El fenómeno de estos últimos meses, con permiso de Filomena y los exaltados del Capitolio, ha sido la nueva serie de Álex de la Iglesia. Y es que ‘30 monedas‘ no ha dejado de recibir alabanzas tras arrasar en el Festival de Venecia y tener una eufórica acogida en el de Sitges. Un intrigante trabajo que mezcla el thriller y la fantasía con muchos guiños al cine de terror y más de un sobresalto. Este domingo se estrena el octavo y último capítulo, así que aquí van unos cuantos motivos para que decidas si merece (o no) tu tiempo.
Álex de la Iglesia en estado puro
Puede que esta serie sea lo más característico y ambicioso que el director vasco ha estrenado en la última década. El director recurre a sus típicos contrastes entre fantasía y realidad, al mismo tiempo que rescata elementos de su clásico ‘El día de la Bestia‘. A saber, violencia salvaje, buenas dosis de acción, religión y vísceras, muchas vísceras. Pero ’30 monedas’ también es un retrato social al más puro estilo de Stephen King que hace que empatices con la historia y sus protagonitas. Y como remate, De la Iglesia crea todo un imaginario de espeluznantes monstruos que parecen sacados del imaginario de H. P. Lovecraft.
De Pedraza para el mundo
Toda la trama central se desarrolla en Pedraza, uno pueblo de Segovia considerado uno de los más bonitos de nuestro país. ¿Que no te suena? Pues rememora aquel anuncio de Navidad protagonizado por David Bustamante, Montserrat Caballé y Raphael y te vendrá a la mente. Es precisamente este ambiente castizo y rural el que le da tanta personalidad a la serie. Pero no pienses que la cosa se queda ahí. La historia viaja de España a Jerusalén, pasando por Italia, Francia, Suiza y Siria. Así que, aunque solo sea porque ahora viajar está complicado, vale la pena disfrutar de tanta localizaciones.
El terror rural made in Spain
De las mejores cosas de la serie, además de las interpretaciones, es el costumbrismo que se respira en cada capítulo y el enfoque tan genuino con el que muestra la España vaciada. Porque uno de los sellos inconfundibles de Álex de la Iglesia es su capacidad de mostrar a personajes cotidianos en sus horas más bajas y desnudar así los pecados ligados a la naturaleza humana. En la serie vemos un pueblo donde los chismes, las rencillas, las envidias y los romances están a la orden del día. La vida en un pueblo da para mucho y el roce hace tanto el cariño como el resquemor. Nada tan español como un grupo de vecinos poniendo a todos de vuelta y media en el bar carajillo en mano.
La religión en una vuelta de tuerca
¿Sabías que Álex de la Iglesia, antes que en cine, se metió en Filosofía para estudiar Teología? Puede que por ello sienta esa fijación por la religión y el misticismo que vemos en gran parte de su filmografía. Y en ’30 monedas’ no iba a ser menos. Más de uno se replanteará muchas cosas con el enfoque tan peculiar que hace del cristianismo y de los textos apócrifos, los evangelios en torno a Jesús que no fueron aceptados por la Iglesia católica como el Evangelio de Judas Iscariote. Además, el bilbaíno teoriza con los conceptos del bien y el mal y plantea, de mano de la secta de los cainitas, que uno no puede existir sin el otro. ¿Fue Judas un traidor o su acción formaba parte del plan divino? Ahí te lo dejamos.
Un reparto de lujo
Si la serie consigue atrapar es también por su elenco, un reparto typical spanish que sostiene la historia de una manera verosímil y absorbente. Al trío de protagonistas formado por Eduard Fernández, Miguel Ángel Silvestre y Megan Montaner se unen actores tan carismáticos como Carmen Machi, Paco Tous, Macarena Gómez, Nuria González o Pepón Nieto. Con más o menos minutos en pantalla, todos dejan interpretaciones magistrales y aterran sin necesidad de palabras. Cada uno aporta su granito de arena al humanizar la historia, hacerla mucho más orgánica y dar vida a un pueblo sumido en la desgracia.
Un villano humano y convincente
Una serie apocalíptica sobre la expansión del mal tiene que tener un villano a la altura de una superproducción de tales dimensiones. Y ’30 monedas’ lo tiene. Si Eduard Fernández enmudece con su fina interpretación del padre Vergara, Manolo Solo nos trae a un cardenal Santoro repleto de matices y que a ratos incluso convence con su argumentación y carisma. Con unas apariciones muy controladas, vamos comprendiendo de dónde viene el personaje y cómo ha llegado a ser como es, lo que se agradece, ya que hace la historia mucho más humana y cruda. Y encima su cuidado italiano realza aún más el carácter de su interpretación.
Los efectos especiales
Solo con el deleite visual que supone la serie ya merece la pena verla. Se nota que Álex de la Iglesia se lo ha pasado en grande rodándola. Todo, desde la fotografía hasta el vestuario, está medido al dedillo. No en vano, han participado varias compañías de efectos digitales para lograr definir un universo turbio, apocalíptico e imponente que impresiona en cualquiera de sus escenas. Además, hay un simbolismo con el color muy poderoso en muchos de los capítulos que, unido a la grandiosa banda sonora de Roque Baños, con influencias de Alfred Hitchcock y la Semana Santa española, crean una atmósfera intrigante y cautivadora.
Contiene un guiño a ‘Friends’
¿A que no sabías que uno los actores de ’30 monedas’ salió hace muchos años en la mítica serie estadounidense? Se trata nada menos que de Cosimo Fusco, el intérprete que se pone en el papel del mismísimo demonio. Un actor de origen italiano que hace 25 años encarnó a Paolo, el novio (también italiano, claro) de Rachel que ponía tan celoso a Ross. Cosimo apareció en cuatro capítulos de la serie y hasta ahora era de sus papeles más recordados.
Los créditos
La producción ha cuidado hasta el último detalle y eso se evidencia con el espectacular opening de la serie. No es habitual una propuesta tan ambiciosa en los títulos iniciales de una ficción española, pero en ’30 monedas’ consiguen unos créditos tan fascinantes que nada tienen que envidiar a los de series internacionales como ‘Juego de Tronos‘. En menos de dos minutos escenifican de manera sobresaliente las bases del universo evangélico del que parte el proyecto, es decir, la traición de Judas y la crucifixión vista desde su punto de vista. A cámara lenta, con un grafismo memorable y unos excelentes planos detalles es el preludio perfecto para una serie de estos niveles. Así que, si pese a todo aún estás convencido/a de verla, echa un vistazo a su apertura.