Con 21 años eres todo un ejemplo de superación. ¿No te pesa esa etiqueta?
No, pero es una responsabilidad. Tengo que medir mucho todas las cosas que hago porque quiero ser un ejemplo positivo. En ese sentido, es un poco agotador tener la presión de estar siempre bien, mostrar siempre lo mejor de mí. Pero, al final, es lo que digo: “¿Tú no tienes días malos?”. Yo sí, me levanto con el pie izquierdo y tengo mis días malos, pero al final para mí es muy bueno contar mi historia y transmitir ese mensaje de que se puede seguir hacia delante. Es un honor poder transmitirlo.
Te has acostumbrado a tratar con los medios de comunicación y a hablar delante de cientos de personas. ¿Hay alguna pregunta que te haya molestado?
Muchas veces quieren centrar mi caso en un problema relacionado con el feminismo y no siento que sea así. La cuestión de si por ser mujer lo tengo más complicado o he recibido un trato diferente siempre está ahí. Más allá de mi accidente y mi situación, no he tenido ese problema, es la verdad. En cuanto a las entrevistas, siempre me he sentido muy cómoda y a las preguntas que he querido responder lo he hecho encantada y a las que no, pues no. No debo nada a nadie y tengo la libertad de poder decir lo que quiera.
Te has convertido en un referente para muchas personas. ¿Quién lo es para ti?
Tengo muchísimos, pero se me viene a la cabeza Irene Villa, que fue la primera persona con amputación que conocí. Ella me ayudó a abrir los ojos y darme cuenta de que había vida más allá del accidente. Es una persona súper activa y, pese a su discapacidad, ha logrado un montón de cosas que mucha gente pensaba que no iba a conseguir. De mayor, quiero parecerme a ella.
“Soy muy presumida y siempre estoy hablando con mi ortopeda para ver cómo puedo decorar mi prótesis”
Durante los cuatro días siguientes al accidente, la vida de Desirée cambió para siempre. Tras ser hospitalizada en el Centro Médico El Castro de Vigo (Pontevedra), la atleta sintió durante horas, encamada e impotente, cómo su pierna moría poco a poco a causa de una lesión arterial contra la que el traumatólogo no tomó ninguna medida. Finalmente, cuando la situación era irreversible, fue traslada al hospital Povisa, donde le amputaron la pierna.
El caso y el juicio posterior fueron muy sonados, especialmente en Vigo, donde hasta el alcalde de la ciudad, Abel Caballero, tuvo que dar una rueda de prensa mostrando su apoyo a Desirée. En un primer momento, el traumatólogo fue condenado a dos años de cárcel y cuatro de inhabilitación por un delito de imprudencia profesional. Sin embargo, más de cinco años después, la Audiencia Provincial de Pontevedra ha rebajado la pena del traumatólogo a, únicamente, una multa de 9.000 euros al considerar que fue autor de un delito de lesiones por imprudencia menos grave.
En el programa ‘La Resistencia’ (Canal #0 de Movistar) dijiste que habías sido indemnizada con 1’5 millones de euros, pero que esa cifra aún no era fija.
No, porque la parte acusada apeló y están viendo en qué cosas pueden rebajar. Obviamente, a ellos lo que les interesa es pagar lo menos posible, pero la realidad es que las prótesis valen un dinero —entre 20.000 y 70.000 euros— y yo tengo que tener una hasta el día que me muera. La cantidad que yo perciba como indemnización equivale al valor de todas esas prótesis durante el resto de mi vida.
De hecho, las has convertido en un complemento más de tu vestuario.
Sí, estoy todo el rato pensando en cómo puedo decorar mi próxima prótesis porque es algo que uso todos los días. Además, soy muy presumida y siempre le estoy diciendo a mi ortopeda si la podemos hacer roja, rosa o de colorines. Me gusta tener todas personalizadas y poder elegir cuál me pongo dependiendo de si voy de fiesta, a la playa o tengo algún evento. Ahora, me he hecho una con el artista Okuda San Miguel, me encantan sus diseños y es un honor tener una prótesis decorada por él.
¿Puedes contarnos alguna anécdota curiosa que te haya ocurrido con ellas?
Me han pasado mil cosas. Tengo una aplicación en el móvil que sirve para controlar los modos de la rodilla y un día, caminando por la calle, mi novio se la descargó y activó el modo “pata palo” para dejarme clavada —ríe—. Alguna vez, también me he quedado sin batería en clase y la prótesis se ha puesto a pitar sin parar. Al final, riéndonos de nuestras limitaciones y defectos es como mejor los aceptamos. Hasta hace poco no me atrevía a salir en pantalones cortos por si la gente me veía y decía algo, pero ahora me he puesto una prótesis dorada que brilla. Así que, si me van a ver, que me vean como algo bueno y, sobe todo, positivo.
“Sin el deporte, seguramente, no hubiera superado el trauma y tendría una calidad de vida bastante peor”
En cuatro años, Desirée ha pasado de representar a España en el Mundial de Gimnasia Acrobática —la mayor competición de esta disciplina— a hacerlo en atletismo junto a la selección paralímpica española. Actualmente, posee el récord nacional de su categoría en los 100 metros lisos y en salto de longitud y, desde hace un año, vive en la residencia para deportistas de élite Joaquín Blume de Madrid. Su objetivo: poder competir a nivel internacional con las mejores y participar en los Juegos Paralímpicos de Tokio, programados inicialmente para 2020, pero pospuestos por culpa del coronavirus, a 2021.
¿Dónde estarías de no ser por el deporte?
Seguramente no hubiera superado el trauma, sería una persona totalmente diferente y tendría una calidad de vida bastante peor. El atletismo hace que sea capaz de poder andar 20 kilómetros sin cansarme. Una persona que no práctica ejercicio no lo puede hacer. El deporte me ha dado pasión, calidad de vida y me ha acercado a muchísima gente maravillosa.
¿Cómo te sientes dentro de la selección paralímpica?
Conocer a más personas con discapacidad hace que dejes de ser tan egoísta, de preguntarte por qué te ha pasado esto a ti. Luego, ir a los campeonatos juntos es un auténtico show, porque unos vamos con la prótesis colgando, a otros les pita la silla de ruedas en el control y algunos no saben ni hacia dónde ir porque son ciegos —bromea—. Es un grupo súper divertido y lo siento como una familia.
Tú has tenido la suerte de encontrarte con patrocinadores muy potentes que han apoyado tu carrera, sin embargo, no todos tus compañeros tienen esa opción.
Sí, es cierto, tengo muchos compañeros con resultados buenísimos y varias victorias en campeonatos y no tienen ni un patrocinador. Esto me sirve para darme cuenta de lo que tengo, agradecerlo y aprovecharlo al máximo para transmitir los valores de superación que tenemos las personas discapacitadas. Cuando practicaba gimnasia acrobática tenía que pagarme el chándal y los desplazamientos, ahora no pago nada por la ropa de entrenar y tengo unas facilidades que nunca hubiera imaginado.
Cuando no estás entrenando o estudiando, ¿en qué te gusta emplear tu tiempo?
Me encanta leer e interesarme por cosas relacionadas con la carrera que estoy haciendo, Relaciones Internacionales. También me gusta ir al cine, tomar algo con mis amigos y pasar tiempo con mi novio, lo mismo que a cualquier otra persona. Lo de salir de fiesta no me lo puedo permitir mucho porque al tener que entrenar diariamente se hace complicado. Cuando no estoy en temporada de competición también me gusta patinar sobre hielo.
“Tardé más de un año en subir una foto con la prótesis a las redes sociales, fue cuando tuve el primer día de entrenamiento de atletismo”
Diario de una lucha
Durante las semanas de recuperación, y con la excusa de no olvidar ningún detalle de lo ocurrido de cara al juicio, Desirée fue escribiendo algo así como un diario. Un lugar donde desahogarse, recoger las impresiones de sus familiares y expresar todo lo que sintió durante los meses siguientes a su accidente. Un relato terapéutico que decidió titular con la frase que le dijeron un día en el hospital donde se recuperaba.
¿Por qué decidiste escribir un libro?
No lo decidí yo, fueron mis padres quienes me empujaron. Para mí fue una terapia de autoayuda donde reflejaba lo que estaba sintiendo, lo que había vivido en la gimnasia y el proceso de recuperación.
Como buena millenial, también te has hecho youtuber y tiktoker.
Hago el tipo de vídeos que a mí me hubiera gustado ver cuando yo estaba en el hospital. Recuerdo que cuando estaba ingresada y veía los vídeos de la gente caminando con la prótesis yo solo quería ponerme a ello. Es un canal donde explico cómo hago ejercicios con el muñón, enseño cómo es mi día a día con una prótesis, etc.
¿Cuánto tiempo tardaste en exponerte en redes sociales?
En subir una foto normal quizá un mes o así, pero lo que más me costó fue subir una foto donde se viera la prótesis. Tardé más de un año. La primera vez fue cuando tuve el primer día de entrenamiento de atletismo en el centro de alto rendimiento. El deporte me ayudo a superar mis inseguridades y dejar de esconder mi prótesis. Al final dije: “Soy así no y me va a crecer otra pierna. Tengo que aceptar mi cuerpo tal y como es”. Ahora soy especial por lo que tengo, pero no soy un bicho raro, soy una persona diferente y las diferencias siempre son positivas.
En ese sentido, ¿qué opinas de los ideales de belleza que promulgan ciertos influencers?
Cuando tuve el accidente pasé por una etapa complicada en ese sentido. Me veía fea, me miraba en el espejo y no me gustaba lo que veía, por lo que conectaba el dolor del miembro fantasma con la hora de comer. Al final, por no comer, lo que podían haber sido cuatro meses hasta que me pusieran la prótesis acabaron siendo siete. Las personas que tenemos esa visibilidad debemos cuidar nuestro mensaje, sobre todo entre los más jóvenes, porque somos los que más sufrimos los cánones de belleza.
**Artículo originalmente publicado en el número 53 de Vis-à-Vis. Compra tu ejemplar en quioscos o descarga la edición digital interactiva para iOS o Android.