Llegó la mami. Con esta presentación ya sabrás de sobra de quién y de qué canción hablamos. Y es que si decimos “la reina, la dura, una Bugatti”, es imposible no pensar en Chanel Terrero (Cuba, 1991). La artista hispano cubana nos fascinó a todos con SloMo en Eurovisión y nos consiguió un más que merecidísimo tercer puesto en el festival. De eso ya hace un año, tiempo en el que han pasado muchas cosas, aunque algunos le achaquen precisamente lo contrario. Ahora acaba de lanzar una bachata llamada Clavaito junto a Abraham Mateo.
A una semana de que Blanca Paloma debute en el festival de la música, hablamos con ella sobre todo lo que ha vivido este año. De sus críticas por tomarse su carrera con calma después del subidón post-Eurovisión a su reciente faceta como business woman. Como ella misma dice: “Let’s go!”.
Se va a cumplir un año del fenómeno Chanel en Eurovisión. ¿Se te ha pasado muy rápido?
El tiempo es un poco relativo. No es que se me haya pasado rápido, sino que, durante este año, he hecho muchas cosas. Si echo la vista atrás, veo todo lo que he vivido y aprendido y no sé cómo calificarlo, si ha pasado rápido o es que he estado muy ocupada.
¿Cómo era la Chanel de hace un año y cómo es la de ahora?
Justo lo estaba pensando antes. Sigo teniendo como esa ilusión que me caracteriza, ese filtro de ver las cosas como si fuera una niña pequeña, disfrutando y con compañerismo. Pero, por otro lado, he aprendido muchísimo y me encuentro como una mujer mucho más madura. Y un poco business woman, como diría Nathy Peluso —ríe—. Sigo aprendiendo, pero mi esencia como Chanel es la misma.
Acabas de lanzar Clavaito junto a Abraham Mateo, tu primera colaboración. ¿Has tenido muchas propuestas antes de aceptar esta?
¿Cuánto son muchas? —ríe—. Eso es bastante relativo, aunque, obviamente, han habido propuestas encima de la mesa. Pero lo que me movía por dentro era esta colaboración y hacer un tema con Abraham.
¿Te preocupa no volver a alcanzar el éxito de SloMo?
Como el mismo tema dice: “No hay imitacione'” —ríe—. SloMo es algo especial. Más que una canción, un tema compuesto por Leroy Sánchez y otros artistas, fue un movimiento social. Estaba Eurovisión detrás, había mucha expectación y fue algo muy grande, no solo la canción. Por tanto, eso es algo aparte. Creo que no se puede comparar y nunca voy a volver a vivir nada igual, más que nada porque ha sido la primera vez y ya no va a haber otra primera vez. Pero eso no significa que los temas que vengan sean peores o mejores, son diferentes y momentos de la vida distintos. Lo que hay que hacer es agradecer de dónde vengo y todo lo que me ha dado.
Sin prisa pero con mucha presión
Pese a toda la expectación que tenías en mayo tras Eurovisión, no fue hasta octubre que lanzaste tu primer single, Toke. Y este año, has lanzado “solo” dos temas. ¿Este ritmo y tiempos era lo que tenías en mente o es que surgieron contratiempos?
Mira, con el tiempo estamos muy mal acostumbrados ahora mismo. Todo sale ya. Estamos en las redes sociales, todo es rápido. Necesitamos consumir, consumir y consumir. Yo no es que tenga un plan, simplemente, sabía que, como artista, necesitaba ese proceso de conocerme, probar, componer. En definitiva, ese proceso de ser. Yo llevo muchísimo tiempo interpretando personajes y no siendo yo. Ahora, el ejercicio es saber qué quiero contar y transmitir; qué parte de mí quiero regalar. Ahí estaba un poco el ejercicio. No ha sido poco tiempo o mucho tiempo, ha sido el justo. Ahora es cuando me siento segura, feliz y plena de poder compartir todo lo que llevo.
“Si te regalas de una manera que no te gusta, qué frustrante”
¿Cómo fueron esos meses en los que “paraste” después de Eurovisión?
Es que no paré nunca —ríe—. Otra cosa es lo que se ve fuera, pero no es la realidad. Muchas veces nos condicionamos por las redes sociales, por ejemplo, o los medios, pero yo no he parado nunca. No he tenido vacaciones. Solamente me fui unos días pequeños, ni una semana, y aun así estaba trabajando. No he parado, otra cosa es que no se haya visto, pero yo he estado en el estudio todos los meses y con reuniones. Y estoy muy contenta, la verdad.
¿Cuesta mucho llevar las riendas de tu propia carrera cuando hay tanta expectación a tu alrededor?
No se tienen los pies en la tierra. Yo, ahora, tengo los pies bastante en la tierra y el corazón volando. Somos humanos y siempre está ese pensamiento de si voy a decepcionar, si va a gustar o no. Pero, en el fondo, si tú estás contenta y segura de lo que compartes, eso es lo que vale. Al final, es tu arte lo que estás regalando y si te regalas de una manera que no te gusta, qué frustrante. En mi caso, al contrario, estoy feliz de haberme podido tomar este proceso porque, al final, esto es muy cambiante. Voy surfeando por aquí y por allá.
Ahora, vuelvo a citar yo a Nathy Peludo: ¿cómo vives esta faceta de business woman?
Pues a veces dura y, a veces, no tan dura. Sinceramente, es algo súper nuevo para mí. Me gusta ser un poco mandona, no te lo voy a negar —ríe—. Es algo difícil, pero cada vez voy aprendiendo más cosas y, al final, liderar un equipo desde el compañerismo es la clave. Hay que saber escuchar.
Antes de llegar a Eurovisión, participaste en muchos musicales, actuaste de pequeña parte en series como ‘Gym Tony’ o ‘José Mota presenta…’ y fuiste bailarina en programas como ‘Tu cara me suena’. Sin duda, un ejemplo de que la fama cuesta. Pero, ¿en tu caso cuánto?
Es que en mi caso nunca fui a por la fama. Lo que me ha costado es mantenerme desde los 16 años que empecé a trabajar. Hay muchísimos artistas en este país que son actores, bailarines, acróbatas, modelos… y se tienen que dedicar a otra cosa porque no les da la renta ni para comer. En mi caso, por ejemplo, nunca me he tenido que dedicar a otra cosa y es algo que aprecio muchísimo. Soy consciente del privilegio que la vida me ha dado. Cuando me preguntabas, cómo era antes y ahora, esa cosa que te comentaba de la ilusión, la sigo manteniendo. Recuerdo todas y cada una de las veces que me dijeron que me habían cogido para un trabajo. La reacción era la misma: ilusión, llorar, felicidad, llamar a mi familia… Y, hoy en día, sigue siendo la misma. Nunca fui a por la fama, quería crecer artísticamente.
Diva eurovisiva
Lograste una de las mejores posiciones de España en la historia del festival y el país se volcó contigo. ¿Sigues sintiendo ese hype o el efecto eurovisivo ya ha pasado?
No. Los fans eurovisivos son leales y así lo estoy sintiendo. Son muy pasionales y quien tenga que estar, que se quede.
Y hablando de lealtad, pese a quedar tercera, no has sido invitada por la organización para esta edición ni actuarás junto a otros artistas como el ucraniano Kalush Orchestra. ¿Por qué crees que no han contado contigo?
Pues no lo sé, la verdad. Ellos dieron unas declaraciones y yo no he tenido la oportunidad de hablar con ellos ni creo tampoco que la tenga. No tengo la respuesta, pero sí sé que hubiera sido increíble.
“La palabra eurofan tiene un bagaje y un peso que no me merezco”
Aunque tras tu espectacular actuación España se volcó contigo, nada más pasar por el Benidorm Fest, fueron muchos los que te criticaron duramente. Incluso, Unidas Podemos llevó al congreso tu elección. ¿Cómo recuerdas todo aquello? ¿Aprendiste algo?
Hombre, imagínate tú en esa posición. Obviamente, aprendí algo. Pero lo que sí te puedo decir es que estoy muy orgullosa de cómo lo afronté todo y cómo lo llevé.
¿Te consideras eurofan? ¿Cuáles son tus temas favoritos de la historia de Eurovisión?
Con todo mis respetos, creo que la palabra eurofan tiene un bagaje y un peso que no me merezco —ríe—. Obviamente, me encanta el festival. Y en cuanto a canciones favoritas, hay un montón. Obviamente, SloMo porque me cambió la vida. Pero hay muchos otros. Euphoria de Loreen, Waterloo de ABBA, Dancing in the rain de Ruth Lorenzo es un tema que me mueve mucho, Toy de Netta me gusta mucho… Hay varias, podría estar hasta mañana.
¿Cómo ves a España este año? ¿Qué canciones deberían estar en el podio?
A España la veo increíblemente bien y tengo la esperanza de que ganemos. Estoy con Blanca Paloma hasta la muerte. El podio lo veo Blanca, ganando, Loreen y luego, Käärijä, de Finlandia.