“Si Britney Spears sobrevivió al 2007, tú puedes con cualquier cosa”. Seguro que alguna vez has visto un meme con una frase parecida a esta que hace referencia al famoso “breakdown“ que tuvo la cantante ese año y que acabó con ella rapada y dando paraguazos. Esta desagradable escena marcó un antes y un después en la carrera y vida de la cantante, pero no fue más que la gota que colmó el vaso tras años sometida a una sobreexposición de su intimidad. Sin embargo, han tenido que pasar otros 14 años para que un documental nos haga reflexionar de verdad sobre cómo este asunto influyó en sus crisis personales.
Producido por el New York Times, ‘Framing Britney Spears’ cuestiona la polémica tutela legal que ejerce su padre sobre ella desde aquel fatídico colapso, una situación que la incapacita para decidir sobre su vida personal y fortuna. Pero para que el espectador entienda por qué se llegó a esto, el documental tiene que relatar el auge y caída del icono. Y es ahí donde somos testigos del brutal acoso que sufrió Britney Spears desde que saltó a la fama siendo una adolescente, algo que a día de hoy resultaría inconcebible. A continuación recordamos los momentos más delicados y bochornosos que tuvo que vivir la cantante en su época de mayor fama. La prueba de que la toxicidad no nació con las redes sociales.
Sobre su virginidad
La sexualidad de Britney Spears siempre fue objeto de debate. En los inicios de su carrera, porque ella misma reconoció que sería virgen hasta el matrimonio; y más adelante, porque no cumplió su palabra. La cantante se vendió al mundo como una Lolita del siglo XX que, a pesar de su imagen sexy, se mantenía casta. Un choque entre la presunción de la inocencia y la sexualidad abierta que no era más que un reflejo de los conflictos de cualquier otro adolescente. Esto confundió a los estadounidenses más puritanos, pero al final la chica buena acabó conquistando a todos con su candidez independientemente de la ropa que llevara puesta.
En las entrevistas, los periodistas se atrevían a preguntarle a bocajarro si seguía siendo virgen, a lo que ella respondía con un tímido “yes“. Un cuento virginal que acabó de la peor de las maneras cuando rompió con su famoso novio de la época, Justin Timberlake, y este en venganza dio a entender que sí habían mantenido relaciones sexuales. Algo que también confirmaría Britney tiempo después en una entrevista, pero recalcando que ocurrió tras dos años de relación.
El despecho de Justin Timberlake
Pero la venganza de Justin Timberlake no se quedó ahí. Presuntamente, la ruptura se produjo a raíz de una infidelidad de Britney con un coreógrafo amigo de ambos, lo cual ya la colocaba de primeras como la mala de la película. A ojos del mundo ella se había cargado una relación en apariencia perfecta que durante los tres años que duró fue la envidia y aspiración de cualquier joven. Y a Justin le venía muy bien asentar esa idea. Tampoco fue casualidad que todo esto coincidiera con la promoción de su nuevo disco, ‘Justified‘, trabajo con el que el artista quería dejar atrás su etapa de boy band para meterse en el R&B. Así, Timberlake decidió rentabilizar su despecho mientras ella permanecía callada.
En la famosa entrevista que le hizo en su casa de Memphis la reputada periodista Barbara Walters, la palabra Britney solo tardó un par de minutos en salir a la palestra. El cantante dejó en el aire el tema de la deslealtad, tocó una canción al piano llamada Terrible Woman y su madre contó cómo había llegado a casa llorando con el corazón roto. Aunque el momento cumbre fue cuando Walters le preguntó si habían mantenido la promesa de llegar vírgenes al matrimonio y él respondió con ironía y entre risas “claro que sí”. En otra sonada entrevista en el programa de radio HOT 97, Justin se atrevió incluso a bromear con haberle practicado sexo oral a Britney. Este vídeo recopila algunas de las intervenciones de Justin Timberlake en las que habló directa o indirectamente sobre su ex pareja.
Pero el mayor dardo envenenado de Justin a Britney fue lanzado en forma de canción. Aunque el cantante insistió en el que el disco no estaba dedicado a ella, era evidente que sí. Solo había que escuchar la letra de Cry Me a River, que decía cosas como “ahora es tu turno de llorar, llora todo lo que quieras” o “no tienes que contar lo que hiciste. Ya lo sé, me enteré por él”. Venganza que remató con un videoclip que iba un chico que deja en casa de su ex –casualmente una doble de Britney– una cinta de vídeo en la que sale besándose con otra mujer. Muy sutil todo. Justin no solo se salió con la suya, sino que su imagen salió reforzada y siempre ha sido uno de los artistas más queridos y respetados de la industria. Pura misoginia. Por eso, no ha sido hasta ahora, y obligado por el polémico documental, cuando se ha decidido a pedir disculpas. Tarde y mal.
La infame entrevista de Diane Sawyer
Como decíamos, hasta ese momento Britney no se había pronunciado sobre Justin, y decidió hacerlo con la periodista Diane Sawyer, otra de las grandes estrellas de la televisión de Estados Unidos. La presentadora, experta en entrevistar a personajes en el ojo del huracán, no tuvo compasión con la princesa del pop. Sawyer le enseño fotos suyas con poca ropa, le preguntó si consumía cocaína y, cuando le recordó el duro año que había pasado, Britney rompió a llorar y pidió que pararan la entrevista, cosa que nunca pasó. Pero lo peor estaba por venir.
Cuando llegó el momento de tocar el tema Justin, la periodista básicamente le vino a decir que cómo había podido serle infiel al bueno de Timberlake. “Le rompiste el corazón. Hiciste algo que le causó mucho dolor, mucho sufrimiento”, dijo Sawyer condenando su actitud. Pero peor fue aún cuando le recordó un comentario que la primera dama de Maryland, Kendel Ehrlich, había hecho sobre ella: “Si tuviera la oportunidad dispararía a Britney Spears”. Aquí se puede ver la entrevista completa.
El acoso de la prensa
En los albores del 2000 todo lo que se sabía de la vida privada de los famosos era gracias a los medios de comunicación. Todavía faltaban unos años para que las redes sociales permitieran a los artistas estar más cerca de su público, por lo que los fans estaban ávidos de información de sus ídolos. Pero las entrevistas en televisión y los conciertos no eran suficientes para cubrir esa demanda, así que había que salir a la calle a buscarlos. Los encargados de esa tarea eran los paparazzis, quienes se convirtieron en aliados y enemigos de las estrellas del momentos. Pero en el caso de Britney, la relación fue especialmente tormentosa.
Hordas de paparazzis la seguían a todas partes y a todas horas. Todo valía con tal de obtener una foto de la princesa del pop que luego pudiera venderse por miles de dólares, daba igual si era de noche estando de fiesta o por el día yendo a comprar con sus hijos. Este acoso sin precedentes le llevó a cometer grandes errores, como cuando en 2006 fue fotografiada conduciendo con su hijo de cinco meses sentado en sus piernas. Un acto de temeridad registrado por decenas de cámaras que le costó el escarnio público. Ahora Britney también era mala madre. Los escándalos se sucedieron y Britney acabó perdiendo la custodia de sus dos hijos. El colapso estaba a la vuelta de la esquina.
El breakdown
En febrero de 2007 la cantante tocó fondo y protagonizó una de las escenas más tristes del mundo del espectáculo. Lo que todo el mundo recuerda es a una Britney con el pelo rapado dándole paraguazos al coche de un paparazzi. Pero la historia detrás de este altercado es mucho más compleja. El 15 de febrero la cantante internó en un centro de rehabilitación de los Ángeles en el que solo duró 24 horas. Nada más salir, decidió meterse en una peluquería y, ante la mirada de decenas de fotógrafos, se rapó el pelo ella misma porque, según le contó a la peluquera, la extensiones le apretaban demasiado. Cuando se miró al espejo, se puso a llorar.
Luego volvió a internarse y, el 23 de febrero, decidió ir a ver a sus hijos a casa de su ex pareja, pero este no le dejó. La artista no estaba de humor y los periodistas no dejaban de perseguirla. Era de noche y el coche en el que iba de copiloto se paró en una gasolinera, momento que los paparazzis aprovecharon para avasallarla a fotos. A los pocos minutos se volvieron a parar y la mujer que conducía pidió a los periodista que por favor pararan, pero entonces Britney se bajó con un paraguas en la mano y empezó a golpear el coche de uno de los fotógrafos. A los pocos días pidió perdón diciendo que estaba preparando el personaje de una película y que se había dejado llevar.
El hazmerreír nacional
Era evidente que Britney tenía problemas serios, pero convertir su dolor en un espectáculo tampoco ayudaba. Su estado de salud mental era objeto de burla en programas de televisión, como un concurso que rescata el documental en el que se le preguntaba a los participantes todas las cosas que había perdido Britney Spears ese año. “El pelo”, decía uno; “la cordura”, decía otro. Ambas respuestas eran correctas. También influyó que su breakdown coincidiera con el boom del cotilleo online y de los realities, ya que por entonces los límites de la responsabilidad en Internet eran muy difusos. El sensacionalismo más crudo se cebó con ella y muchos se lucraron a su costa.
La tutela de su padre
Alejada de la polémica hace ya muchos años, ahora el mayor problema de Britney es su propio padre. Desde el año 2008, Jamie Spears tiene la tutela legal de su hija mayor, lo que se conoce como “conservatorship”. El objetivo es evitar que Spears tome malas decisiones financieras y comerciales, así como protegerla de personas potencialmente tóxicas. Una situación que en principio iba a ser temporal pero que, nadie sabe muy bien por qué, acabó siendo permanente. Esto es lo que intenta dilucidar el documental ‘Framing Britney Spears’, el cual ha reabierto el debate sobre el polémico asunto. Y es que esta tutela se otorga a quienes son incapaces de tomar decisiones personales o financieras por sí mismos, algo inusual para alguien tan joven y productivo como Britney, quien no ha parado de trabajar durante todo este tiempo.
Además de manejar su patrimonio, estimado en más de 60 millones de dólares, Jamie Spears tiene control sobre todo lo que acontece en la vida de su hija, desde firmar contratos en su nombre a restringir sus visitas. El pasado mes de noviembre la cantante ya perdió un intento legal por retirar la tutela a su progenitor, pero la batalla legal por recuperar las riendas de su vida sigue. De hecho, hace tan solo unos días el juez le negaba a su padre la tutela completa, la cual ahora tendrá que compartir con un fondo de inversión elegido por ella. Algo es algo. Pero más allá de esto, cabe preguntarse si hubiera pasado lo mismo con un artista masculino. ¿Por qué nunca se ha planteado una tutela de este tipo para otras celebridades que han tenido problemas con las drogas, con la justicia o que han pegado o maltratado a otras personas? Artistas como Sean Penn, Robert Downey JR o Justin Bieber que, a pesar de sus múltiples polémicas, nunca han perdido en control sobre sus finanzas. Para ellos sí hubo margen de error, pero no para Britney.
#FreeBritney
El movimiento que exige la “liberación” de Britney viene de lejos. El meme del 2007 dio paso a una rebelión iniciada por fans acérrimos que creen que la cantante vive secuestrada por su padre. Aunque ella ha intentado calmar las aguas asegurando desde su cuenta de Instagram que está más feliz que nunca, el hastasg por su libertad está más vivo que nunca. Y no solo sus seguidores defienden esta idea. También otras celebridades como Sarah Jessica Parker, Miley Cyrus, Sharon Stone, Cher Courtney Love o Charlie Puth han hecho público su apoyo a la princesa del pop. Pero como decía ella en uno de sus últimos post: “Recordad, no importa lo que creamos saber sobre la vida de una persona, no es nada comparado con la persona real que vive detrás de la cámara”. Y la suya, a pesar de todo, sigue siendo un misterio.