Es tan surrealista que parece una broma, pero la cosa es muy seria. En los últimos días las redes se han inundado de noticias sobre la detención de Nacho Vidal por el presunto homicidio involuntario de su amigo, el fotógrafo José Luis Abad, durante una ceremonia con veneno de sapo bufo alvarius. Un suceso que ha despertado la curiosidad sobre una práctica que puede ocasionar desde vómitos y fuertes mareos hasta infartos y parálisis. Pero vayamos por partes.
El origen del ritual del sapo bufo vinculado a la santería y al chamanismo lo encontramos en México, de donde es endémico el sapo en cuestión. De él se extrae un veneno que, supuestamente, expande la conciencia de uno mismo y permite alcanzar la plenitud. Y pese a que Nacho Vidal y otros muchos abogan porque ayuda a tratar las adicciones, lo cierto es que este no es su principal uso. “No tiene solo que ver con las adicciones. Hay gente que lo hace por crecimiento personal o para expandir la conciencia y sentirse más a sí mismo”, explica Juan Diego Dorado, que organiza ceremonias en el Centro Holístico Afinando el Alma de Alicante.
El sapo bufo es una especie semiacuática de hábitos nocturnos que vive en el desierto de Sonora (México-Estados Unidos) y que, entre los meses de septiembre y abril, hiberna bajo la tierra. El anfibio segrega un fuerte veneno para librarse de sus depredadores y, a través de las glándulas de su piel, segrega algunas toxinas como la bufotenina o la dimetiltriptamina, conocida por ser uno de los componentes alucinógenos de la ya popular ayahuasca. Pero, a diferencia de esta bebida, las escamas del anfibio se inhalan, lo que hace mucho más intensos y rápidos sus efectos. Con ayahuasca tardan media hora en aparecer y se prolongan hasta 4 horas, mientras que con el sapo son inmediatos, muy fuertes y duran menos de 15 minutos.
Cuando es consumida por los humanos, la dimetiltriptamina induce a un estado psicodélico intenso con potentes alucinaciones y una sensación de euforia que hace que muchos la llamen “la molécula de Dios”. Y lo cierto es que existen algunos estudios que defienden sus propiedades terapéuticas, como calmar la ansiedad o la depresión, aunque sus efectos en humanos todavía no están claros. Además, un estudio de la Universidad de Sussex demuestra que las drogas psicodélicas aumentan la diversidad de las señales neuronales, es decir, crean un nivel superior de consciencia.
La mayoría de las veces el ritual se hace en espacios abiertos y naturales que fomentan esa comunión con la naturaleza y uno mismo. “Estamos al aire libre, tenemos un temazcal —un ritual ancestral de baño de vapor—, una piscina y hacemos sesiones fuera y en una sala de ceremonias. Todo está adecuado para que sea propicio para el retiro”, explica Dorado. Según nos venden, estas sesiones se vinculan mucho a la espiritualidad, la limpieza del organismo y el acceso a otras realidades y estados mentales.
Cuando hablamos por teléfono con Juan Diego Dorado, nos comentó que en su centro realizan encuentros mensuales en los que, además de meditación y sesiones de baños de vapor en el temazcal, promueven el consumo de ayahuasca y bufo, entre otras “medicinas ancestrales”, como ellos las llaman. De hecho, según ellos, todo es legal. “Estamos reconocidos por el Gobierno como Asociación de Medicinas Ancestrales Internacional y una de las medicinas que se recoge es el bufo. Nosotros somos asociación y todo el que viene a tomar cualquier medicina tiene que ser socio”, añade. Y sí, estos centros están en un limbo legal, ya que no hay una legislación al respecto contra el sapo bufo, aunque la v. Además, ellos no cobran por la sustancia en sí, sino que el dinero que piden siempre como aportación es para el alojamiento, las clases y las comidas.
Una moda con muchos riesgos
Las autoridades son conscientes de que en los últimos años algunos retiros suministran esta sustancia y que ya se extienden por todo el territorio español. Aunque, sobre todo, es en Valencia y Cataluña donde se concentra la mayor parte de estos ritos con sapos y drogas. Y, a veces, en lugar de centros especializados estos pseudo chamanes alquilan chalets apartados donde realizar sus sesiones que anuncian en grupos de Facebook o en Instagram. De hecho, su consumo se ha popularizado tras la noticia de la estrella del porno. “Ha hecho un efecto contrario y, entre ayer y hoy, llevamos por lo menos cincuenta llamadas. La gente quiere escarbar, comienza a investigar y quiere probar cosas nuevas”, apunta Dorado. El precio de estos viajes sensoriales con bufo parten de los 90 euros en la gran mayoría de casos pero, dependiendo de los días de estancia o de los extras y tratamientos, pueden llegar a packs de 350 euros.
No sabemos cuántas de esas llamadas se convertirán en experiencias reales pero, cuidado, porque como toda sustancia psicotrópica, las escamas del sapo bufo son altamente peligrosas. Además del riesgo de sufrir un infarto, como le ocurrió al fotógrafo José Luis Abad en casa de la estrella porno, esta droga puede causar náuseas, vómitos y temblores. Algo que se ve como un mal menor si tenemos en cuenta que también puede originar disfunciones en el córtex cerebral y brotes psicóticos, así como desencadenar en cuadros de esquizofrenia.
Si, a pesar de esto, piensas que es buena idea experimentar con esta droga alucinógena, es importante hacerlo en entornos controlados y tomar precauciones. “Siempre llevamos un seguimiento de la persona interesada, que no tenga problemas físicos ni psicológicos”, indica Dorado. Según nos contaron, realizan una serie de recomendaciones para los días previos como dormir bastante, no comer carne y eliminar el azúcar y la sal de la dieta, pero sí beber un vasito de agua marina por las mañanas. Sin embargo, nada de esto evita los posibles riesgos de su consumo que, como se ha podido comprobar, pueden ser letales.