colectivo y dejar de precarizarla”

La artista y activista se atreve con todo y lo demuestra en 'Aove', su nuevo EP. Este Pride es un must escucharla (cantando y hablando).

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El esperpento, la parodia y el sarcasmo exacerbado le dieron gran popularidad. Pero su formado discurso y su elocuencia a la hora de dar opiniones concisas fue lo que le convirtió en un referente queer del colectivo LGTBIQ+. Samantha Hudson (1999, León) es la voz de los que, durante mucho tiempo, han sido incomprendidos, marginados e invisibilizados. Aunque con su nuevo EP, ‘Aove‘, la artista quiere demostrar que no solo domina la ironía y lo estrambótico, sino que también puede componer buenos temas sobre amor, fiesta y sus propias vivencias.

En tus inicios ganaste mucha popularidad por tu apariencia bizarra. ¿Te cuesta más trabajo que te tomen en serio por tu imagen?
Sí. Muy poca gente le presta atención a las cosas que tiran hacia lo absurdo o lo ridículo o que, tal vez, tengan ese tono sarcástico e irreverente. Eso, sumado a que soy una persona disidente de género y vengo del transformismo más underground cantando en bares de mala muerte, hace que muy poca gente sepa el trabajo que hay detrás. Con ‘Aove’ siento que ha habido un cambio.

Hoy, Día del Orgullo LGTBIQ+, estarás en el escenario de Callao (Madrid). ¿Se representa correctamente al colectivo?
No hay una representación real y auténtica en apenas ningún sector ni ámbito cultural ni, prácticamente, medio de comunicación. Da la sensación de que es más un cupo que suplir o una necesidad de saciar una demanda popular de más diversidad que un interés genuino porque esa diversidad sea algo auténtico y honesto. Como dije cuando en el Ministerio de Igualdad me entregaron el premio Arcoíris: “Falta más respeto genuino y menos tolerancia hipócrita”.

Samantha Hudson

Samantha Hudson estará este 28 de Junio en el escenario de Callao en Madrid. Foto: Alejandro Madrid.

“Al colectivo se nos exige una pulcritud discursiva al hablar de temas LGTBIQ+”

Muchas de tus entrevistas se centran en la cuestión LGTBIQ+. ¿Te llega a cansar que por ser artista queer se te encasille?
Sí. Tampoco entiendo muy bien por qué sucede. En mi caso particular, quizá tenga más excusa porque soy una persona que proactivamente promueve estos discursos. Entonces, puedo entender que, de vez en cuando, se me haga una pregunta al respecto. Pero es muy descarado cuando van a buscar un titular para el clickbait y meterme en una polémica innecesaria solo para rascar unas visitas en sus webs. A la mayoría de artistas masculinos no les preguntan por su género.

Acabarás harta en muchas entrevistas…
Es agotador dar continuamente justificaciones, explicaciones y despedazar todos los misterios de tu vida para dar una respuesta concreta y provechosa. Tenemos muy poco margen de error nosotras. Siento que cualquier otra persona podría decir una tontería con respecto a la identidad de género o la orientación sexual y, sin embargo, a las personas del colectivo se nos exige una pulcritud discursiva al hablar de temas LGTBIQ+ que es prácticamente inalcanzable.

Y en esto del discurso y los programas en los que colaboras, ¿alguna vez te has sentido incomprendida o incómoda?  
Sí. Más que por incomprendida, es porque me traten de tonta y la desfachatez de que algunos periodistas piensen que no soy consciente de cómo funcionan los medios de comunicación. Siempre que hablan de colaboración o visibilidad y me plantean unos presupuestos irrisorios y ridículos, pues me disgusta que piensen que soy una pobre imbécil. Eso es lo que más incomodidad me genera, porque que me hagan preguntas no pertinentes, no me molesta. De lo que hablo, sé muy bien. Y si no soy capaz, mi estrategia es incomodarlos más a ellos —ríe—.

“Ser del colectivo no quiere decir que tengas que hacer activismo”

Spiderman dijo aquello de “un gran poder conlleva una gran responsabilidad”. ¿Por tu visibilidad sientes que tienes una gran responsabilidad para con el colectivo?
Siento que la tengo, pero porque he decidido tenerla. Ser del colectivo y ser visible no quiere decir que tengas que hacer activismo ni manejar conceptos políticos complejos o estar informada. He decidido involucrarme en estos temas e intentar tener una opinión lo más formada posible para aprovechar este altavoz. No lo hago por mantener una fachada o ser del colectivo. Siempre he dicho lo que pienso aunque sea impopular.

Disfrutona (y orgullosa)

Defines tu nuevo EP como una oda a la juerga. ¿Te consideras muy fiestera? 
Soy muy disfrutona, que no es lo mismo, porque hay momentos que la fiesta no te hace disfrutar. Voy donde sé que me lo voy a pasar bien, así sea un cumpleaños, un guateque, una discoteca, una merienda con mis amigas o una rave. Este disco es hedonismo puro y duro con alguna canción de amor. Pero fiestera soy, ahora bien, no me lo puedo permitir todas las veces porque hay que hacer caso a la agenda. Eso sí, cuando salgo, salgo.

En el tema Otra vez, dices: “Salgo arrepentida en contra de mi voluntad”. ¿Te engancha el mundo de la noche? 
Soy tan disfrutona que me da angustia perderme un buen plan, aunque voy tomando conciencia de que una fiesta no es una fiesta si no está una misma —ríe—. Es el mantra que uso para no perderme en estos mundos tan divertidos, pero que por momentos se vuelven muy truculentos.

Samantha Hudson

La leonesa fue una de las grandes protagonistas en el pasado Sónar. Foto: Alejandro Madrid.

“En esta vorágine sobreestimulada de hiperconsumo, es muy difícil tener margen de error”

¿Qué es lo mejor y lo peor de las raves?
Lo mejor es ponerse guapa, estar con tus amigas y el entorno de espacio seguro que se genera, al menos, a las que voy yo. Tienen algo contracultural, casi como esa escena del club emergente de los años 90, y todas vestidas con su lujuria danzando sin parar sintiendo cómo, poco a poco, pierden el control de sus apéndices al compás de esos bombos que te dejan el tímpano como la ceniza de un puro —ríe—. Me parece casi tántrico, una meditación guiada. Pero también tiene sus contras. Al final, es un mundo muy peligroso.

Has arrasado en el Sónar y preparas gira con tu EP ‘Aove’ por Madrid, Barcelona y Valencia, entre otras ciudades. ¿Qué tienes entre manos?
El show ya está armado desde hace unos meses. Me he alejado un poco de toda esa literalidad, contenido explícito y aire más teatral. Siento que me encuentro en un momento plenamente musical y ‘Aove Black Lavel’ es un concierto. En definitiva, es lo más cerca que he estado nunca de Lady Gaga —ríe—.

¿Vivimos obsesionados con el éxito y no equivocarnos nunca?
Antes eran cuatro personas en el star system y tenías que esforzarte por ser una de ellas, por lo que el desarrollo artístico se dilataba más en el tiempo. Ahora, somos 400 y tienes que pelearte por destacar. Además, en esta vorágine sobreestimulada de hiperconsumo, es muy difícil tener margen de error sin que eso resulte en un descarte instantáneo. Me parece una lacra porque las cosas más divertidas surgen instigadas por nuestros deseos más genuinos.

Samantha Hudson

Samantha Hudson se dio a conocer con su sencillo Maricón en 2015. Foto: Alejandro Madrid.

“Enamorarse es de estúpidas, pero ¡viva las estúpidas!”

En el tema Vodka Red Bull vemos tu faceta más enamoradiza. ¿Has hecho locuras por amor?
Enamorarse en sí es una locura, hay gente que lo describe como una enfermedad y estoy de acuerdo. Es un estado de enajenación del que no puedes escapar y cambia toda tu perspectiva. Es imposible no hacer locuras por amor y, si no, estupideces. Enamorarse es de estúpidas, pero ¡viva las estúpidas! —ríe—. Mi punto fuerte es ser romántica. Soy una virgo empedernida y soy muy fiel, frígida y leal.

No se sabe mucho sobre tu vida personal más allá de lo que muestras en redes. ¿Cómo marcas distancia con la Samantha de redes?
No hay una distancia tan abismal. Lo que vendo son altas dosis de mí misma. Pero guardo mi privacidad no publicando muchas fotos con mis amigas y apenas subo fotos con mis familiares. No porque me avergüence que conozcan una parte de mí, ya que no me corto un pelo, si acaso me retoco el flequillo —ríe—. Pero la gente, a veces, puede ser muy mezquina, con lo cual vete a saber si subo una foto de mi mejor amiga, la etiqueto, se meten en sus redes y lo utilizan en su contra.

¿Cómo te gustaría ver evolucionar la representación del colectivo LGTBIQ+ en la cultura popular en los próximos años?
La gente del colectivo debe escribir sus propias historias y estar al mando de sus narrativas, participando de una manera íntegra. Que de alguna manera cogieran los estribos y tomaran el control. Deben pagar bien a la gente del colectivo, dejar de precarizarla y no tratarla de tonta. La cultura se paga y se paga bien. Vamos por buen camino. Me he encontrado con muy buenas experiencias por parte de los medios y con equipos que están comprometidos.

“La gente del colectivo debe escribir sus propias historias”

Samantha de andar por casa

Muchos conocen a la Samantha de las redes sociales y los escenarios, pero en un día cualquiera…
Soy autómata, bastante neutra, sencilla y tampoco llevo una vida alocada, más que en ocasiones puntuales de fin de semana. Pero ahora mismo estoy pasando la pañoleta por la encimera. Me gusta limpiar, aspirar la alfombra, ir al mercado… Soy bastante sosegada.

¿Algún hobby que a tus fans sorprendería?
No tengo ninguno y me da bastante lástima. Lo pasaba francamente mal cuando me pedían hacer una redacción en el colegio y me los inventaba. Me gusta ir al cine pero, ¿es un hobby? Hago deporte, pero tampoco es mi vocación. Tal vez la música, componer y escribir mis letras me apasiona, pero como es a lo que me dedico no quiero ser la típica petarda que dice que su hobby es su trabajo —ríe—.

Ahora que ha llegado el verano, ¿cómo son tus vacaciones perfectas?
Que desapareciera todo el mundo de junio a agosto. Poder estar yo sola y sin agobios, a lo mejor mis amigos, pero poco más. Ahora que me preguntas todo esto, creo que soy una tía muy aburrida —ríe—. Es que con todas las giras y las cosas surrealistas que me suceden, para mí la efigie ideal de vacaciones es estar relajada, tumbada en la playa con un caipiriña y jugar al ping-pong en tanga.

Te muestras como una persona atrevida, valiente y sin tapujos pero, ¿tienes algún miedo?
Hacer algo de lo que no estoy convencida y que de alguna manera yo decida involucrarme en un proyecto que contradiga mis ideales. Me da miedo, también, avergonzarme de mí misma por actuar de una forma que no me hace sentir orgullosa.

Tras tu paso por MasterChef, ¿te consideras una persona foodie
Soy bastante foodie, aunque mis amigas odian lo que hago porque me gusta mucho la cocina macrobiótica. Como cosas crudas y sabores muy fuertes como el tahini. Lo que más me gusta es la crema de calabaza, el tempeh y las grandes olvidadas, que son las ensaladas y las sopas.

Ser locuaz es una de tus grandes virtudes. ¿Qué libros son los que más han definido tu pensamiento?
Odio leer. Me aburre muchísimo. Es más que me quedo con las cosas que escucho y busco muchos sinónimos. Tengo mucha memoria y en el instituto era asquerosa. Al no destacar en ningún otro ámbito porque era impopular y no tenía capital erótico porque era una adolescente gorda, rapada y con gafas de pasta feísimas, me dedicaba a ser mejor que nadie en los estudios. Y si tengo que recomendar, hace nada leí ‘La política de todes’ de Holly Lewis, que trata cuestiones muy interesantes acerca del marxismo y de la cuestión queer pero a través de una mirada materialista.

Foto: Alejandro Madrid