Hay algo que es indiscutible: el espacio que Costa Rica ocupa en el mundo –apenas 51.100 kilómetros cuadrados– es inversamente proporcional a la biodiversidad que atesora. El país tico sobresale por su apabullante naturaleza, por lo que no es de extrañar que sea uno de los lugares más sostenibles del planeta. A continuación, te vamos a hablar de cuatro rincones costarricenses que tienes poner ya en tu radar de cara a tus próximas vacaciones –sean cuando sean–.
1. Golfito: el ecoturismo más dulce
Arrancamos este recorrido en la ciudad portuaria más al sur del país y una de las que conforma el conocido como Golfo Dulce. Una zona costera a tener en cuenta para los apasionados del surf, la pesca deportiva, los eco-lodges y las bananas. Empezamos.
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Si tienes la oportunidad de hacer esta actividad, no harás una foto, sino miles. La abundante vida marina del Golfito y la tranquilidad y calidez de sus aguas hace de la observación de cetáceos uno de sus grandes atractivos. El mejor mes para verlos es septiembre.
El rincón más especial
Muy cerca de la bahía del Golfito, en la Península de Osa, se encuentra el Parque Nacional Corcovado, donde se haya el 2,5% de la biodiversidad del planeta. Su paisaje silvestre se compone de centenares de especies de árboles, mamíferos y aves, además de 40 especies de peces agua dulce y cuatro especies de tortugas marinas. Las caminatas por sus senderos te enseñarán lo que es la pura vida.
En busca de aventura
Si eres ‘surfero’ ya sabrás que estás en el lugar indicado para dar rienda suelta a tu pasión; y si no te has subido a una tabla en tu vida, solo podemos decirte una cosa: ¿a qué estás esperando? Puedes practicar surf & kite surfing en la Playa Matapalo de Puerto Jiménez y Playa Pavones de Golfito, donde confluye la segunda ola izquierda más larga del mundo.
El bocado perfecto
A veces lo más sencillo es lo más bueno, también cuando hablamos de gastronomía. ¿Y cuál es el producto estrella de Golfito? Pues las bananas, claro. Además, las antiguas casas de la Compañía Bananera que durante años cultivaron esta fruta destacan por su bello estilo arquitectónico, por lo que merece la pena acercarse a verlas.
2. Turrialba: agua y fuego
Ubicada en las tierras altas de la provincia de Cartago, esta ciudad se distingue por la combinación de atractivos naturales y culturales que hacen que su oferta turística sea muy amplia. Desde descubrir asentamientos indígenas o el volcán más activo de Costa Rica a hacer aventura extrema. La decisión es solo tuya.
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Sin duda, tiene que ser la que consigas hacer durante tu visita al imponente volcán Turrialba, a una altitud de 3.340 metros. Y no solo impresiona por su orografía, sino también por su actividad, ya que su último ciclo eruptivo se inició en 2014. Desde entonces, ha presentado numerosas erupciones de cenizas, gases y material incandescente. Turismo on fire.
El rincón más especial
Debido a su cercanía con restos de asentamientos indígenas de gran relevancia, Turrialba también cuenta con la declaración de ciudad de Interés Arqueológico Nacional. Uno de esos vestigios que debes conocer es el Monumento Nacional Guayabo, declarado Patrimonio Mundial de la Ingeniería el 24 de abril de 2009.
En busca de aventura
Si lo que necesitas es algo más adrenalítico, atrévete a hacer rafting por el río Pacuare, considerado como un de los ríos más hermosos del mundo para practicar este deporte. También puedes probar con el barranquismo o canopy y descender por cataratas y por frondosos árboles mediante cuerdas; atravesar puentes colgantes; o hacer tirolina. Tienes donde elegir.
El bocado perfecto
Toca reponer fuerzas y, estando en la cuna del queso, no te puedes ir sin probarlo. El cantón de Turrialba es nacionalmente conocido por un queso fresco de sabor delicado producido en Santa Cruz, un pueblo rural enclavado en las faldas del volcán en el que hay más de 250 fincas queseras.
3. Los Santos: entre quetzales y buen café
En esta amplia zona del centro del país podemos ir del bosque más frondoso a la montaña más alta pasando por valles, cataratas y plantaciones de café o frutas. Y es que los Santos se extiende por los cantones de Dota, Tarrazú y León Cortés, en la provincia de San José, siendo un destino particularmente importante para la observación y la fotografía de aves. Prepara tu cámara porque la vas a necesitar.
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No puede ser otra que la del quetzal, un tipo de ave ave tropical con un característico plumaje verde y rojo. Puedes ir en su busca en puntos como San Gerardo de Dota o el Parque Nacional Los Quetzales. Una pista: los quetzales duermen en las tierras bajas y se trasladan a las tierras altas en busca de comida temprano en la mañana.
El rincón más especial
Nos quedamos con la catarata del río Savegre, situada en el pueblo de San Gerardo de Dota. Además, este río es uno de los más limpios de Costa Rica y su cuenta fue declara por la UNESCO como Reserva de la Biosfera en 2017.
En busca de aventura
Hay otra forma de conocer Los Santos y es desde las alturas. Si te gusta disfrutar de la flora y la fauna, y no tienes vértigo, en el mismo Parque Nacional Los Quetzales encontrarás el recorrido perfecto: el sendero Zeledonia, que mide 480 metros, de los cuales 130 son pasos elevados y gradas en material metálico. No te olvides de meter en la maleta las zapatillas de trekking.
El bocado perfecto
En este caso, más bien, hablamos del trago perfecto, que no es otro que el de su café con denominación de origen. El Tarrazú es cultivado entre los 1200 y los 1700 metros de altitud y se produce en fincas que conforman la seña de identidad rural y cultural de este destino. Un café arábico de sabor intenso, dulce y con ligera acidez. Disfruta de tu momento gourmet.
4. Sarapiquí: poderío tropical
En el norte de Costa Rica tenemos este precioso cantón de la provincia de Heredia al que da nombre el Río Sarapiquí, que fue la primera vía de transporte entre el país centroamericano y Europa. Un refugio para entusiastas de la naturaleza que quieran conectar al máximo con el bosque tropical.
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Teniendo lugares como el Parque Nacional Braulio Carrillo o la Estación Biológica la Selva la elección es difícil, pero es que la majestuosidad de las cinco Cataratas de La Paz (Templo, Magia Blanca, Encantada, Escondida y La Paz) te va a dejar sin palabras. Eso sí, para llegar hasta ellas vas a tener que andar, ya que se encuentran en un frondoso bosque lleno de árboles y helechos. Con una altura de 37 metros, la que da nombre al complejo es la más grande.
El rincón más especial
El frenético ritmo de Sarapiquí te dejará exhausto, así que debes asegurarte de elegir bien tu lugar de descanso. En este sentido, La Quinta Sarapiqui Lodge tiene todo lo que necesitas. Construido en una antigua granja de ganado, este albergue ecológico se esfuerza en coexistir en armonía con su entorno a la vez que permite a sus huéspedes disfrutar de él.
En busca de aventura
Gracias a los 84 kilómetros de longitud del Río Sarapiquí, que además cuenta con multitud de afluentes, practicar deportes como el remo o el rafting será una auténtica gozada. Lo que te espera es un emocionante descenso durante el cual podrás contemplar la exuberancia de la selva circundante.
El bocado perfecto
El cantón de Sarapiquí es conocido por la diversidad de productos hortícolas que se cultivan, principalmente tubérculos, pimienta y piña, pero también tiene su parte dulce. De ahí que otra de las actividades que puedas hacer en la zona sea visitar plantaciones de cacao y descubrir los secretos del alimento de los dioses.