Quién te iba a decir cuando eras un adolescente y tus padres te mandaban recoger el cuarto cada dos por tres que eso de tenerlo todo manga por hombro iba a estar algún día de moda. Así que si a pesar de las regañinas que te llevaste en el pasado aún sigues siendo un poco desastre en casa, estás de enhorabuena. El fenómeno del ‘cluttercore’ –término resultante de juntar las palabras “desorden” y “centro”– apuesta por espacios recargados que denoten la vida que se hace en ellos y ha irrumpido con fuerza en las redes sociales. Según esta tendencia que desafía a Marie Kondo y otros gurús del orden –además de a tus progenitores– las camas sin hacer, la ropa amontonada en la silla y las estanterías repletas de libro apiñados y cachibaches de dudosa utilidad te pueden hacer sentir más reconfortado. O, al menos, más humano. A buenas horas.
Después de años y años de promover el orden e intentar seguir la máxima de menos es más, ahora resulta que tener la habitación hecho una leonera es de lo más reconfortante. “A priori suena extraño y creo que, como a todas las modas, hay que darle tiempo para valorarla. Pero si es una elección personal elegida con criterio, puede aportar mucho a la persona y llevarla a sentirse más arropada, además de transportarla a recuerdos y sensaciones de calidez”, asegura Natalia Ortega, directora de Activa Psicología. “Puede darle una mayor sensación de intimidad y calidez en su entorno. Vivirlo y disfrutarlo como más suyo”, añade.
Esta moda que se ha propagado sobre todo en TikTok no habla de ser sucios, sino de llenar los cuartos de objetos que nos evoquen cosas y dejar cierto desorden dentro de un orden mental. Por eso, no tengas miedo de caer en el síndrome de Diógenes. “Cuando hablamos de Síndrome de Diógenes, ha de darse un aislamiento social, además de desatender la higiene del hogar y de unos mismo”, comenta Ortega. Pero el cluttercore no va de esto. “Habla de una conexión mayor con el hogar a través de recuerdos y objetos que, aunque sea en grandes cantidades. No se trata de una acumulación, sino más bien del disfrute de uno con sus vivencias”, indica Orgeta. El cluttercore también está relacionado con el cottagecore, una estética que reivindica el regreso a los oficios y habilidades tradicionales, como la cosecha de alimentos, el horneado o la alfarería. Una fantasía kitsch para gente a la que no se le cae la casa encima.
Carne de confinamiento
El hashtag #cluttercore acumula más de 8,7 millones de visualizaciones en TikTok. Uno de los pioneros en abanderar esta tendencia fue Billiam, un joven pianista que comenzó a mostrar vídeos de salones, cocinas y baños atestados de cosas. Su cuenta, @billiamthewadford, se hizo muy popular en la plataforma de vídeos por enseñar fotos de habitaciones góticas que había encontrado en Pinterest. Ahora son muchos los tiktokers, como @apricotdreams, que también animan a sus seguidores a desordenar con amor. En Instagram también destacan los perfiles de @thecluttercore y @cluttercore.aesthetics, que se dedican a recopilar estancias que cuadran con esta estética.
La pandemia consiguió que esta moda que hace las viviendas más cálidas y humanas pronto ganara adeptos. Los confinamientos, obligados o voluntarios por propia precaución, han hecho que estrechemos más aún el vínculo con nuestras casas. “El encierro ha traído, y sigue trayendo, consecuencias psicológicas. Principalmente porque no ha sido elegido, sino impuesto. Y cuando te limitan tu libertad, surgen sensaciones de ansiedad, aislamiento, soledad y falta absoluta de control sobre la situación”, advierte la psicóloga. Por ello, esta nueva moda es una forma perfecta de convertir tu hogar en tu templo.
Llenar nuestra casa de recuerdos de la añorada normalidad pre-pandemia es una forma de sentirse más conectados a los nuestros y arropados. “En estas largas estancias encerrados en casa hay que hacer de nuestra residencia habitual un lugar en el que nos sintamos totalmente cómodos. Una buena opción es hacer cambios, renovar, generar motivación y conexión por el espacio en el que nos tenemos que confinar”, recomienda la experta. Pero nunca cayendo en la adicción al cambio continuo. “Una obsesión al cambio constante puede generar una falta de estabilidad emocional, así como falta de criterio, dejándose llevar, únicamente, por las modas y llevándonos a un vacío interior”, avisa.
Al final lo que importa es transformar tu vivienda en tu hogar, te guste más o menos cargada, como bien explica Ortega: “Podemos estar en un espacio decorado con lo mínimo y conseguir que sea cálido. Cada objeto, color, figura, foto o cuadro ha de tener un significado. La sensación de calma la busca cada uno a su manera”. Sí, incluso en medio de un aparente caos.