Se alquila cárcel. Razón: aquí

En Holanda está ocurriendo lo que en otros países es una utopía: está reconvirtiendo sus celdas vacías en hoteles de lujo o en espacios de acogida para refugiados.

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No se trata del argumento de una película de Disney, sino la realidad de la que pueden presumir en Holanda. Después de cerrar 19 prisiones en 2016, otras cinco cárceles holandesas echaron el cierre en 2017. ¿El motivo? Según los criminólogos, en parte se debe a una caída espectacular de las tasas de criminalidad durante las dos últimas décadas, pero también a un enfoque punitivo que prefiere la rehabilitación al encarcelamiento.

Datos del Ministerio de Justicia del país apuntan que casi un tercio de las cárceles holandesas permanecen vacías, una situación que lleva a formularse la siguiente pregunta: ¿qué está pasando en Holanda para que sea de los pocos países desarrollados del mundo que no tiene que afrontar un problema de hacinamiento carcelario? “El gran número de celdas vacías tiene relación con la disminución de la delincuencia, más aún debido a que el crimen predominantemente violento, para el cual se aplican las penas más severas, ha disminuido sustancialmente. Sin embargo, esto no es una explicación suficiente, porque el crimen cayó en muchos países occidentales, pero no en todas partes hay una caída subsiguiente en las tasas de encarcelamiento”, matiza René van Swaaningen, profesor de Criminología Internacional y Comparada en la Universidad Erasmo de Róterdam (Países Bajos).

René es un docto conocedor del sistema penitenciario holandés, por lo que puede detallar los diferentes factores que han propiciado esta llamativa realidad. Entre esos motivos se encuentra un factor circunstancial, ya que a lo largo de la década de los 90 se construyeron un número importante de nuevas cárceles cuando los índices de delincuencia ya se estaban estabilizando. “Los programas de construcción no se anularon, porque ya se habían firmado contratos, por lo que acabamos teniendo más cárceles de las que necesitábamos”, señala René.

Otro factor apuntado por el profesor Swaaningen, y uno de lo más primordiales, es la inversión en programas de prevención de delitos ajenos al sector penal, como pueden ser agencias de bienestar social, empresas privadas y organismos de vigilancia. “Las sanciones que pueden imponer son muchas, pero excluye el encarcelamiento”, añade. Asimismo, a nivel demográfico, este criminólogo destaca dos hechos que han marcado significativamente la disminución de la criminalidad: el envejecimiento y disminución de la población problemática relacionada con las drogas; y la influencia de Internet, que propicia que los jóvenes de entre 12 y 18 años –el grupo poblacional en mayor riesgo de cometer delitos callejeros– pasen menos tiempo en la calle y vean sus necesidades personales satisfechas en el mundo online.

Según el estudio Reversing the Punitive Turn: The Case of The Netherlands, incluido en el libro ‘European Penology’, los medios de comunicación pueden influir en las tasas de encarcelamiento. Sí, lo que lees. El sensacionalismo de los medios es crucial a la hora de influir en la percepción de la inseguridad que pueda tener la población de un país. Como ejemplo, el estudio menciona el caso de Finlandia, uno de los países del mundo con menor tasa de encarcelamiento y gracias, en parte, al hecho de que apenas existen tabloides amarillistas y a que su principal periódico, el Helsingin Sanomat, es por suscripción, por lo que no hay necesidad de ofrecer sensacionalismo para atraer a los lectores. “Los medios de comunicación sensacionalistas pueden provocar el miedo al crimen, un temor que se transmite a la arena política y los políticos, en respuesta, abogan por medidas penales más duras”, opina el criminólogo de la Universidad Erasmo.

Cárceles cinco estrellas

Todos estos condicionantes se traducen en un tasa de encarcelamiento increíblemente baja: 53 personas encerradas por cada 100.000 habitantes. Si analizamos las últimas tasas de otros países de su entorno, la realidad da cuenta del problema que afronta Hungría (180’8), Reino Unido –Inglaterra y Gales– (148’3), España (141’1), Bélgica (113’7) o Francia (98’3). Y ya no hablemos de la primera potencia mundial. Estados Unidos es el país con mayor tasa de población reclusa en el mundo, con 693 detenidos por cada 100.000 habitantes.

Esa falta relativa de prisioneros es lo que ha motivado la creatividad de las autoridades holandesas. En la cárcel de Koepel, ubicada en la ciudad de Haarlem, en el noroeste de Holanda, la gran galería central en la que antes se concentraban los presos ahora se ha reconvertido en un patio de juegos donde refugiados y solicitantes de asilo, llegados de Siria, Iraq y Afganistán, practican fútbol o simplemente dan paseos y charlan.

La misma labor social cumple la antigua prisión Bijlmerbajes, ahora denominada como Lola Lik. Con casi 10.000 metros cuadrados, esta mole carcelaria es ahora un centro creativo para startups, estudios de arte y un centro para más de 1.000 refugiados. Las paredes grises y represivas conforman ahora enormes murales coloridos que irradian una nueva luz donde antes solo había oscuridad.

La reconversión de las cárceles holandesas deshabitadas también ha sido aprovechada por el sector del lujo. Es el caso de la prisión Het Arresthuis de Roermond, que tras más de un siglo y medio siendo uno de los centros penitenciarios más temidos, cerró en 2007 para volver a abrir dos años después, pero transformado en un lujoso hotel. Para no perder el encanto histórico que le precede, el grupo holandés Van der Valk decidió mantener las puertas originales de las celdas. El alojamiento cuenta con 40 habitaciones que cuestan 200 euros/noche y hay cuatro suites de lujo con nombres ad hoc: Abogado, Juez, Director y Carcelero.

Réditos económicos

Otra utilidad pensada por el Ministerio neerlandés de Justicia fue optar por colgar en las cárceles vacías el cartel de “se alquila”, y no le faltaron interesados. Uno de los primeros países en alquilar prisiones fue Bélgica, que enfrenta un problema de superpoblación –127 presos por cada 100 plazas–. En 2009, llegó a un acuerdo con Holanda de 30 millones de euros al año a cambio de mantener recluidos a 500 presos. Y, hace dos años, Noruega acordó pagar a los Países Bajos unos 25 millones de euros anualmente por el alquiler durante tres años de la prisión de Norgerhaven para albergar a 242 prisioneros.

La introducción de mecanismos de mercado en el sistema penitenciario ha reportado importantes réditos económicos a las arcas del Estado holandés, que según cálculos oficiales llegan a ahorrarse cerca de 100.000 euros al año por cada preso. “Una celda en los Países Bajos cuesta alrededor de 280 euros por día y llega a los 400 euros diarios en una prisión de alta seguridad. Las medidas no privativas de libertad solo cuestan una fracción de eso”, argumenta el profesor Swaaningen. Entre esas medidas, está funcionando eficazmente el ‘monitoreo’ electrónico aplicado a presos por delitos menores. Un estudio en 2008 reveló que reducir la sentencia de los prisioneros para permitirles volver a trabajar con pulseras telemáticas redujo los índices de reincidencia hasta en un 50%. De esta forma, los presos permanecen activos, pero localizados, y contribuyendo a la economía del país. “El pragmatismo aún prevalece en los Países Bajos. Las prisiones son costosas e ineficaces y, por eso, buscamos soluciones más eficaces y más baratas”, arguye el criminólogo holandés.

Tras plantear las bondades y beneficios del sistema penitenciario holandés, ¿podríamos concluir que un país con un porcentaje más bajo de población carcelaria es un país más seguro? “No veo una correlación. Lo que la gente reporta a la policía depende principalmente de la confianza que tienen en las fuerzas de seguridad y el sistema judicial. Aunque, en el caso de Holanda, he de decir que las encuestas revelan que hay una disminución de la victimización”, sostiene Swaaningen. En lo que sí coincide este criminólogo holandés es en poner en valor la prevención en detrimento de la represión. “Las medidas punitivas no disuaden ni impiden la delincuencia en ningún otro sentido, esto se confirma estudio tras estudio. Necesitas intervenir antes de que las cosas se vayan de las manos, preferentemente para limitar las oportunidades de cometer delitos y responder a las causas del mismo”, concluye.

*Artículo originalmente publicado en el número 50 de Vis-à-Vis. Pide tu ejemplar en papel en tienda.ploimedia.com o descarga la edición digital interactiva para iOS o Android.