Cierra los ojos y piensa en el otoño. Seguro que lo primero que se te ha venido a la mente son las hojas de los árboles cayendo y un bosque teñido de naranja y caoba. En estos días los árboles adquieren un matiz especial y, además de disfrutar de la naturaleza y desconectar de las agitadas semanas que arrastramos, puedes aprovechar para sacar tus mejores instantáneas. Pero, además, puedes practicar el Shinrin Yoku, que se puede traducir como “baño de bosque”, una actividad muy típica de la cultura nipona que consiste, básicamente, en sumergirse en la atmósfera forestal para conseguir la paz espiritual y muchos beneficios físicos y mentales. Algo que ha demostrado que reduce la hormona del estrés, el cortisol, mejora el estado anímico y refuerza el sistema inmunitario.Si necesitabas un motivo para una escapadita al bosque, ya lo tienes. Ahora te toca decidir dónde. Te ayudamos.
Faedo de Ciñera (León)
Teniendo en cuenta que es el hábitat de un haya de más de 500 años con un perímetro de más de seis metros en la base, llamada Fagus, y que ostenta el título del bosque mejor cuidado de España, debería sorprenderte no haber oído hablar de él. Se ubica en Ciñera de Gordón, a unos 40km de León, y tiene una ruta de 11 km que es la que hacían los mineros para llegar a la mina cercana. Es un lugar que rezuma paz y silencio, según cuentan las leyendas locales, porque esta protegido por la bruja Haeda, la guardiana del lugar. Pero mientras no ensucies la naturaleza y respetes su fauna y flora, no has de temer nada.
Bosque de la Ciudad Encantada (Cuenca)
Es uno de los destinos que no puedes perderte si visitas la ciudad manchega. Y es que la popular Ciudad Encantada de Cuenca que se encuentra en este paisaje de pinos y rocas es un deleite para la vista. Se accede desde el pueblo de Valdecabras y durante su recorrido puedes contemplar el proceso geológico del karst, cuyo origen se remonta a hace 90 millones de años, y descubrir las caprichosas formaciones calcáreas que origina. Además, hay muchas rutas de senderismo que te ayudarán a desconectar del ajetreo de la vida moderna. Respira y deja que la naturaleza haga el resto.
Selva de Irati (Navarra)
La espectacular Selva de Irati, el segundo hayedo en extensión de Europa después de la Selva Negra alemana, es uno de los paisajes más curiosos que esconde la comunidad foral. Con un total de 16 senderos completamente balizados y perfectos para cualquier edad, no es de extrañar que este bosque que en otoño tiñe sus suelos de un color rojizo enamorara a Ernest Hemingway. Durante sus estancias en Pamplona, el escritor solía escaparse a este bosque para meditar y resguardarse bajo el manto de Basajaun, el señor del bosque. La Unesco lo considera Patrimonio de la Humanidad.
Parque Natural de Urbión (Soria)
Este paraje natural evidencia que no hay mejor arquitecto que la propia naturaleza. Y es que el hielo, con su fuerte poder erosivo, ha ido esculpiendo exuberantes formas glaciares que dejan encandilado a cualquiera que se adentre en ellas. Es recomendable visitarlo en cualquier momento del año pero, sin duda, en los meses de otoño las hayas y los pinos tapizan el suelo de unas tonalidades muy ‘instagrameables’. Además, algunas de las rutas de senderismo llevan a la Laguna Negra, que según el poeta Antonio Machado no tenía fondo y está señalada por misteriosas leyendas.
Bosque Finlandés (Madrid)
El nombre de este bosque de Rascafría se debe a después de un camino de 13 kilómetros inundado de abedules, álamos y abetos, se termina en un lago donde se puede ver una cabaña que antaño se usaba de sauna. Es un espacio perfecto para las caminatas en cualquier época del año, aunque si quieres sentirte como en un cuento de Hans Christian Andersen lo mejor es que lo visites a finales de otoño o en los meses más fríos de invierno. En esta época casi seguro que estará todo nevado y el lago donde termina el recorrido, congelado.
Parque Natural del Montseny (Barcelona)
Encinas, alcornoques, pinos, abetos, robles o hayas. En este bosque catalán tienes de todo para disfrutar de un buen día de senderismo en plena naturaleza. Se encuentra a poco más de una hora en coche de la Ciudad Condal y destaca por sus pronunciados relieves y el contraste de colores que recoge en otoño. Pese a que no es muy extenso, es sumamente importante a nivel ecológico por su gran biodiversidad y por albergar vegetación propia de los tres grandes biomas europeos: el mediterráneo con las encinas y los pinos carrascos, el eurosiberiano con los abetos y las hayas y el boreoalpino.
Bosque de Esperanza (Tenerife)
La isla canaria también tiene un montón de paisajes boscosos que te sorprenderán. Pero, sin duda alguna, uno de los que más te cautivará es este bosque de pino canario, conocido como el pulmón de Tenerife, que con su verdoso y húmedo paisaje te hará pensar que no estás en una isla. Además, desde este singular paraje se puede acceder al Parque Nacional del Teide y quedarte pasmado ante la imponencia del pico más alto del país y de su paisaje volcánico. Te será imposible salir de aquí sin impregnarte de un suave perfume de laurel.
Bosques del Ambroz (Cáceres)
Este paraje extremeño al norte de Cáceres es toda una explosión de colores a partir de septiembre gracias a la gran variedad de olivos, chopos, robles, alisos, alcornoques y castaños que tiene. Es tan místico el ambiente que se crea en este bello territorio que los habitantes de la zona llevan más de quince años celebrando el Otoño Mágico en el Valle del Ambroz. La ruta, que comienza en las localidades de La Garganta y terminan en Segura de Toro, tiene 22 kilómetros y ya la hagas con sol, lluvia o niebla, te fascinará.
Parque Natural del Moncayo (Zaragoza)
Situado en la ladera del Moncayo, el pico más alto del sistema ibérico con 2314 metros de altitud, está dominado por las carrascas, las encinas y los rebollos. En cuanto a la fauna salvaje, tampoco sería raro que te toparas con corzos, jabalíes, zorros, alimoches y buitres leonados. Y si te gustan los lugares embrujados puedes visitar algunos municipios aledaños como Trasmoz, el único pueblo excomulgado de España que muchos consideran maldito y que obsesionó a Gustavo Adolfo Bécquer.
Bosque de Muniellos (Asturias)
El mayor robledal de nuestro país es también la cuna de muchas de las historias propias del folclore asturiano. Basta con pasear un poco por él para entender por qué este lugar despierta la imaginación. Es uno de los mejores bosques para visitar en otoño, aunque para ello debes pedir un permiso especial porque está protegido. Con suerte podrás ser uno de los 20 afortunados que lo recorren cada día.
Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido (Huesca)
El pirineo oscense cuenta con unos paisajes tan impresionantes como este. Con una media de más de 600.000 visitantes al año, es uno de los mejores bosques de España para disfrutar de un otoño rodeado de sauces, fresnos, hayas y avellanos. Si lo visitas también disfrutarás de sus cascadas, cañones y ríos que cobran un color turquesa con la bajada de las temperaturas. Un paraíso tintado de naranja, ocre y amarillo en el que desearás perderte una y otra vez.