La imagen que incendió para siempre el rock

Así se desarrolló la mítica actuación de Jimi Hendrix en el Monterey Pop Festival de 1967.

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Tendrán que pasar otras cinco décadas para que otra fotografía llegue a marcar tal precedente como la aquí presente. Hasta que ello ocurra, te contamos cómo se fraguó la performance que supuso una nueva era del rock. El chamán que aviva con sus dedos las llamas que consumen la guitarra, como un titiritero imposible, es Jimi Hendrix. Hendrix es el mejor guitarrista que ha dado la historia de la música, pero por entonces era tan solo una joven promesa. La imagen traza el relato de un músico prodigiosamente dotado que acabó consumido por el bucle destructivo de los excesos.

Era el 18 de junio de 1967, escenario del Monterey International Pop Music Festival, antesala del mítico festival de Woodstock. En pleno verano del amor, la contracultura y la psicodelia se exploraron a través del arte, la música y las drogas. Aquel año habían pasado por el escenario grupos como The Animals, Simon and Garfunkel, Otis Redding, The Mamas & the Papas y The Who. El día de clausura, el lanzamiento de una moneda decidió que The Who actuaba justo antes que Jimi Hendrix y su banda. La actuación de los británicos fue todo un espectáculo, con un Pete Townshend fuera de sí rompiendo su guitarra mientras se disparaban bombas de humo y Keith Moon pateando la batería.

“¿Cómo demonios puedes superar eso?”, debió de preguntarse un casi desconocido Hendrix. Pues bien, tenía un plan. El virtuoso de Seattle dejó a todos boquiabiertos tocando la guitarra con los dientes, por detrás de la espalda, contra el soporte del micrófono o contra el amplificador. Era tal la conexión extrasensorial con su instrumento, que los allí presentes no daban crédito a la mímica sexual que practicaba con su Stratocaster.

Este fue el momento exacto en el Hendrix incendió su guitarra.

Un acto salvaje

Después de 40 minutos de show y el LSD haciendo de las suyas entre el respetable, Hendrix tenía preparado el colofón final. En los últimos acordes de la canción de Wild thing puso su guitarra en el suelo, la roció con líquido inflamable y las llamas acabaron purificando el alma de un guitarrista encumbrado a la categoría de Dios. Inmerso en el altar de su propia grandeza y cuando creías que toda esa locura había terminado, empezó a aporrear la guitarra contra el suelo y lanzó los pedazos contra el público siendo consciente de la proeza que había ejecutado sin apenas despeinarse. “El rock tiene que ser una música que te impacte, que te noquee, que te haga sentir como si despertaras violentamente de un sueño profundo”, decía Hendrix.

Esta fecha marcó un hito en la historia del rock y el encargado de inmortalizar tan apoteósica actuación fue un aspirante a fotógrafo de 17 años llamado Ed Caraeff, que no sabía ni conocía nada de Hendrix. Pero por obra del destino, como el que provocó la catarsis de Hendrix, el inexperimentado aprendiz hizo caso a los consejos de un fotógrafo alemán que le recomendó que guardara un carrete para la siguiente actuación. Y allí estaba Caraeff con su cara aniñada y su objetivo preparado en medio de un ritual rockero y chamánico. “Estaba tan cerca de él que sentí el calor de las llamas”, escribe Caraeff en la introducción de ‘Burning Desire’ (ACC Editions, 2017), un libro en el que revela más de 100 fotografías de Hendrix nunca antes publicadas.

La imagen definió a Hendrix como estrella del rock, apareció hasta en dos ocasiones en la portada de la revista Rolling Stone y lanzó la carrera fotográfica del aspirante Caraeff. En 1970, tres años después de esta icónica imagen, el que fue calificado “el músico más grande de la historia del rock” pasó a engrosar el malogrado club de los 27 tras una ingesta de barbitúricos. Se fue, pero su llama sigue más viva que nunca.

*Artículo originalmente publicado en el número 50 de Vis-à-Vis. Pide tu ejemplar en papel en tienda.ploimedia.com o descarga la edición digital interactiva para iOS o Android. 

Foto cedida por la editorial Acc Editions