Si el rostro de los animales refleja o no sus emociones siempre ha sido un tema muy discutido. El premio Nobel de Medicina Konrad Lorenz (1903-1989) fue el primero en describir la risa canina en su libro ‘El hombre conoce al perro’. Según este médico austriaco, al sonreír, el perro abre de forma ligera sus fauces y enseña un poco su lengua. La etóloga Patricia Simonet, por su parte, descubrió que los perros, cuando juegan entre ellos y están felices, jadean de forma diferente. Incluso unos investigadores de Reino Unido han creado un sistema conocido como ‘Dog facial action coding system’ que estudia las emociones vinculadas a cada movimiento. Y en cuanto a los gatos, cabe destacar el estudio de Lee Niel, un profesor de la universidad de Guelph (Ontario, Canadá), sobre los denominados cat’s whisperers –lectura de las caras de los gatos–.
Pero nada mejor para probar todo esto que el trabajo de Elke Vogelsang, una fotógrafa alemana que sabe captar como nadie la personalidad de nuestras mascotas a través de sus expresiones. “Tendemos a humanizar a los animales, lo que puede llevar a un comportamiento insano hacia ellos. Sin embargo, yo juego mucho con tratar de mostrar algún tipo de emoción humana en el animal. Me encantan los perros que parecen un poco decepcionados o escépticos. Pero esa es sólo nuestra interpretación de sus caras. Tanto los perros como los gatos tienen labios puntiagudos hacia abajo, lo que les hace parecer ligeramente tristes. Pero en realidad los perros hablan más a través de sus orejas. Si las orejas están levantadas, están interesados y bien despiertos”, explica.
Pero conseguir sacar todos estos registros de una mascota no es una tarea fácil. “Cuando un cliente llega a mi estudio le doy al perro un tiempo para que husmee, explore la habitación, se acostumbre a los sonidos y a la atmósfera. Y cuando pienso que está cómodo, disparo un flash de prueba –siempre a baja potencia– para ver cómo reaccionan. La mayoría ni se inmutan”, asegura. Sus sesiones no duran más de una hora y media, por lo que es fundamental que los modelos estén concentrados, algo que solo se puede conseguir si también están relajados, motivados y, sobre todo, entretenidos. “Tanto los perros como los gatos adoran las golosinas y los juegos. Son en esas fracciones de segundos que toman para comer, lamer o jugar cuando parecen excitados con los ojos bien abiertos o ponen una cara graciosa”, explica la fotógrafa.
Pero cada animal tiene sus particularidades, su propia personalidad. Para Elke, los perros siempre son más cooperativos que los gatos; mientras que los animales viejos son más difíciles de sorprender o de conseguir que se interesen en lo que ya han visto y oído antes. También influye mucho si están entrenados o no. “La mayoría de mis modelos son perros de familia, pero para los proyectos comerciales los animales entrenados son una ventaja, especialmente cuando se trata de gatos. Los gatos entrenados suelen estar cómodos en un entorno que no conocen y algunos incluso están entrenados para sentarse”, afirma la fotógrafa.
El negocio de fotografiar mascotas
Hoy en día Elke trabaja casi exclusivamente como fotógrafa comercial y editorial para empresas y revistas, aunque también hace sesiones para nutrir su archivo. ¿Su mejor consejo para quien se quiera dedicar a este negocio? Atreverse a poner un precio decente desde un principio. “Nunca te ganarás la vida con la fotografía si intentas competir con el precio. Siempre habrá alguien que sea más barato. Tampoco sigas las tendencias, créalas. Y sé proactivo. Presenta tu trabajo a la gente que pueda estar interesada en él. Lo peor que puede pasar es que no obtengas una respuesta. A mí me rechazaban todo el tiempo“, recomienda.
La pasión de Vogelsang por la fotografía de mascotas empezó hace ya casi una década, coincidiendo con un momento difícil de su vida. Después de varios años cuidando de su suegra con demencia, Elke decidió buscar una salida creativa y se planteó un proyecto de hacer una fotografía al día. Sin embargo, poco antes de empezarlo, en la Navidad de 2009, encontró a su marido inconsciente en la bañera tras haber sufrido una hemorragia cerebral. “A pesar de que mi marido estaba en el hospital, o más bien por ello, decidí iniciarlo. Quería tener algo así como un diario visual de mi marido mientras estaba en coma inducido. Y, a menudo, mis perros se ponían frente a la cámara”, cuenta.
Afortunadamente, su marido se recuperó completamente, pero para entonces la fotografía de mascotas ya se había convertido en su pasión y no quería dejarla. “Yo trabajaba como traductora freelance, que es un buen trabajo, pero no tan satisfactorio. Además, cada vez más gente me preguntaba si podía fotografiar a su perro, así que finalmente registré un negocio como fotógrafa. Supongo que esa es mi historia de esperanza“, explica.
Desde entonces, Vogelsang ha trabajado con perros de rescate, ha estado en Marruecos para documentar la vida de sus perros callejeros y en España para fotografiar animales de un refugio y caballos de Pura Raza Española. En 2015 también publicó un libro con retratos de sus tres perros y para 2021 tiene previsto lanzar otro. “A lo largo de los años he conocido cientos de perros diferentes y sigo aprendiendo a motivarlos”, asegura. Y es que esa es la única forma de aspirar a la excelencia en el retrato de mascotas.