Hay hoteles en los que te sientes como en casa, pero el Hotel Cecil de Los Ángeles no es uno de ellos. Si no, que se lo digan a todos los huéspedes que a medidos de febrero de 2013 se quejaron del mal olor que provenía de las duchas y los lavabos. Cierto es que este hotel de 600 habitaciones no destaca por sus lujos, pero tampoco iba a imaginar nadie que esa nauseabunda peste fuera fruto de la descomposición de un cadáver. Los responsables del inmueble decidieron comprobar el depósito de agua y acabaron descubriendo el cadáver de la turista Elisa Lam, cuya desaparición se había anunciado un mes antes. Pero esta no ha sido la única muerte extraña ocurrida en este lúgubre hotel. Por algo Ryan Murphy se inspiró en él para la quinta temporada de ‘American Horror Story‘.
La tragedia de Elisa Lam es la trama central del nuevo documental de Netflix, ‘Desaparición en el Hotel Cecil’, que repasa la historia de este hotel marcado por los suicidios y las muertes. Por sus sus habitaciones han pasado asesinos, narcotraficantes y un sinfín de suicidas que lleva a muchos a pensar que está embrujado. Desde asesinos en serie como Richard Ramírez o víctimas tan famosas e intrigantes como Elizabeth Short, la famosa Dalia Negra, todos han visto su destino truncado en este edificio de hall marmóreo y escaleras de alabastro.
Un vídeo icono del creepypasta
La historia de Elisa Lam podría haber pasado inadvertida sino llega a ser por la sobrecogedora grabación que dejó momentos antes de su muerte, el 1 de febrero de 2013, y que corrió como la pólvora por Internet, alimentando miles de conjeturas. En ella se ve cómo la joven entre en el ascensor del hotel aterrada y empieza a pulsar de manera frenética varios botones. Sin embargo, el ascensor no responde y, tras intentar esconderse dentro del mismo, decide asomarse al pasillo. Una vez fuera, Lam parece entablar una conversación con alguien a razón de los extraños movimientos que hace con sus manos. Al final, ella se marcha y el ascensor, por fin, cierra sus puertas.
El cuerpo de Elisa fue encontrado el 19 de febrero de 2013 en uno de los tanques de agua que había en la azotea, pero su historia con el hotel comenzó casi un mes antes. Para el 28 de enero de ese año, la joven Elisa Lam, canadiense de origen asiático que estaba de viaje por la costa oeste estadounidense, se registraba en el polémico hotel. Su idea era estar unos cuatro días y proseguir su viaje el 1 de febrero. Sin embargo, cuando sus padres dejaron de recibir noticias de ella y no abandonó la habitación en la fecha acordada, se denunció su desaparición.
Tras la denuncia, la policía comenzó a buscar a la joven y registró el hotel, pero no halló nada significativo aparte del hecho de que la turista se había dejado todo su equipaje, documentación y medicación en el dormitorio. Y es que Elisa Lam sufría un trastorno bipolar. Debido a su extraño comportamiento, los responsables del hotel la cambiaron de una habitación compartida a una individual. Además, la gerente del hotel, Amy Price, describió un ataque de cólera que la joven sufrió en el vestíbulo del hotel. Una serie de altercados que, sumados a su trastorno, hicieron que la policía clasificara lo ocurrido como muerte accidental tras algún tipo de paranoia.
Sin embargo, la muerte dejó varios interrogantes. Si bien la crisis del ascensor pudo ser fruto de un brote dentro de su trastorno bipolar, para su rescate fue necesaria una escalera y varios bomberos. Entonces, ¿cómo pudo ella sola subir los tres metros del tanque, abrir la pesada trampilla y luego volver a cerrarla una vez dentro? Además, cuando la encontraron su ropa flotaba junto a su cadáver desnudo, algo que no cuadra con la muerte accidental. ¿Por qué iba a desnudarse? Y, por último, está la desaparición de su móvil, que jamás se encontró pese a que tiempo después de su muerte se actualizó su perfil de Tumblr. Muchas dudas que el documental de Netflix, ahora, intenta esclarecer.
Un historial de suicidios y asesinatos
Pero mucho antes de Elisa Lam, el Hotel Cecil ya tenía una oscura reputación como base de operaciones de asesinos en serie y epicentro de muchas muertes desde su apertura en 1927. Aunque en un primer momento se inauguró con todo el lujo posible y una ubicación privilegiada en el downtown de Los Ángeles, el crack del 29 empobreció la zona transformándola en pasto de la delincuencia y prostitución. Así, los primeros huéspedes dieron paso a narcotraficantes, prostitutas, rateros y empresarios arruinados por la crisis que, en algunos casos, iban al hotel a suicidarse. El primero de los suicidios fue el de W.K. Norton en 1931, que ingirió veneno en una de las habitaciones. Solo en los años 30 hubo más de media docena de suicidios y la cosa fue en aumento. Para finales de los años 50, muchos ya llamaban al hotel ‘El suicidio’.
Más allá de los suicidios, la muerte también se ligó al hotel a través de violentos asesinatos. La primera de ellas fue la de un bebé neonato cuya madre de 19 años, Dorothy Purcell, tras parirlo en el lavabo del hotel en 1944, lo arrojó por una ventana. Ya en la década de los 60, otra mujer, Pauline Otton, acabaría con la vida de un transeúnte por aplastamiento después de arrojarse al vacío desde la novena planta. Pocos años después, ‘Pigeon Goldie’ Osgood, una teleoperadora jubilada apodada así por estar siempre dando de comer a las palomas, apareció violada, asesinada y apaleada en su habitación del Cecil. El caso sigue sin resolverse a día de hoy.
Pero, sin duda, uno de los asesinatos más famosos ligados al hotel es el de Elizabeth Short, la ‘Dalia Negra’. Esta aspirante actriz de 22 años se hizo tristemente famosa después de que su cuerpo fuera encontrado gravemente mutilado y cortado en dos en Leimert Park. Era el 15 de enero de 1947 y acaba de estrenarse ‘La Dalia Azul’, una cinta sobre la desaparición y muerte de una joven que sirvió para apodar el caso de Short, que siempre vestía de negro. Mientras luchaba porque algún cazatalentos la descubriese, Short alternaba sus días en diferentes hoteles del centro de Los Ángeles, entre ellos, el Cecil. De hecho, el recepcionista del hotel dijo haberla visto salir del mismo la noche de su asesinato y muchos afirmaban haberla visto en el bar del Cecil. Como muchos otros casos ligados al espeluznante hotel, el de Elizabeth Short jamás se resolvió.
Morada de serial killers
Durante todas estas décadas, el Hotel Cecil se convirtió en una parada habitual de la policía e investigadores y no solo por los suicidios y asesinatos. El hotel era refugio de atracadores, narcotraficantes, proxenetas, violadores y ladrones de joyas, por lo que si algún crimen sucedía por la zona, la policía ya sabía donde buscar. Sin embargo, con el paso de los años, la zona fue siendo cada vez más conflictiva y los peores tugurios de Los Ángeles fueron alzándose en ella. Para los años 70, la zona pasaría a convertirse en el Skid Row, un área plagada de indigencia y delincuencia donde la policía no quería ni patrullar. El Hotel Cecil se convertía en el alojamiento perfecto de una ciudad sin ley.
Con ello, no es de extrañar que Richard Ramírez, un asesino en serie conocido como ‘El acosador nocturno’, decidiera alojarse en él. Al fin y al cabo, tras cometer sus primeros asesinatos en San Francisco y llegar a Los Ángeles, no había mejor lugar para pasar desapercibido que en la zona más conflictiva y degenerada de la ciudad. El lugar estaba abandonado por las autoridades, pero ni siquiera los propios clientes se sorprendían al verle entrar medio desnudo en el hotel después de que hubiera tirado su ropa ensangrentada en los contenedores colindantes. Durante el año que estuvo en la planta superior del Cecil, cometió 14 sangrientos asesinatos, hasta que una víctima consiguió escapar y pudo dar su descripción.
Ramírez fue detenido y condenado a muerte en 1989, pero su estela de asesinatos y violaciones llamó la atención de otro asesino en serie. Jack Unterweger, un serial killer austriaco, llegó al Cecil para escribir sobre estos brutales crímenes. Unterweger ya había sido condenado a cadena perpetua en Austria por el asesinato de una joven, pero por su buena conducta y los aplaudidos cuentos que escribió en prisión, varios intelectuales pidieron su puesta en libertad como ejemplo de rehabilitación. Sin embargo, antes de que una revista austriaca le mandara al Cecil a escribir sobre Ramírez, cometió seis asesinatos en Europa y tres más al llegar.
Y estas son solo algunas de las turbias vivencias del Hotel Cecil, un lugar que espeluzna a cualquiera que se adentre en su historia y del que ahora Netflix nos abre las puertas. Porque, aunque ahora el hotel se esté restaurando y haya cambiado el nombre a Stay on Main, su historia nadie la olvida.