Si lees la entrada en Wikipedia que tiene Marfa, lo único que descubrirás es que es una pequeña localidad de Texas (Estados Unidos) de apenas 1.981 habitantes. Pero esta anodina ciudad situada a 100 kilómetros de la frontera de México alberga un establecimiento que la equipara a grandes urbes como Nueva York o París: tiene una tienda de Prada. Como lo oyes. Entre tierras áridas, carreteras desiertas y serpientes, existe un toque de glamour. La instalación fue fundada en 2005 por las artistas conceptuales Yvonne Force Villareal y Doreen Remen, que unieron fuerzas con los arquitectos escandinavos Michael Elmgreen e Ingar Dragset y la galería Ballroom Marfa.
Sin embargo, lo que podría ser una utopía para cualquier shopalcoholic, se creó para todo lo contrario: criticar la invasión del lujo. Porque Prada Marfa nunca ha funcionado como comercio, y eso que ya tiene 12 años de vida. Poco tiempo después de su apertura, la tienda sufrió un importante robo. Por eso, ahora su escaparate solo exhibe bolsos de mujer con el fondo cortado y zapatos del pie derecho de la talla 37. El edificio ha soportado más actos vandálicos, además de llenarse de grafitis, lo cual ha obligado a sus responsables a instalar una cámara de seguridad y una alarma. Uno de los peores episodios ocurrió en 2014 cuando alguien pintó las paredes de azul, acuchilló la marquesina y colocó carteles por el escaparate.
Pero los problemas no se han quedado ahí. En 2013 el Departamento de Transportes de Texas declaró la obra ilegal por ser, básicamente, un cartel de publicidad. Sin embargo, Prada no pagó por el proyecto, así que después de un año de enfrentamiento ambos llegaron al acuerdo de clasificarla como museo. La propia Miuccia Prada colaboró aprobando el uso del logotipo de la marca y cediendo bolsos y zapatos de la colección 2005. Un singular monumento que tuvo un coste aproximado de 75.000 euros. Los curiosos que se personan frente a la instalación no dudan en hacerse el típico selfie. Hasta la mismísima Beyoncé realizó un largo viaje desde Los Ángeles para poder contemplarlo. Si tú también quieres hacerlo has de saber que los aeropuertos más cercanos son el de El Paso, a dos horas y media, y el de Midland, a tres horas.
Y quien piense que no merece la pena hacer un viaje solo para ver una obra de arte contemporáneo, se equivoca. Otra de las atracciones del lugar es alquilar la típica tipi india o una tienda de campaña de lujo y dormir en medio del desierto. Algunos, incluso, van con la esperanza de toparse con algún platillo volador. Y hay que planificar el viaje con tiempo, porque en Marfa la ocupación hotelera es alta. Si alguna vez pensaste que la ostentación estaba limitada a los barrios pijos esta tienda te hará pensar lo contrario. Ojo, amantes de la moda, porque aquí los cowboys saben de elegancia.
*Artículo originalmente publicado en el número 49 de Vis-à-Vis. Pide tu ejemplar en papel en tienda.ploimedia.com o descarga la edición digital interactiva para iOS o Android.