En esta época de likes y postureo que nos ha tocado vivir, aquello de que lo importante está el interior parece más necesario que nunca. Pero en Duchess Cookies nos demuestran que, a veces, se puede estar igual de bueno por dentro que por fuera. Elaboradas con recetas propias, sus galletas se han convertido en el bocado más dulce y creativo de la Gran Manzana. “Lo que hacemos es único en el sentido de que cogemos los demás postres y los transformamos en cookies. Quise tomar los platos dulces favoritos de la gente y hacerlos portátiles. Invento todos los sabores de las galletas y luego trabajo con nuestro panadero para ampliar la receta y perfeccionarla”, indica su fundadora, Sofía Demetriou.
Esta neoyorquina de orígenes rumanos y griegos lleva metida en el mundo de la repostería desde que fue capaz de coger una espátula. “Mi abuelo era dueño de varias panaderías en Nueva York y en Grecia. Mi familia siempre ha estado horneando y creo que de ahí me viene a mí”, confiesa. Tal ha sido su éxito desde que abrió el local, hace un año, que produce miles de galletas al día. “En total, tengo 20 personas que trabajan para el negocio y varios locales asociados que venden nuestras galletas. Vendemos alrededor de unas 5.000 al día entre todas las ubicaciones”, apunta.
En su carta hay desde cookies de sabores clásicos como la cereza, la avellana, el chocolate o el dulce de leche, hasta creaciones más atrevidas. En este segundo grupo encontramos las Unicorn Cookies, hechas de tarta de queso y fresa, las Cookie Monster Cookies, un homenaje al monstruo de las galletas, o las Galaxy cookies, que llevan azúcar de cecina de coco negro para darle ese toque espacial. “La mayoría de nuestras ventas son online. Las galletas tienen mucha presencia en Instagram y personas de todas partes viajan para probarlas o, únicamente, para hacerles una foto”.
El precio de todas es de 4’90 euros, aunque hay una que se sale del molde: una creación de 1.000 dólares hecha con chocolate Ruby, un chocolate rosa muy nuevo que ha llevado años de investigación y que tarda en prepararse ocho horas. “Lo mejor de nuestra galleta de 1.000 dólares es el recipiente de cristal de Baccarat y el collar de perlas que la acompaña. Son artículos lujosos y atemporales que el comprador puede tener para siempre”, explica Demetriou. Pero si no te la puedes permitir, tranquilo, siempre te quedarán los unicornios.
¿Dónde? 14th St, New York, NY 10014, Estados Unidos