Aunque no alcanza la cuarentena, Nacho Carretero (A Coruña, 1981) rezuma ese periodismo de antaño, el de la vieja escuela de maestros como Gay Talese o Truman Capote. Sabe que la labor de un reportero es aterrizar en una historia para observarla y comprenderla, escarbar hasta llegar a la raíz del tema y poder contarlo de forma atractiva. Su primer libro sobre el narcotráfico gallego fue todo un éxito. ‘Fariña’ acaparó la atención de todos cuando la jueza Alejandra Fontana ordenó su secuestro, aunque ya hubiera vendido 40.000 ejemplares y la serie sobre el mismo estuviera en marcha. Ahora, ‘En el corredor de la muerte’ nos trae la historia de Pablo Ibar, el español que lleva 24 años entre rejas y ha pasado 16 en el corredor de la muerte de Florida.
Muchos países crean novelas que explotan capítulos oscuros de su historia, por ejemplo, Italia con la mafia. ¿España lo hace o prefiere mirar a otro lado?
Se empieza a hacer lo mismo pero durante demasiado tiempo, más que mirar a otro lado, no supo poner en valor periodístico o cultural la cantidad de capítulos oscuros y de situaciones que dan mucho juego periodístico y de ficción de nuestras propias miserias.
En Estados Unidos o en Latinoamérica han desarrollado un periodismo más narrativo. ¿Es este un periodismo que no se ha explotado tanto aquí?
Siempre hubo quien lo hizo, pero es verdad que ha sido más minoritario y reservado a grandes firmas. De un tiempo a esta parte, se está democratizando más y se está generalizando un periodismo más narrativo, con más licencias literarias. El periodismo en España está siguiendo la senda de otros lugares como Latinoamérica y soltando un poco los corsés y los límites que se había autoimpuesto en sus formatos. Ahora hay un periodismo más flexible que conecta con otros campos como la ficción y eso es muy positivo para la comunicación en general.
¿Qué es lo más complicado de relatar historias como ‘Fariña’ o ‘En el corredor de la muerte’?
Desde luego lo más importante es no olvidar que es periodismo y mantener la rigurosidad y la veracidad. Aunque uno se permita darle una forma más novelesca para que el lector avance mejor por el texto, siempre hay que contrastar todo. Estás hablando de historias y personas reales que pueden verse afectadas por lo que estás escribiendo y por tanto siempre hay que mantener la rigurosidad.
“Hoy el narcotráfico en Galicia sigue presente, pero es más difícil de ver”
Al tratar una temática criminal, ¿en algún momento has recibido presiones o has tenido miedo?
No, nunca he recibido ninguna amenaza ni presión. Es verdad que cuando escribes con nombres y apellidos sobre personas que están activas en una actividad criminal te pasan cosas por la cabeza. Sin embargo, no he recibido ningún tipo de represalia más allá de la que todos conocemos y que vino desde el tribunal.
En una entrevista, el alcalde de O Grove dijo que si tuviera un revolver te pegaría un tiro. ¿Cómo se vive una amenaza pública?
Interpreto eso más como una fanfarronada propia de quien quiere llamar la atención que como una amenaza –ríe–.
¿Crees que el hecho de que secuestraran ‘Fariña’ le dio más publicidad y lo acercó más al público general?
Indudablemente, pero una cosa no quita la otra. Es verdad que fue algo muy desagradable y es muy frustrante que prohíban tu trabajo, pero eso hizo que el libro fuera conocido por más gente. Pero me gusta señalar que el libro antes de ser secuestrado ya llevaba más de 40.000 ejemplares vendidos y la serie de televisión ya estaba hecha. Hubo una campaña de marketing involuntaria pero que ni buscábamos ni el libro necesitaba.
¿Cómo es el narcotráfico que se vive hoy en Galicia?
Hoy el narcotráfico en Galicia sigue muy presente, pero es más difícil de ver. Antes los narcotraficantes no ocultaban su condición porque eran tolerados socialmente y no eran molestados por las autoridades ni las fuerzas políticas. Hoy sigue, pero se han dado cuenta de que la discreción es muy importante y, por tanto, es más difícil de ver.
Camino al cadalso
¿Qué es lo que más te atrae de la historia de Pablo Ibar?
Es una historia casi novelesca y eso como periodista me llama mucho la atención. Me parece una historia digna de contar y digna de ser leída y, más allá de eso, también me parece una historia que invita a la reflexión sobre la libertad, la justicia y la pena de muerte. Es la típica historia que de lo concreto, que atrapa al lector, se habla de lo universal que invita al debate.
Lo has entrevistado en persona en dos ocasiones. ¿Cómo lo definirías en las cortas distancias?
Llama la atención que una persona que lleva la mitad de su vida encerrada y luchando porque no la ejecuten tenga un discurso tan lúcido y coherente. Lo que destacaría de entre todas las cualidades de Pablo es una fuerza mental que su familia dice que ya tenía antes y que ha puesto a funcionar en una situación tan extrema.
“Cuando un inocente sale del corredor de la muerte se genera una turbulencia, por eso es tan difícil salir”
En 2016 el Tribunal Supremo de Florida decretó que el juicio no fue justo por la defensa que había tenido. ¿La justicia en Estados Unidos solo es para los ricos?
Bueno, cada Estado tiene su sistema. Indudablemente, Pablo es un ejemplo de que sin dinero no puedes acudir a un buen abogado y para recurrir necesitas un buen abogado porque salir del corredor de la muerte es extremadamente complicado. El abogado de Pablo cuesta 1.100.000 euros que es un precio además bajo para lo que suele ser y, por tanto, si alguien no tiene ese dinero no tiene las mismas opciones de que se haga justicia.
¿Crees que si Pablo queda libre se reabrirá el debate de la pena de muerte en Florida?
Lo desconozco, aunque lo dudo. La pena de muerte en Florida está instaurada con mucho respaldo social y es un estado muy conservador. No sería el primer inocente que saldría del corredor de la muerte, aunque es verdad que siempre que un inocente sale se genera una turbulencia y se reabre el debate. Por eso, es tan difícil que una persona salga del corredor de la muerte.
Ahora que ya no está en el corredor de la muerte, ¿su día a día ha mejorado?
Ahora tiene unas condiciones muy duras. En la prisión no puede ver a su familia ni reunirse con ellos y tiene que hacerlo a través de videoconferencias, mientras que en el corredor de la muerte podía estar con su familia una vez a la semana durante una mañana. Aunque la situación es mejor porque supone un alivio saber que se va a repetir el juicio y salir del corredor, las condiciones del día a día son más duras para él.
¿Te ha dicho qué piensa hacer si queda en libertad?
Él siempre dice que quiere irse de Florida porque le tiene miedo al sistema y no se fía de él. Quiere venirse a España, pero de momento su única preocupación es escuchar “no culpable” y poder decidir qué hace con lo que le resta de vida.
Has conocido, además, a la familia de Pablo. ¿Te consideras emocionalmente implicado en este caso?
Sí, indudablemente. Cuando tú estás tanto tiempo cerca de una historia, intercambiando opiniones con una familia como la de Pablo que tienen unos valores y un corazón enormes pues te vinculas. Es inevitable y muy humano. Pero yo en el libro intento que esa vinculación no se vea reflejada y ser un narrador aséptico que expone unos hechos para que el lector saque sus conclusiones.
Bambú, la productora de ‘Fariña’, ya ha comprado los derechos de este libro para una nueva serie. ¿A qué actores te gustaría ver en el proyecto?
Es muy pronto para hablar de eso. Yo de momento estoy feliz con que Bambú haya comprado los derechos y, a partir de ahí, lo que decidan bien decidido estará porque solo hay que ver el precedente de ‘Fariña’ para ver la buena serie que hicieron.
¿Tienes ya tema para tu próximo libro?
La verdad es que no. Sí que tengo ideas y proyectos pero ninguna está en marcha. De momento estoy más centrado en el proyecto de la serie de Pablo y en la promoción del libro que en un nuevo proyecto.
Frente al espejo
Como buen periodista, Nacho no pudo resistirse a hacerse algunas preguntas él mismo. Al fin y al cabo, el periodismo siempre tira.
¿Qué libro te convirtió en periodista?
Uno es imposible de decir, pero cuando empecé a leer a Tom Wolfe o Hunter S. Thompson comencé a ver el periodismo de una manera más emocional y fantasiosa. Vi que ser periodista iba mucho más allá de lo que en principio creía cuando empecé a trabajar de joven. Diría que ese estilo de nuevo periodismo me cambió la forma de verlo.
¿El reporterismo es ser turista en una historia ajena?
De alguna manera. Digamos que hay turistas muy observadores y esos serían el prototipo de reportero. Un reportero es alguien que aterriza en una historia y debe observar y atender al 100% para comprender lo que está viendo y después explicarlo de la mejor manera posible.
En nombre de la rigurosidad periodística, ¿te permitirías adornar narrativamente una buena historia?
Mientras no se falte a la verdad y al rigor periodístico, soy favorable a jugar con el lenguaje y la narrativa para romper con los cánones que siempre nos han dicho que tiene que tener el texto periodístico.
Parafraseando un verso de Ezra Pound, ¿la vanidad en un periodista hay que humillarla?
No sé si tanto como humillarla –ríe–, pero desde luego los egos hay que tenerlos bajo control. Cada vez más, los periodistas somos demasiados protagonistas y con las redes sociales hay periodistas que son más famosos ellos mismos que su trabajo. No está de más mantener los egos en su sitio y poner el esfuerzo en el trabajo.