Todos tenemos monstruos que nos atormentan, ¿Cuáles son los tuyos?
Uno tremendo es un malo de la serie ‘Twin Peaks’ que se llamaba Bob. Ese es el monstruo que me persiguió de chaval; lo veía en los espejos del baño de mi casa. Y ahora que ha vuelto la serie, hostia, volver a reencontrarme con ese cabrón… –ríe–. Luego, el monstruo que siempre me persigue es que soy un tipo muy hipocondriaco con la enfermedad, eso no lo he terminado de gestionar. He ido a terapia y he hablado mucho de esto pero tengo momentos buenos y momentos malos. Tengo un punto muy Woody Allen –bromea–.
Otro de esos monstruos es la fama. ¿Es el peor?
Me gusta más llamarlo popularidad. De alguna manera, yo tengo una popularidad cómoda. Es verdad que no soy un disfrutón de la popularidad. Es algo que nunca me sedujo y llamar la atención siempre me cohibió. Yo he tenido episodios muy concretos con la prensa del corazón, dos o tres veces en mi vida. Es un tipo de prensa que no comprendo, no me gustan sus principios ni sus porqués, no comulgo con nada de eso. Me parece un mundo demasiado hostil. Estoy muy contento de no tener paparazzis en los setos o en la puerta de mi casa.
“El presidente más importante del mundo es un jodido tarado, xenófobo, machista y pistolero” Leiva
¿Cuáles son los peores monstruos a los que se enfrenta la sociedad actualidad?
Desde luego, el hambre me parece, por encima de cualquier cosa, el monstruo más terrible de la humanidad. Y el cambio climático, me parece increíble todos los inputs que nos están llegando de terremotos, tsunamis no se esté entendiendo como que la naturaleza esté diciendo: “¡Cuidado, te estás pasando!”.
Y luego están los políticos, que también dan mucho miedo.
Empezando porque el presidente más importante del mundo es un jodido tarado, xenófobo, machista y pistolero. Y por la parte que nos toca, sí que siento que hay una crisis de valores, que hay un énfasis por las banderas brutal… Soy ciudadano del mundo antes que artista. El resumen es que no quiero ver a una señora de 65 años con la ceja abierta sangrando y a dos niños pegándose con dos banderas por la calle.
Un mensaje cósmico
¿Serías un buen compositor de bandas sonoras?
No lo sé. Los códigos de las bandas sonoras son totalmente diferentes a los códigos de las canciones. Para hacer buenas bandas sonoras tienes que hacer muchas, y yo solamente he hecho dos. Me encanta, es un trabajo muy bonito, es otra manera de comunicarte con la música, pero me cuesta mucho tener un jefe, hacer música y que alguien me corrija, no estoy acostumbrado. A la vez es muy bonito interpretar la cabeza de un director y el tono que quiere para su historia. Si algún día parara años de hacer discos es lo primero que me apetecería hacer.
¿Cómo te reclutaron ‘los Javis’ para componer la canción principal de ‘La llamada’?
Primero me propusieron hacer la canción antes de que la película estuviera ni siquiera negociada. No sé ni siquiera si había guión todavía. Yo había visto la obra varias veces, había ido a ver a Maca, conocía a Los Javis, claro, y posteriormente me propusieron hacer la música incidental. Soy un poco intruso porque no es mi oficio y tengo mucho respecto hacia los compositores de bandas sonoras. Pero parte del ADN de Los Javis es tirarse a la piscina con cosas que no son el modelo estándar.
Una canción que te ha valido tu primer Goya.
Los premios no ocupan ni un segundo de mi tiempo porque no me parece que la energía se tenga que concentrar en eso. Hombre, un Goya es un premio muy emocionante y, sobre todo, sería un premio a ese proyecto, desde dónde se creó, que fue el hall de un teatro. Eso me ilusiona mucho.
¿Tú has sentido “la llamada”?
No la he sentido nunca con la religión. La respeto, pero en mi caso, por mi educación, nunca la he tenido. Sí he sentido la llamada de la música, sí he sentido un mensaje un poco cósmico de alguien que me dijo: “Creo que deberías hacer música”. Cuando tenía 12 años, estaba en 8ª de EGB y tenía mi banda de música, sabía que quería hacer música. No pensaba que me fuera a ir bien o mal, pero supe que iba a dejar de estudiar e iba a hacer música.
Has sido el productor integral de ‘Lo Niego Todo’, el último disco de Joaquín Sabina. ¿Cómo fue ese verano en el que lo preparásteis?
Nosotros somos amigos de hace años. Curiosamente nos presentó Guti, el futbolista, igual en el año 2003. Rubén y yo habíamos ido a su casa a cenar con él, habíamos participado en la composición de dos canciones… Pero ahora hemos convivido muchos meses él yo juntos. Cuando nos pusimos a hacer el disco me fue a vivir a su casa de Rota (Cádiz). Conforme pasa el tiempo me acuerdo menos del disco que de la convivencia. Me quedo con el día a día.
¿Es complicado trabajar con él?
¡No, qué va! Al final, todos hacemos pis por el mismo agujero, tenemos los mismos vértigos, los mismos mecanismos de defensa, las mismas aprensiones… Joaquín es como nosotros con la diferencia de que le das una hoja en blanco y un boli y es un genio.
Sabina dice que envejecer con dignidad es una blasfemia. ¿Tú qué opinas? ¿Estás preparado para ser algún día un viejo rockero?
Es un lema que decían ellos de joven y me lo explicó él. Hombre a mí me gusta mucho el espíritu que tienen los yanquis de cómo envejecen sus músicos. Johnny Cash, Tom Petty, Leonard Cohen, Bob Dylan… Creo que hay un respeto hacia los mayores que aquí no tenemos. Aquí se tiende a denostar al más mayor y allí ensalzan su figura, y esto yo lo envidio. Se puede envejecer con dignidad y seguir haciendo discos muy buenos a los 60 años. Eso es lo que a mí me gustaría hacer. Dylan hizo ‘Modern times’, que es uno de sus discos que más me gusta, teniendo más de 50 años. Esto te da alas.
En su día fuiste uno de los artistas que criticó con más dureza ‘Operación Triunfo’. ¿Tu opinión al respeto sigue siendo la misma?
Es verdad que quizá con esa edad, hace 10 o 15 años, tenía cierta vehemencia que con el tiempo he ido puliendo. Sigo pensando lo mismo en el sentido de que es difícil decirle al mundo que en una escuela se hace a un artista. Los grandes artistas que me han conmovido en la historia son gente que ha desafinado, que no sabe bailar y que nunca jamás hubieran pasado un casting de este tipo. Sí que discrepo de un montón de principios que se sostienen ahí.
¿Nunca te veremos como coach de un programa musical?
Me llamaron para los que se dan la vuelta en la silla… ¿Eso es ‘La Voz’? Pero no me siento capacitado para decirle a alguien lo que tiene o no tiene que hacer. Eso va un poco en contra de la dirección artística. A día de hoy no puedo decirle a nadie hacia dónde tiene que ir porque no tengo ni idea de hacia dónde tengo que ir yo.
¿Cómo se presentan los próximos meses?
Yo tengo la peculiaridad de que escribo en gira. Cuando termino los discos, todo este tiempo de parón, te pasan menos cosas en la vida y tengas menos cosas que contar y menos lugares donde buscar canciones. Otra cosa es que te enamores hasta la muerte de alguien o tengas una ruptura, pero por lo general es un tiempo un poco más aburrido. En este caso ha terminado la gira y tengo un disco en la cabeza compuesto. Iré perfilándolo estos meses, pero ahora me dedicaré a cocinar, a seguir escribiendo, a ir a la montaña y a ser un ser humano normal que coge el ticket de la pescadería.
*Artículo originalmente publicado en el número 50 de Vis-à-Vis. Pide tu ejemplar en papel en tienda.ploimedia.com o descarga la edición digital interactiva para iOS o Android.