Puede que suene raro e incluso absurdo, pero sacar brillo a bolas de barro elaboradas con tus propias manos relaja. O, al menos, eso es lo que defienden los practicantes del “dorodango”, un pasatiempo infantil tradicional japonés de difícil pronunciación que ha alcanzado fama internacional tras viralizarse en redes sociales. ¿El culpable? El profesor Fumio Kayo de la Universidad de Kioto, quien utilizó la ancestral técnica como herramienta para el estudio del desarrollo de psicología infantil a principios del siglo XIX. Un juego de niños que, gracias a las nuevas tecnologías y globalización, ahora ayuda a los adultos con problemas de estrés y ansiedad.
Origen desconocido
Aunque se desconoce su origen exacto, sí se sabe que la palabra –repetimos– “dorodango” proviene de la unión de doro, que significa barro en japonés, y dango, que es el nombre que reciben las bolas de harina de arroz que se comen comúnmente en Japón. Pese a la simpleza de su técnica –consiste en amasar barro hasta darle forma esférica– y los materiales que se emplean –barro, polvo y agua–, el “dorodango” potencia la concentración y la relajación y representar de forma directa las mejores características del minimalismo japonés. Tal es la fiebre que existe en torno a esta práctica que, desde su expansión internacional, el “dorodango” ha dejado paso al “hikaru dorodango”, una evolución de la técnica que no se conforma con obtener una esfera perfecta, sino que, además, pretende lograr el mayor brillo posible, al igual que una bola de billar.
Una tendencia que se ha ido adaptado a lo nuevos tiempos con un toque más millennial hasta conseguir su versión 3.0. Se ha sustituido el barro, polvo y agua por el papel de aluminio, más asequible y menos pringoso. En YouTube se pueden encontrar varios tutoriales que explican como desarrollar todo el proceso, empezando por la confección de la bola y concluyendo en el pulido y abrillantado final. Así que ya sabes, si el yoga no te hace efecto y las tilas solo te producen un leve cosquilleo, quizá deberías probar y comenzar a abrillantar tus propias bolas de barro o aluminio antes de que el estrés post vacacional acabé contigo.