Pese a pintar canas en su larga perilla trenzada y afirmar que tiene más de 300 años, Antonio García Villarán (1976, Sevilla) ha conseguido dominar la magia de Youtube como si fuera un chaval. A través de su canal, donde alcanza casi el millón de suscriptores, este doctor en Bellas Artes reconvertido en youtuber ha hecho que miles de usuarios se acerquen, comprendan y debatan acerca de grandes obras y artistas. Y también es el inventor del término hamparte, que surgió de la unión entre hampa y arte y que es una forma de referirse al arte que tiene más valor del que realmente merece, lo que le ha granjeado unos cuantos haters. Tras estrenar nueva temporada, Villarán nos abre las puertas de su nueva casa para comprobar qué se esconde tras sus pinceladas.
¿En qué momento decidiste que acercar el arte a la gente a través de un canal de Youtube era una buena idea?
Desde el 2013 ya subía contenido relacionado con mis cursos online, pero vídeos como los que hago ahora los llevo subiendo desde hace unos cuatro años. Tenía ganas de subir mis comentarios y dar mi opinión. Vi que había mucha falsedad en el mundo del arte; por detrás se decía una cosa y por delante otra. Dije: “A mis 300 años me da igual todo” —ríe—. Mi sorpresa fue que, cuando empecé a hablar de otros aspectos de Miró, de Antonio López u otros artistas, la gente comenzó a responder. En crítica de arte no había nada. Yo me leía las revistas especializadas y no las entendía. Me di cuenta de que estaban escritas para que no se entendiesen, para que la gente no accediese al mundo del arte. Afortunadamente, la red lo ha democratizado todo.
Has llegado a afirmar que no entiendes cómo hay artistas que no son youtubers.
Si creas arte lo normal es que quieras mostrarlo al mundo entero. Hoy día no hay mayor escaparate que lo audiovisual. Si Goya se hubiese encontrado con Youtube sería youtuber. Con su serie ‘Los desastres de la guerra’ lo que quería es que viésemos cómo es la barbarie humana. Del mismo modo, Van Gogh quería conseguir a un grupo de artistas que fueran con él a pintar, necesitaba recibir feedback constantemente. Y Andy Warhol ni te cuento, estaría viviendo solo por y para la red —ríe—.
“Me han llegado varios mánager pidiéndome que hable de su artista. Saben que si hablo bien o mal los pongo en el mapa”
¿Qué consume en Youtube un artista de brocha fina?
Me gusta ver de todo. Desde vídeos de amigos como Jaime Altozano a soundtracks de música. También me puedo poner vídeos de “si te ríes, pierdes”, que es una cosa que me divierte mucho. Ahora estoy viendo muchos vídeos de huertos, como La Huertina de Tony, y cosas más generales como las entrevistas de The Wild Project.
¿Cómo ha cambiado tu situación económica gracias a las nuevas plataformas?
Se trata de un ingreso más. Yo antes daba clases en mi propia academia, pero ahora las doy por Twitch. Tengo mi academia, imparto cursos, conferencias y vendo obras. Youtube o Twitch son una fuente de ingresos. A veces gano más y otras menos.
Una ayuda que te habrá venido genial para construir tu nueva casa, Vrindavan.
La nueva casa es una idea que nos venía rondando a mi pareja y a mí desde hace tiempo. La llamamos Vrindavan porque fue la ciudad de la India donde nos casaron por sorpresa. Aparte, es una ciudad donde, según nos dijeron los guías, nadie está triste. Es muy mágica y espiritual. Ahora estamos en plena naturaleza. Sin embargo, también tenemos 600 megas de fibra —ríe—. Creo que es un modo de vida por el que van a optar muchos youtubers. Es un paso natural del ciudadano contemporáneo.
¿Te han llegado a ofrecer dinero para hablar de según qué temas?
Sí, claro, me han llegado varios mánager pidiéndome que hable de su artista. Saben que si hablo bien o mal los pongo en el mapa. Sin embargo, siempre contesto lo mismo: “No se entera usted de qué va mi canal, si yo me vendo se acaba todo”. Por otro lado, hago muy poca publicidad y cuando la hago es con cosas que me gustan, he probado y son útiles. Hay youtubers que cada vídeo es una promo. Intento cuidar a mi audiencia. Eso es la base de todo esto.
Sin pelos en el pincel
La sinceridad es una de las claves de tu éxito. ¿Alguna vez te has autocensurado?
No considero que me autocensure, de hecho, hago muchos vídeos sobre obras a sabiendas de que no van a ser monetizados. Esa es la única censura que hay en la red, que una inteligencia artificial decida que el vídeo no se ve en ciertos lugares o que se desmonetice. Por ejemplo, las obras del siglo XVI o XVII tienen muchos desnudos. ¿No las saco por eso? No puedo no sacarlas, sería falso por mi parte. De igual manera, hace tiempo subí un vídeo sobre Hitler explicando que quería ser pintor. Pues también está desmonetizado y con restricción de edad. No saco vídeos pensando en monetizarlos o no, pero sí es cierto que Youtube te hace boicot dependiendo de tu contenido.
Aquí entra en juego tu polémico concepto del hamparte. ¿Qué ha supuesto para ti llegar a esta conclusión?
Fue una cosa circunstancial, una palabreja que inventé así como quien no quiere la cosa pero que la red ha puesto por las nubes. Al principio me supuso mucho hate. Me escribían galerías de arte y artistas para decirme que les estaba jodiendo el negocio porque todo era hamparte. Yo les respondía pidiéndoles que demostraran lo contrario. La fuerza del concepto está en reconocer lo que es arte pero de un escaso valor económico. Objetos cotidianos que se hacen en serie y cosas así. Mi sorpresa ha sido que, sin quererlo, la gente ha ido adoptando el término como suyo. Incluso personas que no han ido a muchos museos o no tienen unos conocimientos amplios sobre arte me hablan de hamparte. Creo que eso hace mucho bien.
¿Por qué hay tanto miedo a desmitificar a artistas históricamente consagrados?
Por dinero, nada más. A la gente que invierte su dinero en arte no le interesa defenderlo a nivel estético o artístico. Quien haya invertido en un Miró no puede reconocer que es hamparte porque perdería su inversión. El arte está basado en esos parámetros. ¿Qué es el arte? Te diría que es lo que la gran mayoría acepta como tal. Antes, esa mayoría era el grupo del galerista, los que compraban en el museo y el político de turno. Hoy día, toda esa gente cuenta como uno. Estoy convencido de que si todos damos like a un artista y promocionamos su obra, sus precios empezarán a subir como la espuma.
“La gran mayoría de autores que están en los museos valen lo que se dice que valen”
En esta línea, ¿qué artistas escapan al concepto del hamparte?
Tenemos que pensar que la gran mayoría de autores que están en los mu- seos valen lo que se dice que valen. Hay cuatro entre un montón de artistas buenísimos que hacen obras brutales: Louise Bourgeois, Artemisia Gentileschi, Picasso o Goya. Es verdad que en el ámbito económico los precios están inflados, pero ahí quiero romper una lanza a favor del mercado del arte porque sin él no habría artistas. Que la gente compre arte hace que haya más y más artistas. Eso es bueno.
¿Debemos reevaluar la forma de aprender?
Por supuesto. Mi tesis doctoral se tituló ‘Reflexión del pensamiento pedagógico de las artes plásticas. Proyecto de una docencia renovada’. En la facultad de Bellas Artes se sigue aprendiendo con el mismo sistema de Cennino Cennini del siglo XIV. O sea, seguimos copiando estatuas a carboncillo y cosas así. No digo que esté mal, lo que digo es que hay que completarlo con lo nuevo. Ahora, me he comprado para investigar una máquina de impresión 3D. Hoy, te metes en Youtube y aprendes a editar vídeos con Final Cut en un momento. Puedes aprender lo que sea. Es urgente que la tecnología se incorpore ya.
**Artículo originalmente publicado en el número 54 de Vis-à-Vis. Compra tu ejemplar en la tienda online o descarga la edición digital interactiva para iOS o Android.