En tu canal de YouTube ya acumulas más de 460.000 suscriptores. ¿Cómo ha cambiado tu relación con la plataforma a lo largo de estos años?
Mi primer vídeo lo subí en 2009 y lo hacía muy de vez en cuando. Estaba estudiando una carrera en la universidad, me costaba mucho encontrar tiempo para grabarme y subir algo decente. Pero una vez terminé mis estudios, me puse en serio a subir un vídeo cada semana y esa decisión es la que me cambió la vida. El crecimiento de los suscriptores fue exponencial a partir de ese momento. Ahora he reducido el ritmo a un vídeo cada dos semanas pero no por ello creo que lo esté descuidando.
¿Y todos los comentarios son positivos?
Me considero muy afortunada porque de los que recibo el 99% son positivos. Sí que es verdad que, al principio, cuando recibía un comentario negativo me hundía mucho y me pasaba el día preguntándome qué había hecho para que alguien empleara 30 segundos de su tiempo en decirme alguna porquería. Con YouTube he aprendido a distinguir una crítica constructiva de una destructiva.
¿Algún grupo o artista se te ha echado encima por versionar sus canciones?
Me ha pasado solo con Supertramp. Tienen una mentalidad diferente a la que tenemos ahora y no les gusta que la música sea gratis. No les gusta que haya versiones suyas, las quitan de todas las redes sociales. Ellos no lo ven como una forma de promoción. Me costaron dos strikeen YouTube (sanciones que pone la plataforma) –ríe–. Es algo generacional. A mí me da igual que mi canción esté sonando en una tienda gratis porque significa que alguien la está escuchando y le puede interesar.
Made in Internet
Si no hubiera sido por YouTube, ¿te habrías planteado entrar en algún programa de televisión tipo ‘Operación Triunfo’?
No lo sé, la verdad. Tengo muy claro que si no hubiese sido por YouTube habría salido por otro lado. Ante de tener el canal me iba a la calle Preciados (Madrid) a tocar con mi guitarra con 15 años. Tampoco sé cual es el camino correcto, no te voy a decir que ‘OT’ es incorrecto o que YouTube es correcto. No hay una fórmula.
¿Te atreverías con Eurovisión?
No, no me veo como una artista para Eurovisión. Nunca digas nunca, pero mi carrera creo que va por otro camino.
Y ahora publicas tu primer álbum con una gran discográfica. ¿Consideras que es tu consagración como artista?
Es la mentalidad que ha habido hasta ahora. Se le da más importancia a aparecer en la radio, papel o televisión que en el mundo online. Sin embargo, esto es algo que está cambiando. No creo que sea necesario tener un disco para considerarse un artista, pero sí es algo que yo quería hacer. Llevo años sacando un vídeo cada semana y ahora, llegados a este punto, me apetecía poder unir todas mis composiciones en un único proyecto y que la gente pudiera tenerlo.
¿Impone tener tanta gente detrás de ti?
Da un poco de respeto, pero yo procuro siempre transmitir unos valores con los que esté de acuerdo. No me preocupa no ser un modelo a seguir porque no creo que esté transmitiendo un mensaje incorrecto. Mi padre siempre decía: “Las madres se horrorizan cuando ven que sus hijas te escuchan por todos tus tatuajes”, pero luego al ver lo que digo, oír mi voz y tal, al final vienen ellas a los conciertos –ríe–.
“No creo que por llevar tatuajes tenga que hacer una música agresiva” Bely Basarte
¿Y la familia cómo lo lleva?
Están encantados con lo que hago y me apoyan muchísimo. Sí que es cierto que cuando estaba a punto de empezar la carrera de Empresariales y yo decía que quería hacer música, me miraban con cara rara. “Tienes que tener una carrera, cómo vas a hacer música”, me decían. Yo creo que a la generación de mis padres les resulta un poco vertiginoso pensar que su hija quiera ser artista y no tener una carrera con salida asegurada. Pero cuando han visto que realmente estoy trabajando mucho y que está dando sus frutos, son de verdad mis fans número uno. También agradezco mucho sus críticas. Creo que es importante que no me hagan la pelota –ríe–.
Precisamente, los tatuajes se han convertido en parte de tu identidad.
Me parece que el cuerpo es un lienzo y que somos libres de decorarlo. No me gustan para nada los prejuicios, no creo que por llevar tatuajes tenga que hacer una música más agresiva. Los contrastes me encantan. Muchas veces he ido a los tatuadores y les he dicho que me hagan lo que quieran. Les considero artistas.
*Entrevista originalmente publicada en el número 50 de Vis-à-Vis. Pide tu ejemplar en papel en tienda.ploimedia.com o descarga la edición digital interactiva para iOS o Android.