En un pequeño pueblo de la sierra oeste de la Comunidad de Madrid a la edición internacional de ‘Forjado a Fuego’. La aventura de Miguel Barbudo (1980, Madrid) a través del acero da para una buena serie de bandoleros, forajidos y duelos con cuchillos al sol. Herrero tradicional por convicción y herencia de padre y abuelo, este madrileño ha sabido adaptar el complicado y difícil mundo de la herrería tradicional al siglo XXI. “No puedes ser un cavernícola. Ni los costes te lo permiten, ni existe ese mercado. Soy un herrero tradicional, pero sé utilizar la tecnología y gracias a eso puedo ofrecer mi producto como algo original y personal”, explica mientras nos descubre su forja, una pequeña casa de otra época con la fachada recubierta de piedras de granito y la puerta principal de madera desconchada por el paso del tiempo.
Al entrar en ella, la oscuridad lo cubre prácticamente todo. Allí, Miguel se pasa la vida forjando artilugios de coleccionista. El sitio, formado por dos fraguas, un yunque y un montón de herramientas, nada tiene que ver con los platós del programa que le ha hecho saltar a la fama. Se respira tradición y, sobre todo, calor, esfuerzo y sudor. “La principal diferencia con la producción industrial es la originalidad, tener algo vinculado nada más que a tu nombre. Además, los materiales que yo utilizo son inaccesibles para la industria porque saldrían unos cuchillos carísimos. Son armas que hay que trabajar con mucho cuidado, con mucho esmero y eso solo lo puede hacer un artesano”, cuenta mientras nos enseña un cuchillo de dimensiones considerables del tipo macho riojano, su especialidad junto con las navajas y las falcatas celtíberas.
“El precio medio de mi cuchillería está entre los 600 y los 1.500 euros”
Nacido en Madrid por “accidente” pero criado en Valdemaqueda, pueblo al que pertenece su familia y en el que reside actualmente, Miguel se considera un hombre de campo. Le gusta dar paseos con su caballo, ir al monte y, en definitiva, la vida alejada de los atascos y de las prisas del metro. Además, es un apasionado de la historia y un defensor de la cultura y tradición armamentística española. En apenas unos minutos, el herrero nos explica el origen, historia y utilidad de un montón de armas que, durante años, hicieron algún que otro descosido entre los enemigos del Imperio Español. “Me gusta mucho indagar en la historia del arma, en quién la portó, qué función tenía. Hoy día hay que asumir ciertos complejos que yo no admito porque, culturalmente, tenemos mucho que aportar. A mí me gusta reivindicar ese legado, por eso me centro más en las armas históricas españolas”, concluye.
Entre la gente que se interesa por sus piezas, Barbudo nos confiesa que la mayoría son coleccionistas, gente aficionada a la cultura custom que valora tener objetos únicos y altamente personalizados. Por eso, ahora solo hace cuchillos diseñados por él mismo. “El precio medio de mi cuchillería está entre los 600 y 1.500 euros. A partir de ahí, el precio puede ser tan alto como el cliente desee. Hasta la fecha, la pieza más valiosa que me han encargado es una espada de 5.500 euros que aún no está hecha. Es para una persona muy conocida cuyo nombre no puedo desvelar y que promete ser muy sonado”, se le escapa entre risas.
Sea cual sea su uso, todas las piezas elaboradas por Barbudo demuestran ser completamente funcionales —damos fe de ello—. Tal y como reconocen en ‘Forjado a Fuego’ cuando el arma pasa el examen del jurado, se podría decir que sus cuchillos son letales. Piezas únicas que no solo están afiladas, sino que también cuentan con todo tipo de acabados igual de importantes y exclusivos. Desde cuernos de ciervo a huesos de dinosaurio. “En una subasta de fósiles vi una médula de dinosaurio que era preciosa. Sin embargo, no pude acceder a ella porque ya estaba vendida y era muy cara. Desde entonces no he parado de buscarla. Para las cosas que necesito tengo que contactar con gente de todo el mundo”, confiesa.
“Se te pasa por la cabeza la posibilidad de hacer el ridículo y quedar mal como profesional”
De la forja al plató
Su perseverancia le ha llevado a ser uno de los mejores herreros tradicionales de España y a participar en el programa de edición internacional ‘Forjado a Fuego’. En este concurso del Canal Historia seguido en cientos de países, varios herreros compiten entre sí para ver quién es capaz de crear el arma blanca más afilada y mortal. Un reality espectacular en el que se mezclan imágenes de acero al rojo vivo, tensión, fraguas a máxima temperatura y, lo más importante, varios tipos expertos en armas —que también hacen de jurado— acuchillando sandías, maniquíes y todo lo que se les ponga por el camino. “Las jornadas de grabación eran de locura, te levantabas a las seis de la mañana y te acostabas a la una de la noche. Además, siempre te ibas a la cama con una prueba pendiente al día siguiente en la que tenías posibilidades de destruir tu cuchillo. Era un estado de nervios sin tregua que se alargó 24 días”, puntualiza el representante español.
Barbudo, que viajó a México para la grabación del programa y que pasó el casting gracias a un vídeo vestido de forajido, sonríe al recordar su periplo hasta la final. Pese a quedar segundo y rozar la gloria frente al herrero brasileño Daniel Jobim, guarda un gran recuerdo del viaje. “Cuando llegué a la final sí que noté la presión de los nervios. Se te pasa por la cabeza la posibilidad de hacer el ridículo y quedar mal como profesional. Sin embargo, más allá de eso, fue una experiencia buenísima y una gran oportunidad a nivel profesional poder compartir técnicas con herreros de América del Sur. El viaje en sí mismo ya era un premio”, explica. No se llevó el premio final valorado en 8.400 euros, pero la productora le pagó dietas, noches en hotel de cinco estrellas y nueve días de turismo con gastos pagados junto a sus compañeros. Nada mal.
“Ahora vendo mucho en Estados Unidos, concretamente en la zona de Texas y Arizona”
Aunque en la actualidad solo se ve en su forja trabajando día y noche, este herrero madrileño reconoce que aparecer algún día en la versión estadounidense del programa o formar parte de la española es algo que le tienta. Aparte, salir en televisión le ha abierto puertas que ni él mismo se esperaba. “He conseguido negocio y oportunidades en sectores inaccesibles. Ahora vendo mucho en Estados Unidos, concretamente en la zona de Texas y Arizona. Ahí valoran mucho los cuchillos de gran formato apodados como fighters. Les encantan. Mientras que aquí en Europa vendo más navajas de alta gama con excelentes calidades. Es un coleccionismo más pragmático”, reconoce.
Con la frase “Viva mi dueño”, que bien podría corresponderse a la obra de Valle-Inclán de 1928, Miguel Barbudo firma el filo de algunas de sus piezas más emblemáticas, las cuales, previamente, ya han quedado grabadas en sus manos de herrero en forma de herida. Así nos los dice. Una forma justa de que la obra reconozca al autor y de que el autor se quede para siempre en la obra.
**Reportaje originalmente publicado en el número 54 de Vis-à-Vis. Compra tu ejemplar en la tienda online o descarga la edición digital interactiva para iOS o Android.