Piensa en un cementerio. Seguramente, te vengan a la mente cipreses, marmóreas lápidas, nichos y cruces; símbolos que encarnan ese sentimiento de pesar y melancolía ligado a la muerte. Sin embargo, esa imagen lúgubre podría virar hacia lo natural en entornos más agradables. Eso es lo que proponen asociaciones como Funeco (Funerarias Ecológicas de España), un proyecto que busca la sostenibilidad en los entierros. “Un cementerio ecológico es un área forestal abierta, un pulmón para la ciudad donde practicar deporte y dar paseos”, comenta Félix García, su fundador.
Propuestas que no parten solo de una cuestión estética y funcional, sino sobre todo sostenible. Y es que, de media, en todo el mundo fallecen 150.000 personas al día, unas 55,3 millones al año. “El cementerio tradicional tipo corralón constituye una agresión contra la capa freática al inocular sustancias químicas procedentes del proceso de descomposición que se introducen en la cadena trófica alimentaria”, añade García.
Y los crematorios tampoco es la opción más recomendable, ya que liberan químicos como el azufre, el plomo y el mercurio a la atmósfera, además de otras sustancias tóxicas resultantes de la quema del ataúd y sus barnices y adornos. Asimismo, para incinerar un cuerpo se necesitan temperaturas superiores a 800ºC, 20 litros de aceite y medio kilo de carbón que sueltan en la atmósfera más de 27 kilos de CO2.
Por eso, en los últimos años han surgido propuestas que buscan frenar esta triste mancha verde. Desde Funeco proponen esterilizar el cuerpo con un proceso de deshidratación para luego enterrarlo debajo de un árbol y en un ataúd ecológico y biodegradable. Un modelo de entierro que puede costar entre 3.000 y 4.000 euros y con el que los cementerios se asemejarían más a parques. La artista surcoreana Jae Rhim Lee, por su parte, ha ideado una especie de mortaja hecha con una mezcla de hongos que se alimentan de carne y son capaces de descomponer rápidamente los cadáveres, limpiarlos de toxinas y, así, servir de nutrientes a la tierra.
Aunque la alternativa más transgresora la trae Capsula Mundi. Esta empresa italiana plantea introducir los cadáveres en posición fetal en cápsulas biodegradables para después enterrarlas y plantar sobre ellas la semilla de un árbol elegido previamente por el difunto. “El objetivo es que la percepción de la muerte sea más natural y aceptable como un fenómeno que forma parte del ciclo infinito de la vida y de la transformación de la materia”, explica Anna Citelli, creadora de estas cápsulas junto al diseñador Raoul Bretzel. Así, el cadáver se transformará en humus y en sustrato fértil que nutrirá al nuevo árbol.
Con la ley hemos topado
Mientras muchas personas empiezan a ven con buenos ojos estas propuestas y parte de la comunidad científica las apoya, a nivel legislativo hay más trabas. “Nuestro proyecto fue realizado contando con la colaboración de la Dirección General de Sanidad Mortuoria de la Comunidad de Madrid, el Instituto Anatómico Forense y el Instituto de Salud Carlos III. Sin embargo, tenemos trabas tipo legislativo y en España el marco legal no lo contempla todavía ni está regulado”, critica García.
Con limitaciones similares se encuentra Capsula Mundi en Italia. “No nos topamos con ningún obstáculo cultural o ideológico, solo legal. La legislación, anclada a los dictados napoleónicos, es muy restrictiva. Tampoco sabemos cuánto podrían costar estos entierros hasta que haya una ley en Italia que lo permita. La gente está dispuesta a elegir un tipo diferente de rito, un cementerio verde. Si nuestro proyecto se da a conocer a la mayor cantidad de personas posible, podremos cambiar las leyes”, lamenta Citelli.
Por ahora, lo que sí existen son las urnas biodegradables y los llamados cementerios verdes. En España lo más parecido sería Roques Blanques, donde ofrecen varias opciones, como enterrar las cenizas junto a un árbol en una urna biodegradable o inhumar las urnas en un muro hecho de troncos que va cubriendo la vegetación. “Del total de servicios realizados, un 80 % opta por ataúdes eco y un 40 %, por urnas biodegradables. Roques Blanques ha sido pionero en contar con alternativas ecológicas a la incineración, algunas de ellas puestas en marcha ya hace más de 15 años”, explica Joan Ventura, director general de Cementerios de Áltima.
Desde 1916 en Estocolmo está el Cementerio del Bosque que, a pesar de contar con tumbas y ataúdes tradicionales, está en un espacio abierto con más de 10.000 pinos y animales salvajes. Y en California han establecido hace poco el llamado Better Place Forests, un espacio conmemorativo donde las familias eligen un árbol privado y protegido para devolver las cenizas de sus seres queridos a la tierra. Algo que también llega al fondo de los mares con iniciativas como Eternal Reefs, en la que las cenizas son enterradas en arrecifes previamente diseñados que serán el hogar de muchas especies. Al final, cuidar del más allá es también cuidar de este mundo.
**Artículo originalmente publicado en el número 55 de Vis-à-Vis. Pide tu ejemplar en papel en tienda.ploimedia.com o descarga la edición digital interactiva para iOS o Android.