Salir de fiesta, pegarse un maratón de terror o embarcarse en una inquietante lectura son alguno de los planes preferidos por muchos para Halloween. Pero, después de tanto tiempo sin viajar, ¿por qué no aprovechar el puente de Todos los Santos para visitar alguno de los lugares más terroríficos del planeta? Zonas donde las leyendas, las apariciones y la muerte convergen para crear una atmósfera aterradora que hará que esta Noche de Brujas sea la más especial de todas.
Pueblo abandonado de Belchite (Zaragoza)
Es ya archiconocido y uno de los rincones de España que más leyendas atesora, pero era imposible hablar de lugares tétricos sin citar a este pueblo aragonés sinónimo de masacre y abandono. Fue asediado por el ejército republicano durante la Guerra Civil española y 5.000 vecinos del pueblo perdieron la vida y terminaron pudriéndose en las calles de un pueblo que, finalmente, terminó abandonado. Este municipio es uno de los temas favoritos del programa Cuarto Milenio y son muchos los que aseguran haber visto fantasmas o escuchar psicofonías en él. Puedes realizar visitas nocturnas al pueblo, si te atreves, claro.
Catacumbas de París (Francia)
La ciudad de la luz también tiene rincones muy oscuros. Entre ellos destacan sus catacumbas, en las que se encuentran las osamentas de más de seis millones de personas. En total son 300 kilómetros de laberínticos túneles, de los cuales solo 1.5 kilómetros pueden recorrer los turistas. Los huesos comenzaron a trasladarse de otros cementerios en 1786 cuando, tras varias epidemias graves, los pequeños cementerios de la ciudad estaban desbordados. Hay muchas historias de terror ligadas a ellas pero, probablemente, la más popular es la que dice que el fantasma de Philibert Aspairt, trabajador del hospital Val-de-Grace durante la revolución francesa y muerto en ellas, se pasea por sus pasadizos.
Penal de Ushuaia (Argentina)
Conocida como “la cárcel del final del mundo”, esta prisión de Ushuaia que funcionó entre 1904 y 1947 albergó a los criminales más peligrosos y sanguinarios del país. Un total de 540 detenidos llegaron a agruparse en sus cinco pabellones y, además de tener que soportar duras condiciones de frío y humedad, sufrían todo tipo de vejaciones y torturas. Hoy en día, la prisión se ha convertido en un museo que repasa la historia de este infame sitio en el que muchos dicen haber escuchado el lamento de los presos.
El bosque de Hoia-Baciu (Rumania)
En el corazón de Transilvania no solo es la historia de Drácula la que estremece a locales y visitantes, sino que las apariciones fantasmales, los ovnis y numerosas desapariciones también están a la orden del día. Y todas tienen en común que suceden en Hoia-Baciu, conocido como “el bosque maldito”. Considerado como el Triángulo de las Bermudas de Transilvania, en él han desaparecido cientos de personas y muchas de las que entran experimentan mareos, náuseas y erupciones cutáneas. Asimismo, han habido varios avistamientos de supuestos ovnis, el último de ellos ocurrido en 2007 cuando un fotógrafo aficionado logró varias instantáneas de un objeto volador no identificado. Y si todo esto no te eriza el vello, debes saber que en el bosque hay un área, conocida como el círculo, donde ni los árboles ni las plantas crecen sin motivo alguno.
Isla de las muñecas (México)
Si padeces de pediofobia, o lo que es lo mismo, miedo a las muñecas, esta pequeña isla mexicana será tu pequeño infierno terrenal. Y es que esta pequeña isla de los canales de Xochimilco, en plena Ciudad de México, está llena de árboles de los que cuelgan muñecas rotas y desmembradas. Cuenta la leyenda que en la década 50, el único habitante del lugar en ese momento, Julián Santana, empezó a vivir experiencias paranormales tras el ahogamiento de una joven en las aguas del canal. Y para espantar al supuesto espíritu, el hombre decidió colgar esas siniestras muñecas que a día de hoy atraen a visitan miles de personas cada año.
Pueblo fantasma de Humberstone (Chile)
Aunque no lo parezca, este pueblo ubicado en pleno desierto de Atacama tuvo su época de esplendor a mediados del siglo XIX, gracias a sus grandes reservas de nitrato de sodio, material muy solicitado en los países industrializados para producir fertilizantes. Pero, una vez que la demanda de “oro blanco” disminuyó, Humberstone y otros pueblos del mismo estilo se fueron quedando abandonados. Y así permanecieron hasta que el dictador Augusto Pinochet los transformó en campos de concentración en los que los encarcelados vivían en condiciones infrahumanas. Finalmente, en 2005 el pueblo fue declarado Patrimonio Mundial de la Humanidad.
Barranco Badajoz (Tenerife)
Aunque no es tan conocido como el pueblo de Belchite, este barranco tinerfeño es un lugar de encuentro para expertos en ufología y en ciencias ocultas, ya que acumula un sinfín de historias escalofriantes entorno él. Desde avistamientos de ovnis y fuegos fatuos hasta vestigios de rituales satánicos y apariciones angelicales. Probablemente, la leyenda más famosa es la de una niña que, a finales del siglo XIX, fue a recoger fruta a este área y desapareció. Sin embargo, 30 años después volvió con el mismo aspecto y asegurando que para ella solo habían pasado solo unas pocas horas. Por todo esto, muchos afirman que es una puerta a otra dimensión y le dan el mismo valor que al famoso Triángulo de Bridgewater ubicado en Massachusetts.
Kolmanskop (Namibia)
En el desierto de Namibia se encuentra este pueblo fantasma que, literalmente, ha sido engullido por la arena. La localidad fue construida por los alemanas en pleno boom de los diamantes y, una vez se agotó este mineral y surgieron reservas más importantes, el pueblo fue abandonado por completo. Todas las casas y edificios se han conservado bastante bien salvo por la arena que inunda todas sus estancias. La estampa es, además de un tanto inquietante, bastante llamativa, por lo que son muchos los turistas que deciden ir cada año a fotografiarse en sus dunas callejeras.
Los infiernos de Beppu (Japón)
Pese a la bella panorámica que ofrecen estas nueve cascadas y ríos termales, las fuertes temperaturas que alcanzan sus aguas “termales” hace que muchos piensen que están sobre el mismísimo infierno. De hecho, muchas de ellas prácticamente hierven y solo las de la zona final son algo aptas para el baño. No en vano, en la antigüedad eran usadas como instrumento de tortura para condenados que eran sumergidos en ellas hasta morir abrasados.