La mañana del pasado martes, Madrid amanecía con un inusitado nuevo monumento. La recién estrenada Puerta del Sol, tras meses de remodelación y obras, acogía a las 16.00 horas y durante unos pocos minutos una estatua de Juan Carlos I apuntando con un rifle a la icónica escultura del Oso y el Madroño. Sí, el Rey emérito amenazaba al símbolo de la capital española y todo era obra de Nicolás Miranda, un insurrecto artista chileno que trajo al monarca troceado en dos maletas desde su país natal. Pero, ¿cómo se consigue algo así? ¿Por qué alzar una estatua en la Puerta del Sol de Madrid? Para aclarar todas las dudas, hemos hablado con el propio artista, que nos atiende mientras prepara su marcha a Argentina.
La escultura, hecha de poliuretano, masa de modelar y óleo, no es el fin en sí. El concepto artístico es toda la intervención urbana que ha realizado el chileno. “La obra no es la escultura, la obra es la intervención en sí, la operación y el relato de eso. Se llama Estrategias parasitarias para la sobrevivencia en un mundo cruel“, puntualiza el artista. “Mi trabajo es arte contextual en un sitio específico. La idea nace a partir de estar viendo residencias de arte por aquí. Tomo elementos identitarios de los sitios a los que voy y los manipulo como un fenómeno comunicativo. Los modifico y los pongo en un lugar que, aparentemente, no les corresponde, pero respetando los códigos”, matiza. Así, poner la escultura de Juan Carlos I con un rifle es algo disruptivo en la famosa plaza madrileña, pero no desentona entre el resto de elementos y cualquier foráneo podría pensar que siempre estuvo ahí.
La escultura fue traída por partes y en maletas
Pero, ¿cómo trasladar una escultura y plantarla en Sol? Pues con mucha logística. “La traje por partes: cabeza, torso, piernas y el pedestal que se ensambla. La monté aquí estos días y la pegué con pegamento de construcción. Luego, también fue un trabajo logístico armado desde Santiago de Chile, aunque revisé las cámaras de Sol y vino gente que nos dio consejos legales, de tiempos, de luz…”, explica el artista. Todos los trozos pasaron la aduana sin problemas hace una semana y permanecieron en un piso hasta que el martes las sacó en maletas camino a su lugar de exhibición.
Miranda no había estado nunca en Madrid antes de esta acción, pero llevaba semanas estudiando los horarios de la Puerta del Sol. Valiéndose de las cámaras que de forma online nos muestran la plaza las 24 horas –y que cualquiera podemos ver–, se empapó de las dinámicas del lugar y calculó a qué hora podría haber menos control policial y un cambio de turno. Así, el chileno aprovechó esta baja vigilancia y a las 16.00 horas, entró a la plaza y dejó su escultura exhibida durante unos 10 minutos ante la atenta mirada de los transeúntes, que se fotografiaban con ella.
No llegó ningún policía y Miranda hizo todo acompañado de su abogado
Para sorpresa de todos, no llegó ningún policía, aunque, según dice el escultor, le habría gustado que algún agente la requisara. Eso sí, para evitar cualquier tipo de multa, Miranda realizó toda la performance acompañado de su abogado. “No me han sancionado por ahora y, al parecer, no hay delito. Estuvo dos segundos y puede ser una persona que se paró a descansar con un bulto. No hubo daño al mobiliario público y fue algo breve. Tampoco la pose del Rey emérito es denigrante, es cazando. Mi intención no es ridiculizar al emérito”, aclara.
El rey cazador
Pese a todo el revuelo causado, la intención de Miranda, según admite, no era alborotar ni ofender. “Hay algo de incorrección, pero no sé si busco provocar a los demás. Me interesa el arte como un fenómeno comunicativo en el que el humor también tiene que ver al poner algo donde se supone que no va, pero que es leíble por todos. Es una herramienta necesaria en una sociedad que está lisiada a nivel mundial. Es bastante política en sí misma, no porque vaya Juan Carlos I, sino por la operación de relectura de lo ya dado. Releer lo que se te presenta como una verdad. En este caso, un monumento y otro camuflado”, agrega.
La escultura recuerda a la caza de osos que Juan Carlos I realizó en Rumanía
De hecho, tal y como explica el escultor, la inspiración le vino de la propia leyenda del Oso del Madroño. “Cuando empecé el proyecto, vi elementos identitarios de Madrid como el oso, claramente. La leyenda dice que Alfonso XI mató un oso pardo y de ahí se hizo icono. Entonces, fue sumar uno más uno”, narra. De eso o de la afición a la caza del monarca. Y es que, al ver esa estatua de un Juan Carlos I rifle en mano y sonriente, es imposible no recordar la polémica cuando el emérito cazó elefantes en Botsuana o mató a nueve osos protegidos en una cacería en Rumanía.
Propósitos de escándalo aparte, lo que sí que está claro es que Miranda, gracias a este gesto, ha obtenido una gran atención mediática y, seguramente, el precio de la obra habrá aumentado. “Aún tengo que hablar con el galerista con el que trabajo en Argentina, pero supongo que se habrá revalorizado. Yo vengo de Chile, un país de especuladores y habrá que entrar en ese terreno a ver cómo subió la plusvalía”, estima.
Por el momento, la polémica obra se mostrará el próximo jueves 4 de mayo en la sede del colectivo cultural La Parcería, donde también se proyectará un documental sobre todo el proceso. Al final, va a ser cierto aquello de “lo importante es que hablen de ti, aunque sea mal”.