Jaime Lorente: “El nivel de exposición a veces es brutal”

Charlamos con el actor de 'La casa de papel' y 'Élite' sobre la fama, los followers, su amor por el teatro y su vena poética.

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¿Te está sobrepasando la exposición mediática?
Sí, desde luego. El nivel de exposición a veces es brutal y convivir con ello no es fácil si te gusta tener una vida tranquila. Hay gente a la que le encanta el ruido y las luces, pero a mí lo que me gusta es mi profesión, todo lo demás lo acepto como una consecuencia. He tenido que aprender a gestionarlo porque muchas veces he sentido que han invadido mi espacio más íntimo. Afortunadamente, nadie me ha dado un toque de atención porque le tengo demasiado respeto y amor al oficio. Lo entiendo como un trabajo serio y nunca voy a supeditar mi curro a la fama o a las mentiras que se puedan generar alrededor.

Ahora que estás en lo alto, ¿crees que eres diferente?
Sí que he cambiado, me veo más maduro, o eso espero —ríe—. He aprendido a gestionar mi vida de otra forma. Cosas que me afectaban hace dos años de forma sobrenatural ahora me dan exactamente igual. He sido muy duro conmigo mismo. Y en esta profesión, con tantos altibajos emocionales, se hace todo muy enrevesado. He pasado mucho miedo por no saber si voy a ser capaz de cumplir mis objetivos o voy a estar donde quiero estar.

Gracias a esa fama no buscada, en Instagram sumas más de seis millones de seguidores. ¿Ha cambiado tu forma de utilizar las redes sociales?
Sí, claro. Lo que yo compartía inicialmente solo con mis amigos ahora lo comparto con seis millones de personas. Y, obviamente, hay cosas que no quiero enseñar. Llega un momento en el que te decantas por utilizar la plataforma para hablar y promocionar el trabajo que estás haciendo más que para contar tu día a día.

Incluso has tenido que pedir de forma pública que dejen de mandarte imágenes obscenas.
Estamos en un momento en el que no puedes opinar ni decir nada porque la gente está deseando clavarte las uñas y arañar. De un tiempo para aquí, me he sentido muy invadido y considero que se me ha faltado mucho al respeto. Yo no tengo por qué recibir la imagen de un tío o tía en pelotas. Y no hablo solo de las imágenes que me mandan por Instagram y veo innecesarias. También me refiero a las portadas de la revista Cuore que me resultan tremendamente asquerosas. Si la gente no puede entender que eso es invadir la intimidad, pues que les den.

¿Estás muy enganchado al móvil?
Depende del momento, pero sí, un poco —ríe—. Siempre estoy metido en Twitter e Instagram. También es cierto que paso mucho tiempo con el móvil porque parte del trabajo lo tengo que hacer por ahí, pero al final llega un momento que digo: “Vale, ya está bien”.

En ese sentido, ¿crees que tu número de seguidores puede influir en que te escojan o no para un papel?
Yo creo que en determinados casos sí, sobre todo cuando hay dudas entre diferentes actores. Lo entiendo y no lo entiendo al mismo tiempo. Creo que la calidad de un trabajo no se tiene que ver afectada porque una persona tenga más o menos seguidores, pero comprendo que a nivel de producción y de dinero se plantee esa opción para llegar a más gente. Más allá de eso creo que no se debería mezclar una cosa con la otra, pero se hace.

Con esa rivalidad, ¿se puede tener amigos dentro de la profesión?
Sí, claro. Sin embargo, la gente se equivoca mucho porque no puedes llegar a un proyecto y querer ser amigo de todo el mundo. Hay gente que te cae bien y gente que no te cae tan bien. Si surge una amistad como me ha surgido a mí con Miguel Herrán, María Pedraza —su actual pareja— o Úrsula Corberó, debe ser de forma natural. Otra cosa no, pero falsedad en esta profesión tenemos un ratito.

“He visto a compañeros hacerse la zancadilla de modo muy fuerte”

¿Se ponen muchas zancadillas entre bambalinas?
Por suerte a mí no me las han puesto aún —ríe—. Supongo que se debe a que no me he abierto al cien por cien con toda la gente que he trabajado. Pero lo cierto es que sí, he visto a compañeros hacerse la zancadilla de modo muy fuerte.

Hasta el estreno de ‘La casa de papel’ eras prácticamente desconocido a ojos del público. ¿Ha tardado en llegar esta oportunidad?
No. ‘La casa de papel’ es lo primero gordo que hago en ficción, me he dedicado siempre al teatro. Yo he estudiado en la ESAD de Murcia y me he hinchado a hacer teatro clásico. El teatro es un medio mucho menos reconocible, la exposición social que te da no es ni un diez por ciento de lo que te da la televisión o el cine, pero es lo que me gusta y para mí es la escuela del actor. El escenario es el escenario. Yo me he querido formar ahí y es algo que no quiero abandonar nunca. Sabía que la repercusión que iba a tener era menor, pero hasta que no me ha llegado una ficción capaz de atravesarme y hacer que me enamore de la cámara no he querido hacer nada más allá de eso.pero hasta que no me ha llegado una ficción capaz de atravesarme y hacer que me enamore de la cámara no he querido hacer nada más allá de eso.

Para ti la formación es importante. ¿La constancia es tu secreto?
Yo creo que sí, bañado por un poco de suerte que, obviamente, se necesita. No hablo de suerte en forma de varita mágica, sino en el hecho de estar en el sitio adecuado en el momento preciso. Esto es algo que parece una tontería, pero es verdad. También es importante que en ese momento te pillen preparado y yo me he esforzado mucho por estarlo. La intención, mis estudios y mi formación están ahí. Creo que es la clave de todo.

Y eso que has asegurado que no eras muy buen estudiante…
Yo era estudiante del universo —ríe—. Hasta que llegué a la ESAD de Murcia no había estudiado nada. Recuerdo la E.S.O. y el Bachillerato y no estudiaba nada, era un desastre. Un día le dije a mis padres que quería ser actor y me respondieron: “Quiere ser algo, nos vale, lo que sea” —ríe—. Si no hubiera sido actor imagino que ahora estaría en alguna carrera de derecho o filosofía.

“Con cinco años, mi hermana Almudena descubrió mis primeros poemas y desde entonces no he dejado de leer y escribir, es mi auténtico vicio”

¿Dónde te refugias cuando no estás trabajando?
En mis tres amigos murcianos que se vinieron casi al mismo tiempo que yo a Madrid a trabajar. Me encanta tomarme cervezas con ellos, estar en su casa jugando a la Play o a algún juego de mesa y reírnos sin parar. Por otro lado, también me gusta mucho la guitarra, cantar y escribir. Salir a correr me relaja y sirve para desahogarme. Pero comer es, probablemente, mi mayor hobby —ríe—.

Hablando de escribir, ya tienes tu primer libro de poemas, ‘A propósito de tu boca’…
Es el proyecto que más nervioso me ha puesto últimamente. El libro está divido en dos: ‘A propósito de tu boca’ y ‘A propósito del mundo’. En la primera parte hay poemas relacionados con el amor y mi forma de vivirlo. Mientras que la segunda se centra en mi visión del mundo en cuanto a lo racial, lo político y lo humano. Es la forma de expresarme que más excitante me resulta y más me libera. Es mi manera de dar forma a todo aquello que siento y no expreso. Con cinco años, mi hermana Almudena descubrió mis primeros poemas y desde entonces no he dejado de leer y escribir, es mi auténtico vicio. Creo que también me influyó mucho en su momento mi proximidad con el rap, al final son dos cosas que están muy unidas.

New generation

¿Cómo es trabajar con Netflix?
Son gente con una capacidad de crear muy grande. Tienen muchos creativos en el equipo y no dan un paso sin saber que es hacia delante. Te cuidan una barbaridad, hacen que tu trabajo sea muy fácil y ponen todo a tu disposición. Para mí, la llegada de Netflix ha sido un tesoro, ha dado la oportunidad a mucha gente no conocida. Ya no hay una competencia directa por hacerse con “x” actor que funciona muy bien en España. En ese mercado puede que funcione muy bien, pero ellos lo lanzan a 190 países. Apuestan por el talento, lo tienen clarísimo. Yo ya llevo tres producciones con ellos y lo cierto es que no tengo ninguna queja.

¿Qué pensaste cuando te dijeron que habría tercera temporada de ‘La casa de papel’ ?
Yo leí el guión fue como: “¿Esto cómo se va a grabar?”. Me parece alucinante lo que se ha creado. El listón estaba muy alto. Lo pensaba y me decía: “Estamos forrados, ¿vamos a atracar otra cosa para qué?”. Pero es que en el equipo de guión son unos bestias y Netflix ha puesto todo de su parte para que sea la bomba. Lo he pensado mucho: “¿Y si la cagamos? Pues oye, haber elegido muerte”.

“Bendito encasillamiento si se resuelve en trabajo estando la cosa tan difícil”

Tu personaje, Denver, podríamos decir que nació en el cuarto de baño.
La primera vez que recibí la separata del casting no entendía nada. Solo tenía secuencia y media donde ponía “Denver” y “Moscú”, no sabía por qué se llamaban así los personajes, no había ningún contexto. Sin embargo, sí había muchas menciones a la risa de Denver y por eso entendí que era una característica importante del personaje. A partir de ahí vi que era un macarra y un quinqui de cuidado, así que por circunstancias geográficas me inspiré en algún referente del extrarradio murciano que me era familiar –ríe–. En cuanto a la risa, surgió en el baño, riéndome de mil formas delante del espejo y, aunque sueno un poco patético, me quedé con la que me hizo gracia a mí mismo. Me reí con mi propia gracia que es algo terrible –bromea–.

Si tuvieras el botín que tiene Denver, ¿en qué te gustaría derrocharlo?
En hacer un teatro aquí en Madrid. Es la ilusión de mi vida. Haría un teatro con mis amigos para representar producciones sin parar. La primera obra que haría sería ‘Calígula’, de Albert Camus, que la amo. Después ya veríamos, pero esa es la obra que tengo que hacer una vez en mi vida sí o sí. Me parece la mejor función del mundo.

¿Tienes miedo a que se te encasille en el perfil de actor canalla?
Sí, es obvio. También en ‘Élite’, uno de los rasgos del personaje que interpreto es que es un macarra. Sin embargo, es un miedo que se me ha pasado un poco porque bendito encasillamiento si se resuelve en trabajo estando la cosa tan difícil. Si que te da miedo que te pidan siempre lo mismo, pero, por ejemplo, con ‘¿A quién te llevarías a una isla desierta?’ Jota Linares me regaló un personaje que no tiene nada que ver con ese estilo. En este país enseguida pensamos que un actor solo es capaz de hacer bien un determinado papel. Y yo aquí puedo reivindicar todo lo que he currado, lo que me he formado y cómo continúo haciéndolo. Precisamente, para poder hacer otros papeles como este.

**Artículo originalmente publicado en el número 52 de Vis-à-Vis. Pide tu ejemplar en papel en tienda.ploimedia.com o descarga la edición digital interactiva para iOS o Android. 

Foto: Alberto Van Stokkum/ Asistente de fotografía: Gabo Boza y Agustín Escámez/ Estilismo: Alicia Claros/ Asistente de Estilismo: Marta Herráez/ Maquillaje y peluquería: Lulú Pérez