Se trata del Museo del Arte Malo (MOBA, Museum of Bad Art). Su peculiar colección cuenta con 600 piezas de arte elegidas “rigurosamente” de entre las más feas. Dibujos de figuras humanas deformes, perritos horrendos, recreaciones de mentes retorcidas y muchas joyas más que, si las observara Renoir, seguramente soltaría una sórdida carcajada. Sin embargo, el MOBA se lo toma muy en serio a la hora de refugiar y exponer las muestras fallidas de arte.
La idea surgió en 1994 cuando el comerciante de antigüedades Scott Wilson encontró un cuadro de dudoso gusto en la basura llamado Lucy en el campo de flores. Entonces, él y su amigo Jerry Reilly comenzaron a contribuir con su mal arte y así creció la colección. En un principio las obras fueron mostradas en el sótano de una casa privada en Boston (Estados Unidos), pero hoy en día el museo cuenta con tres sedes en Massachusetts: el Teatro Somerville y dos galerías en Brookline y South Weymouth. La entrada es completamente gratis y, sin duda, será una experiencia nueva si ya estás cansado de ver la perfección de las exposiciones de museos como el Louvre.
En un principio las obras fueron mostradas en el sótano de una casa privada en Boston, pero hoy en día el museo cuenta con tres sedes en Massachusetts
En este santuario de lo bizarro se encuentran expuestas, aproximadamente, 60 obras que van rotando por sus galerías para que los visitantes puedan observar distintas expresiones del arte que no resultaron como las de Dalí. La custodia está a cargo de Michael Frank, un músico profesional con una envidiable habilidad para la torsión de globos y con un exquisito gusto por las desatinadas pinceladas de artistas amateur. Las piezas son donaciones de personas de todo el mundo, algunas compradas o intercambiadas por la cofundadora Louise Sacco. Para que tengan cabida en este recinto de lo horrendo es necesario que el error en la obra de arte sea involuntario.
Para que tengan cabida en este recinto de lo horrendo es necesario que el error en la obra de arte sea involuntario
Las técnicas que se emplean son variadas, desde óleo sobre lienzo –como es el caso de El tío Phil de Eileen–, pasando por el acrílico –como el autorretrato de una mujer que se pintó cual ‘Pitufo’ en azul celeste–, y hasta con lápices de colores. La mayoría son anónimas; ya sabes, la humildad de los “grandes” artistas. Así que, si piensas que nunca lograrás pintar un Goya ni nada digno de ser expuesto en una galería de arte, no desistas. Tu creación al menos tendrá un lugar en el MOBA, el lugar donde las pinturas son demasiado nefastas como para no ser reconocidas.
*Artículo originalmente publicado en el número 50 de Vis-à-Vis. Pide tu ejemplar en papel en tienda.ploimedia.com o descarga la edición digital interactiva para iOS o Android.