¿Deberíamos considerar el sexo como un deporte?

Analizamos, de la mano de una psicóloga y una socióloga, los riesgos de que el sexo fuera una competición.

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Seguro que has oído esta jugosa y llamativa noticia que decía que Suecia iba a celebrar un Campeonato Sexual Europeo. Y seguro también sabrás que todo era un bulo. La Confederación Sueca de Deportes ha desmentido esta información y, aunque de forma privada la Federación Sueca de Sexo sí que iba a celebrar tal competición, finalmente, ha sido cancelada por la mala organización. Pero ya que el país escandinavo puso el tema sobre la mensa, ¿y si nos planteamos qué si se considerara el sexo como un deporte?

Spoiler: las comparaciones son odiosas. El sexo y el ejercicio tienen algunos elementos en común. Ambos suelen conllevar un esfuerzo físico y activan el sistema nervioso simpático, lo que aumenta la presión arterial, el ritmo cardiaco y la respiración. Además, al llevar a cabo estas dos actividades, se genera mayor cantidad de oxitocina, hormona de la felicidad. Sin duda, ambos son beneficiosos para la salud. También la masturbación.

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Practicar el sexo de manera deportiva puede conllevar un riesgo físico

Pero cuando el sexo pierde su carácter íntimo y se vuelve un show, pueden surgir problemas. “Convertirlo en un campeonato, lo imagino como el Salón Erótico de Barcelona, que es un buen lugar para acudir a talleres sobre sexualidad, para aprender y descubrir cosas nuevas. Estos eventos ponen sobre la mesa algo que siempre es tabú: el sexo. Ahora bien, la parte de la rivalidad y que unos jueces estén valorando me parece mal“, critica la socióloga y portavoz de JoyClub España, comunidad basada en la sexualidad liberal, Cecilia Bizzotto.

Asimismo, llevar a cabo según qué posturas como quien practica pilates, puede conllevar un riesgo físico si, por ejemplo, no se está excitado o se busca complacerse con la práctica. “Hemos tomado como referencia las escenas que vemos en el porno mainstream e intentamos reproducirlas a golpe de pelvis y posturas imposibles. Realizarlo de manera ‘deportiva’ es una mala idea, puesto que se pueden producir lesiones importantes, al no dar tiempo a nuestro cuerpo a excitarse y a prepararse para prácticas como la penetración”, advierte Esperanza Gil, sexóloga y responsable de Amantis Russafa (Valencia).

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Si lo vemos como ejercicio, la intimidad y la exploración mutua ya no serán prioridad

“Además, ¿ahora vamos a tener relaciones sexuales para quemar calorías? ¿Para machacarnos los abdominales? ¡Es absurdo! Nuestra sociedad occidental está  obsesionada con la cultura de la dieta, somos gordofóbicas y una de las mayores perversiones es la imposición de cánones de belleza normativos. ¿Esto lo vamos a llevar también al sexo? El placer no es para quemar calorías ni para tonificar los músculos. Es una forma de expresión y de conexión con una misma y con otros; es amor y libertad. Si se trata como un ejercicio, la prioridad ya no será comunicación, la exploración mutua, la complicidad emocional o la intimidad, elementos fundamentales para el goce”, defiende la socióloga. 

Diversión, no competición

El principal problema de ver el sexo como deporte reside en el carácter contencioso que tendría un evento como el organizado en Gotemburgo. “Una actitud competitiva o finalista durante el coito como obtener una marca temporal, una erección más potente o un orgasmo más rápido, lleva a relaciones sexuales poco satisfactorias. La atención se focaliza en la ejecución y en pensamientos exigentes en vez de centrarse en las sensaciones. Es lo que en sexología clínica Masters y Johnson denominaron “el síndrome del espectador” o, lo que es igual, dejar de vivir en primera persona tus encuentros sexuales”, recuerda Gil.

El sexo como un campeonato puede llevar a baja autoestima y dificultades sexuales como disfunción eréctil

“También puede afectarnos psicológicamente. No solo se generan experiencias menos eróticas y una menor intimidad, sino que se crean expectativas demasiado altas de rendimiento, cuyo incumplimiento nos puede llevar a la frustración y a la baja autoestima, a dificultades sexuales y a esa sensación de vacío difícil de llenar”, avisa la sexóloga. Además, todo ello podría desencadenar en problemas como disfunción eréctil, eyaculación precoz o anaorgasmia. “Cada vez hay más personas incapaces de conectar con su deseo. Esto se debe, en muchas ocasiones, a las altas expectativas generadas por la pornografía y las redes sociales y a interpretar un papel en vez de disfrutar el sexo”, agrega.

Al final, los encuentros sexuales deberían ser un espacio liberador. “Venimos de una sociedad donde se nos ha educado a que tiene que adquirir una forma muy concreta: reproductiva y no recreativa, coitocentrista, falocentrista y orgasmocentrista. Así que, catalogarlo como deporte y crear certámenes donde unos ‘lo hacen mejor’ no es lo recomendable“, apunta Bizzotto.  “El sexo está conectado con nuestras emociones, identidad, experiencias, estilo de apego y deseos. La sexualidad y el sexo nos humanizan”, matiza Gil. Porque, ¿para qué competir cuando puedes solo divertirte?