Playas salvajes de Europa donde perderse (o encontrarse) este verano

Además de por su situación e inigualable belleza, esta pequeña playa griega cuenta con un atractivo extra: un naufragio. Sí, no es cosa del PhotoShop. Si tienes la suerte de visitarla, verás un barco encallado en medio de la arena que llegó a la playa en la década de los ochenta debido a las malas condiciones climáticas. Como está rodeada de acantilados de piedra caliza, la única forma de acceder a ella es a través de barcos-taxi, así que te aconsejamos que vayas bien provisto de refrigerios.

No es ningún misterio que las Islas Baleares albergan algunas de las playas más paradisíacas de todo el Mediterráneo. Para prueba, estas dos cala de postal ubicadas a 15 minutos en coche de la Ciutadella. Dos rincones de arena blanca, aguas turquesas y un frondoso pinar protegidos por acantilados. Normalmente suelen estar muy masificadas, pero puede que en este verano raro las encuentres más despejadas que de costumbre.

Como ya hemos podido comprobar, no hace falta irse muy lejos para nadar en aguas cristalinas. Pero para pureza la que nos ofrece la costa de este pueblo de pescadores situado en el extremo noroeste de Cerdeña. Playas de arena blanca y fina, agua transparente y rodeadas de vegetación que prometen mucho relax. En la de la Pelosseta, además, puedes visitar a pie un islote en el que se encuentra una torre aragonesa del siglo XIV. Para que sumes un poco de historia a tu viaje.

El Parque Nacional de Calanques es una de las joyas más valiosas de todo el Mediterráneo. Repartido entre Marsella, Cassis y La Ciotat con una extensión de 8500 hectáreas, alberga calas tan espectaculares como esta a la que se puede llegar en barco o, si muy eres aventurero, caminando desde Cassis. Es una de las más alejadas y de difícil acceso de todo el parque, pero merece la pena. Un pedacito de costa encajonado entre abruptos y elevados acantilados que es mejor ver que imaginar.

El mar báltico también nos regala algunos rincones realmente hipnóticos y de pura naturaleza. Si no, mira esta playa salvaje perteneciente a la tercera ciudad más grande de Letonia. Un lugar perfecto para relajarse alejado de las masificaciones de otros destinos europeos más turísticos. No te pierdas las ruinas de búnkeres de un antiguo fuerte de la base soviética de Karosta, un recuerdo de su pasado como puerto militar.

La más grande las Islas Canarias es el hogar de muchas porciones de mar todavía vírgenes. Una de ellas es la de Benijo, enclavada en las inmediaciones del pueblo de Taganana, que con su arena negra representa a la perfección el origen volcánico de la isla. Eso sí, mucho cuidado con la marea, ya que cuando está alta se come casi toda la playa. Si vas, quédate hasta que el sol caiga para disfrutar de un mágico atardecer.

En la costa sur del Algarve encontramos esta cueva natural que ha dado fama internacional al pequeño pueblo de pescadores de Beganil. Y aunque está cerca de su playa, no es recomendable ir a nado debido a las fuertes mareas. La forma más segura de visitarla es en barco y, para llegar hasta el interior, puedes hacerlo en tabla de surf. Una vez dentro podrás admirar sus paredes en espiral que se elevan hasta su gran óculo del techo por el que entra la luz.

Ya sabemos que el tamaño no importa, tampoco en lo que a playas se refiere. De hecho, esta solo tiene 30 metros de longitud y sigue siendo una de las más bonitas de Europa. Una recóndita cala de piedras blancas que destaca por la curiosa forma de las rocas que la rodean y que crean una especie de embudo. Se puede llegar hasta ella a pie por un camino bastante escarpado, por lo que muchos prefieren optar por alquilar un barco.

Las Islas Sorlingas, rodeadas por el Mar Céltico, también merece un hueco en este recorrido por playas salvajes. Aunque a lo largo de todo el archipiélago hay infinidad de playas bonita, esta con forma de media luna y arropada de un manto verde tiene un encanto especial. Puedes pasar el día en ella cogiendo un barco desde la isla principal de St. Mary’s.