¿Cómo se sobrevive a una industria monopolizada por la canción del verano?
Pues haciendo todo lo contrario. En tiempos donde la gente quiere hacer música con menos profundidad, donde predomina más el continente que el contenido, ahí me planto yo con una trilogía conceptual que empezó en 2017 y terminará en 2021. No quiero ser el nuevo “X” de turno para la plataforma de streaming que toque. Voy por otro camino, ni mejor ni peor, pero es el que a mí me llena. Rehúyo de la música hecha con plantilla.
¿Consideras que la música más escuchada viene impuesta?
Sí, totalmente. Por ejemplo, dentro del género urbano hay artistas que denigran a las mujeres, pero que luego dicen: “No, es que esto es un personaje”. Mira, cómete una mierda. No es el personaje, eres tú, que estás demostrando una calidad humana que deja mucho que desear. Al final, estamos transmitiendo un mensaje y tu personaje no se puede comer a tu persona.
Sin embargo, ese mensaje no deja de calar, sobre todo entre los más jóvenes.
Porque no saben ni lo que cantan, no escuchan. La gente ya no escucha canciones, sino que las oye de pasada, las repite como loros y no se para a pensarlas. Se están encumbrando a artistas extranjeros que, si traduces las letras, resulta que están a favor de las armas, de la misoginia o del mismísimo Trump.
¿Existe mucho ‘postureo’ en la música?
Viendo a Rosalía en concierto la gente decía: “Mira que guapa, que uñas más largas”. Ahí entendí una cosa que no tiene nada que ver con Rosalía, la cual me parece una artista innata. Me apenó lo superfluo que es el público con las nuevas propuestas musicales. La música es un complemento que queda muy bien, sobre todo a nivel celebrities. Esto es trendy, que vean que soy una persona culta. Es lo mismo que cuando los ricachones incultos visitaban la Ópera de Londres para dejarse ver.
“En tiempos en los que parece que vender un personaje artificial cala más, yo apuesto por lo contrario. Lo mío es el triunfo de la normalidad”
Funambulista del verso
Aseguras que ‘Sinónimo’ es el mejor disco que has hecho nunca.
De largo. De hecho, creo que es uno de los mejores discos que se han hecho en nuestra lengua. Principalmente porque al igual que hay actores que someten a su cuerpo a situaciones límites para según qué papel, yo he llevado a mi mente y cuerpo a una situación límite que me ha generado cierta multa a pagar. Es el primer disco donde he tenido crisis de ansiedad. Todo me ocurrió durante la semana de grabación. En varias ocasiones tuve que parar, tumbarme y llorar. La última canción la grabé tomándome un ansiolítico. Una vez terminé todo tuve que acudir a un psicólogo para asentar todas las emociones que había sacado fuera.
¿Hay algo que te dé miedo?
Que mi hijo no esté orgulloso de mí y que mi banda, que tanto ha apostado por mí, no pueda crecer como se merece. Quitando eso, no tengo miedo a nada.
La actualidad está muy presente en varias de canciones del álbum. ¿Para cuántos temas te daría el auge de partidos de extrema derecha?
Para pocas, paso de hacerles la promoción. Al igual que existió el oro blanco o el oro negro, ahora existe el oro gris, que es el odio. Gracias a eso están sacando un rendimiento y promoción bestial. Juegan a crispar y yo estoy por encima de eso. No se trata de una postura altiva, sino de pura supervivencia. Estuve en el Parlamento Europeo con el proyecto ‘Somos Más’ contra el odio y el radicalismo en chicos jóvenes y mientras hablaba veía cómo los representantes políticos utilizaban el discurso del odio dentro de una reunión contra el odio. Era todo un paripé, acabé muy desencantado.
En este nuevo trabajo has sabido rodearte de artistas muy potentes como Pablo López. ¿Cómo surgió la colaboración?
Es una colaboración que han conseguido los seguidores de ambos. Conocí a Pablo hace años en casa de Dani Martín y, desde entonces, siempre me he interesado por su obra. Ha sido, junto a Bely Basarte, la colaboración más fluida. Recuerdo que fui a su casa, cenamos sushi sobre el piano y lo construimos todo ahí. Al final, los dos acabamos borrachos de vino escuchando música —ríe—. Es mi canción favorita del disco.
En 2021, cuando concluyas esta trilogía dedicada a la palabra, cumplirás 20 años en la música. ¿Te sigues considerando un tipo normal?
Sí, lo que pasa es que ahora presumo de ello. En tiempos en los que parece que vender un personaje artificial cala más, yo apuesto por lo contrario. Lo mío es el triunfo de la normalidad. Me miro al espejo y me veo sin alterarme, adulterarme o cosas raras.
**Artículo originalmente publicado en el número 52 de Vis-à-Vis. Pide tu ejemplar en papel en tienda.ploimedia.com o descarga la edición digital interactiva para iOS o Android.