Si todavía no has oído hablar de él es que estás muy out estos días. El fallecido multimillonario Jeffrey Epstein es el hombre de la semana tras el polémico estreno de ‘Jeffrey Epstein: Asquerosamente rico’, una miniserie documental de Netflix que da cuenta de la red de pederastia que el financiero creó en Estados Unidos y Europa y de la que formaron parte las élites políticas y económicas. Pero, para mas inri, el grupo de hackers Anonymous amenaza con una lista de nombres vinculados a la red de trata de menores de Epstein y apunta al presidente Donald Trump como miembro destacado de ella. Lo que empezó como un artículo de sociedad sobre un magnate acabó destapando a uno de los máximos depredadores de los tiempos del #MeToo solo equiparable a su íntimo colega, Harvey Wenstein. Pero, ¿hasta qué punto llegó la estremecedora trama pederasta del americano?
El origen de la fortuna del empresario es tan misterioso como su propia figura en sí. Aunque comenzó su carrera profesional como profesor de secundaría, decía ser un gestor de dinero para los super ricos y siempre iba rodeado de mujeres muy guapas y jóvenes. Además, usaba sus contactos y amistades influyentes, como los Clinton o el director de la empresa matriz de Victoria’s Secret, Lex Wexner, para cerrar lucrativos acuerdos y tener un nivel de vida sorprendentemente alto. Pero, como refleja la producción de Netflix, el trabajo que le abrió las puertas de las altas esferas fue en el banco de inversiones Bear Stearns. Eso sí, ya en aquellos tiempos el neoyorquino apuntaba maneras en esto de los engaños y mintió en su currículum para conseguir el puesto. Tras un tiempo en Bear Stearns, terminó fundando su propia firma: J. Epstein & Co.
Durante el proceso judicial se identificó a 36 adolescentes que habían sufrido su acoso
En 2003, la revista Vanity Fair encargó a la periodista Vicky Ward realizar un perfil sobre uno de los financieros más populares de la sociedad estadounidense. Lo que nadie imaginaba es que este artículo pondría el foco en las hermanas María y Annie Farmer, dos jóvenes que sufrieron abusos sexuales por parte del magnate y su pareja y cómplice, Ghislaine Maxwell. Sí, el millonario con aires de gran Gatsby que se codeaba con políticos y empresarios como Bill Clinton y Donald Trump escondía una faceta oscura vinculada a la prostitución de jóvenes, muchas de ellas menores de edad.
Sin embargo, pese a que las dos jóvenes se prestaron a declarar para el artículo, en el perfil de Ward no hubo ni rastro de tales acusaciones. Algunos dicen que el editor, Graydon Carter, recibió una bala y la cabeza cortada de un gato en la entrada de su casa; otros, que todo fue por un cuantioso soborno. Sea como fuere, lo cierto es que Epstein logró silenciar las habladurías sobre su pederastia, al menos, durante un par de años. En 2005, la policía de Palm Beach comenzó a investigarlo después de que un padre le denunciara por acosar a su hija de 14 años y tentarla a la prostitución. Durante el proceso judicial se identificó a 36 adolescentes que habían sufrido su acoso. Sin embargo, Alan Dershowitz, un abogado de alto perfil y vinculado a la red pederasta de Epstein, logró que la condena pasara de una más que posible cadena perpetua a solo 13 meses de prisión con seis días de trabajo semanales. Gracias a esta endeble pena, pudo seguir violando hasta su segundo arresto en 2019.
Los abusos de Epstein, en los peores casos, acababan en violaciones, algunas grupales
La forma de proceder de este proxeneta de menores siempre solía ser la misma. Buscaba chicas jóvenes, en muchos casos de ambientes humildes o marginales o que ya habían sido víctimas de abusos, y las engatusaba con regalos o con el pago de estudios. Otra veces, directamente, les pagaba por ir a su casa y darle masajes. Una vez ya tenía a las niñas en su terreno, empezaban las proposiciones. Del masaje pasaban a tocamientos y, en los peores casos, acababan en violaciones, algunas de ellas, grupales. Su pareja, que nunca fue juzgada y que ahora se encuentra en paradero desconocido, Ghislaine Maxwell, muchas veces hacía de intermediaria, según algunas de las víctimas, y muchos la acusan de conseguir jóvenes para la red de explotación.
Para ello, esta británica, hija del multimillonario Robert Maxwell, cruzaba a la parte más empobrecida de Palm Beach, separada de la zona rica por tan solo por una autopista. Una vez en estos suburbios, Maxwell seleccionaba a las que serían las próximas víctimas del pederasta. Aunque ella siempre negó las acusaciones, muchas víctimas coinciden en que les ofrecía 200 dólares por pasar a la parte “buena” y dar masajes allí. En su mansión de Florida, la pareja tenía saunas y salas con camillas preparadas para cometer los abusos. Además, algo que recuerdan con nitidez las víctimas era un cuarto recubierto de inquietantes pinturas y fotografías de menores desnudas.
Un paraíso para los horrores
Pero si algo encarna a la perfección todo el poder disuasor y la brutalidad de Epstein es el entramado que construyó expresamente para sus violaciones y vejaciones. La isla de Little St James, un pequeño terreno en mitad del Caribe que el financiero adquirió en 1998, terminó convirtiendo en centro de reunión para él y sus depravados clientes. Este terreno abrupto y escarpado de 300 hectáreas pasó a ser el lugar de operaciones de Epstein y sus compañeros de fechorías donde tenían de todo para sus perversiones. Además de una imponente mansión con todo tipo de lujos, el lugar también tenía su propio centro comercial y un extenso equipo de seguridad que se encargaba de alejar a las miradas curiosas y de intimidar a las víctimas. De hecho, el documental cuenta con el desgarrador testimonio de Steve Scully, un ex empleado de Epstein que gestionaba la secreta red privada de telecomunicaciones en la isla y que en más de una ocasión presenció las orgías.
Los lugareños se referían a Little St James como “la isla de los pederastas”
Aunque Epstein se empeñaba en instaurar un secretismo férreo mediante el acoso y la intimidación, lo cierto es que no era tan discreto como quería aparentar. Mucho antes de que su detención en 2019 iniciara las investigaciones en la isla, los lugareños ya se referían a ella como “la isla de los pederastas”. Incluso el cantante Kurt Cobain, supuestamente, habló de la isla en un vídeo que ha comenzado a circular tras las acusaciones de Anonymous. Los invitados del pederasta debían tomar un jet, que según algunas fuentes se llamaba Lolita Express, que los recogía en St. Thomas para luego tomar un helicóptero que los dejaba en el centro de la propiedad del multimillonario.
Una de las víctimas que pasaron por la isla fue Sarah Ransome. Esta joven, tras ser violada tres veces en un mismo día, decidió lanzarse al mar pese a los tiburones, aunque la seguridad de la isla la detuvo antes de que escapara. Virginia Roberts Giuffre fue otra de las chicas que vio su vida hecha un infierno tras terminar en la isla. El cebo para ir manipulándola y metiéndola en esa red pedófila fue el mismo que usaba con otras muchas: acercarse a ella y pagarle por un masaje. En su caso, según cuenta ella misma, fue obligada a tener relaciones con el príncipe Andrés. Algo que desde el Palacio de Buckingham han corrido a desmentir, aunque, paradójicamente, se ha decidido retirar al hijo de la reina Isabel II de los actos públicos al salir a la luz unos emails en los que el Duque de York pide ayuda a Ghislaine Maxwell.
Los trabajadores de la isla debían firmar contratos de confidencialidad
Y, teniendo en cuenta que la isla era además un paraíso fiscal para el empresario, el silencio entre los empleados era fundamental. Por ello, todos los trabajadores de la isla debían firmar contratos de confidencialidad y nunca se acercaban a sus famosos invitados, aunque algunos han asegurado haber visto al príncipe Andrés y a Bill Clinton. Pero todo esto no solo lo logró no con el beneplácito de sus poderosos compinches, la impunidad que su dinero le garantizaba y la ayuda de Ghislaine Maxwell. Epstein creo un engranaje piramidal en el que a muchas de las víctimas les pagaba más si conseguían traer a otras amigas. Teniendo en cuenta que el grueso de las jóvenes habían sufrido abusos y violaciones previas, vivían en entornos desfavorables e, incluso, no tenían familia, Epstein tenía garantizado el éxito en sus fechorías.
Anonymous y la sombra de la duda
Pero ni todo el dinero del mundo ni sus influyentes contactos pudieron evitar que la era del #MeToo y la condena a su amigo Harvey Weinstein alcanzaran al todopoderoso financiero. Muchas de las víctimas volvieron a alzar la voz y Epstein fue arrestado el 6 de julio de 2019 por cargos federales por tráfico de menores en Florida y Nueva York. Aunque su estancia en el Centro Correccional Metropolitano de Manhattan, conocido como el Guantánamo de Nueva York, fue breve. El 10 de agosto de 2019, el magnate aparecía ahorcado en su celda de máxima seguridad. Ninguno de sus célebres colegas lloró su pérdida ni sacó la cara por él. Nadie quería resultar salpicado de tremendas acusaciones. Pero lo que sí causó su muerte fue un gran revuelo entre las víctimas que ya no tendrían justicia y un montón de teorías conspiratorias entorno a su suicidio. Algo que el grupo Anonymous ha avivado en los últimos días.
El extraño suicidio del empresario levantó muchas sospechas en varios medios de comunicación como la CBS. Y es que, para ser una cárcel de alta seguridad, es cierto que hubo demasiados fallos que propiciaron el ahorcamiento. Guardias durmiendo en sus horas de trabajo, cámaras de vigilancia rotas y algunas cintas de grabación borradas de manera accidental fueron los principales motivos de que un grueso de la ciudadanía no se creyeran la teoría del suicidio. ¿Mataron al empresario para que, una vez en prisión, no pudiera señalar a todos los políticos y empresarios que formaron parte de su red pederasta? Esto es lo que defendió desde su cuenta de Twitter el grupo de hackers. Según Anonymous, Donald e Ivanka Trump junto a otros políticos importantes habrían querido matar a Epstein para silenciarlo y evitar que transcendiera la participación del presidente estadounidense en la trama.
Pero la cosa no termina ahí. Otros famosos como la modelo Naomi Campbell o el cantante Mick Jagger también han sido señalados por la organización. Estos son solo algunos de los nombres que aparecen en el documento de 91 páginas que filtró el grupo activista bajo el nombre de ‘El Pequeño Libro Negro de Jeffrey Epstein’. Alec Baldwin, Kevin Spacey y el presentador de la BBC Chris Evans son otros de los supuestos implicados. Además, Anonymous reveló que la muerte de Michael Jackson, Kurt Cobain y otros famosos fueron asesinatos perpetrados para encubrir la red de Epstein, ya que, supuestamente, iban a desvelarlo. De hecho, hasta se filtró un supuesto audio del cantante de Thriller donde pocos días antes de su muerte decía temer por su vida. Lo que sí está claro es que la muerte de Epstein no significa justicia para las víctimas que siguen queriendo destapar todo lo ocurrido y que, con documentales como el de Netflix, logran, por fin, ser escuchadas.