Hay determinadas creaciones culinarias que dejan de ser artesanía para convertirse en verdaderos elementos artísticos. Es por ello que hay cocineros que pueden llegar a ser considerados nuevos artistas del siglo XXI. Es el caso de la chef repostera ucraniana Dinara Kasko, cuyo trabajo dentro del campo de la pastelería está a la vanguardia del arte comestible. Sus tartas cinéticas muestran una profunda investigación al vincular conceptos espaciales derivados de sus estudios de Arquitectura y Diseño. Estos pasteles exploran los límites y posibilidades que ofrece la geometría, y la elección de los colores (principalmente, rojo, negro y blanco) aborda una inmaculada tendencia hacia el minimalismo arquitectónico aplicado a la cocina.
Kasko emplea la tecnología de modelado e impresión en 3D para conseguir una precisión meticulosa más propia de un edificio emblemático. La chef ucraniana contó para este proyecto con la colaboración del artista afincado en Miami José Margulis, especializado en la abstracción geométrica y el arte cinético. La asimilación de una investigación conceptual en torno a las formas y volúmenes origina obras que se asemejan a maquetas de arquitectura. En este caso arquitectura comestible. Asimismo, la superposición de formas artísticas a través de materia comestible transforma las obras en arte efímero. En arte fugaz. “Estaba transformando el objeto de arte en algo comestible que luego perecería, mientras enfatizaba el arte efímero, su fugacidad en nuestra vida”, reconoce Kasko.
Da bastante respeto pegar el primer bocado a semejante obra de arte, pero no hay mejor homenaje que chuparse los dedos tras ingerir tremenda delicia.
Kasko llegó a trabajar como visualizadora de proyectos de arquitectura, pero tras ser madre decidió dedicarse de lleno a su verdadera pasión: la repostería.