¿Aún piensas que comer un huevo al día es malo? ¿Crees en esos superalimentos saludables que te hacen invencible? ¿Compras la leche siempre desnatada y los galletas enriquecidas con vitaminas? Si has respondido sí a alguna de estas preguntas, déjanos decirte que vives engañado por la industria alimentaria. Todos son mitos que Miguel Ángel Lurueña, doctor en Ciencia y Tecnología de los Alimentos y autor del popular blog Gominolas de Petróleo, desmiente en su nuevo libro, ‘Que no te líen con la comida‘.
1. Mito: Existen superalimentos milagrosos
Si te has enganchado a la quinua, el açai o el alga wakame pensando que son recetas mágicas para una salud de hierro, sentimos decirte que no son más saludables que unas lentejas. “Son principalmente un fruto del marketing. Es cierto que la mayoría de estos alimentos son saludables, pero eso no significa que aporten beneficios extraordinarios, ni que sean imprescindibles. Además, suelen ser muy caros y, al proceder de lugares lejanos, tienen un impacto negativo sobre el medio ambiente y nuestro entorno socioeconómico”, afirma Lurueña.
Además, a todos estos alimentos se les otorgan propiedades que, en muchos casos, son infundadas o magnificadas. Esto puede hacer que cualquiera los vea como una compensación total de un mal estilo de vida. “Estos alimentos “exóticos” pueden despistarnos al hacernos pensar que son “milagrosos” y que funcionan como una especie de talismán para compensar nuestros malos hábitos. Además, pueden hacernos pensar que para alimentarnos de forma saludable necesitamos incorporarlos en nuestra dieta”, recuerda.
2. Mito: El gluten es malo y has de sacarlo de tu dieta
En los últimos años han ido multiplicándose los alimentos gluten free, que cada vez son más consumidos. ¿El motivo? La falsa creencia de que el gluten es malo y has de sacarlo de tu dieta aunque no seas celiaco. “No hay necesidad de eliminar el gluten de la dieta si no se padece ningún trastorno asociado al gluten. Es más, eliminarlo podría ser negativo, ya que si dejamos de comer cereales y no lo compensamos de alguna forma, podríamos sufrir un déficit de ciertos nutrientes”, advierte el experto. Lo mejor siempre es acudir al médico o un nutricionista y saber si tenemos o no una intolerancia.
Además, estos productos suelen ser bastante más caros y pueden inflar mucho el precio de nuestra lista de la compra. Por otro lao, en algunos casos se compensa el gluten con otras sustancias más perjudiciales. Hay alimentos naturales como las frutas que no lo tienen y otros elaborados donde sustituirlo es fácil, pero también algunos donde esta sustitución es más compleja. “En este último grupo podemos encontrar dos tipos de productos: los de mayor calidad incorporan ingredientes más interesantes desde el punto de vista nutricional y también organoléptico, por ejemplo, la harina de legumbres, mientras que en el resto ocurre lo contrario porque se incorporan ingredientes más baratos, como almidón de arroz. Es decir, deberíamos fijarnos en la lista de ingredientes”, aconseja.
3. Mito: La leche mejor dejarla y, si no, desnatada
Seguro que has oído mil veces eso de que el ser humano es el único animal que sigue bebiendo leche en la etapa adulta. Vale, pero, ¿cuál es el problema? La leche es un alimento bastante completo y nutritivo que aporta muchos beneficios. Y no, no hace falta que caigas en la moda de esquivar la lactosa a toda costa. “Si eliminamos la lactosa de la dieta sin ser intolerantes podríamos desarrollar una intolerancia, ya que nuestro organismo puede dejar de producir lactasa, que es la enzima que hace posible que podamos digerir ese azúcar. Se estima que en España en torno al 40% de la población tiene intolerancia a la lactosa. Eso no significa que a todas esas personas les sienten necesariamente mal los lácteos, ya que hay diferentes grados de intolerancia”, recuerda Lurueña.
Eso sí, aunque la leche sea una bebida saludable y rica en proteínas, calcio y vitaminas del grupo B, no significa que debas forzarte a tomarla. “La leche es un alimento que aporta buenos nutrientes, pero eso no significa que sea imprescindible. Si nos gusta y no tenemos problemas para tomarla, podemos beberla también en la edad adulta”, afirma. Eso sí, conviene evitar la desnatada, ya que pierde bastantes nutrientes. “Hace años se demonizaron las grasas y por eso muchas personas optan por las versiones desnatadas o semidesnatadas, pero hoy sabemos que la leche entera es una buena opción en población sana”, añade.
4. Mito: La leche de soja y similares son la mejor alternativa láctea
Evidentemente, si la bebida de soja no es leche ni nada tiene que ver con ella, no es una alternativa láctea. Tienen beneficios y nutrientes pero nada tiene que ver con la familia de los lácteos. “Las bebidas vegetales tienen muy poco que ver con la leche. Son alimentos diferentes con características diferentes. De hecho, incluso dentro del grupo de bebidas vegetales podemos encontrarlas con características muy distintas entre sí. Por ejemplo, las de soja aportan básicamente proteínas, mientras que las de frutos secos aportan más cantidad de grasa”, señala el experto.
Asimismo, siempre que compres una bebida vegetal has de mirar la etiqueta para saber qué cantidad de ese alimento lleva y evitar todo añadido dañino. “En algunos casos el ingrediente se encuentra en una proporción ridícula. Por ejemplo, en una bebida de almendras, este fruto seco suele estar en una proporción del 3% aproximadamente. A eso hay que sumar que algunas contienen ingredientes poco recomendables, como una alta proporción de azúcares añadidos”, critica.
5. Mito: Alimentos ecológicos sí, pero transgénicos, no
A muchos solo con oír la palabra transgénico ya se les ponen los pelos de punta. Y no es para menos si tenemos en cuenta el acoso y derribo que durante años han recibido estos productos, por muy falsos que sean los ataques. “Los alimentos transgénicos son seguros. En cualquier caso, en Europa es tremendamente difícil encontrar estos alimentos en las tiendas”, defiende este divulgador científico.
Y claro, en un mundo donde los transgénicos son los malos de la película, todos los alimentos ecológicos parecen los héroes que vienen a salvar la situación, aunque, en muchos casos, solo es puro marketing. “Que un alimento tenga la
etiqueta de “ecológico” solo significa que cumple con unos requisitos que se indican en la legislación. Entre ellos no se encuentran condiciones que los hagan necesariamente más respetuosos con el medio ambiente ni mejores desde el punto de vista nutricional. Por ejemplo, podemos comprar kiwis “ecológicos” importados de Nueva Zelanda y envasados en bandejas de plástico, como el impacto que eso supone sobre el medio ambiente”, advierte.
6. Mito: Compra siempre alimentos enriquecidos y vitaminados
Casi cualquier producto se ha sumado ya a la moda de las vitaminas y el Omega 3. Desde leches enriquecidas con calcio y Omega 3 hasta yogures para proteger tus defensas o galletas con fibra y vitaminas. El negocio de la alimentación ha encontrado una mina de oro en estos reclamos, aunque a veces son puro humo. “En la grandísima mayoría de los casos es innecesario y puede despistarnos. Podemos pensar que necesitamos consumir alimentos enriquecidos para que nuestra dieta sea completa, cuando en realidad no es así”, alerta. Si se tiene una carencia de minerales o vitaminas lo mejor es acudir al médico y, si se considera oportuno, tomar el debido suplemento nutricional.
Y en toda esta parafernalia de añadidos, los yogures con L-Casei que salvaguardan tus defensas se llevan la palma. “Estos yogures no hacen lo que se insinúa que hacen. Para empezar, la alegación de “ayuda a tus defensas” no se debe a esa bacteria, L. casei, sino a que la empresa añade vitamina B9. Es decir, si una empresa de agua mineral añadiera ese nutriente a una botella de agua podría decir lo mismo. La frase “ayuda a tus defensas” es una simplificación de la alegación que viene a decir que esa vitamina contribuye al correcto funcionamiento del sistema inmunitario. Esto significa que nuestras defensas necesitan esa vitamina para funcionar, pero no quiere decir que si la consumimos más vayan a funcionar mejor”, explica Lurueña.
7. Mito: El huevo es malo y sube tu colesterol
Este alimento altamente nutritivo ha sido el gran demonizado y perseguido durante años por la falsa creencia de que un gran consumo puede provocar problemas cardiovasculares y aumentar nuestro colesterol. “El huevo es un alimento saludable. Si antes se decía eso era porque los conocimientos de los que disponíamos eran otros, pero podemos comer huevos sin preocupación dentro de una cosa sensata, claro. Podemos comer un huevo al día sin temor”, sugiere.
Ahora bien, ¿sabes leer la etiqueta de un huevo? “En la etiqueta de un huevo podemos ver un código muy largo de letras y números. El primer número indica la forma de producción (0 ecológico, 1 campera, 2 en suelo y 3 en jaula). Tras ese número inicial veremos un código que hace referencia al lugar de producción. Está encabezado por dos letras (normalmente ES, correspondiente a España) y un número que indica la localidad y la granja concreta. También es importante fijarnos en la fecha de consumo preferente. Por último, debe indicarse la categoría. Todos los huevos que encontramos en el mercado son de categoría A. Los de categoría B son los huevos que no son aptos para el consumo directo”, enumera Lurueña.