¿Cuántas veces has pedido un plato maravillado por la fotografía del menú y luego has descubierto que cualquier parecido con la realidad era pura coincidencia? La hostelería, la publicidad y las cadenas de supermercados recurren a infinidad de trucos para conseguir imágenes que aviven la gula de los consumidores. Pero en Japón van un paso más allá y crean falsificaciones perfectas de sus platos, una auténtica fake food.
Este arte se denomina Sampuru –del inglés sample– y es uno de los principales reclamos turísticos de Japón. En las zonas comerciales de Tokio se pueden encontrar reproducciones en resina o plástico de recetas niponas en la mayoría de los escaparates de restaurantes. “Por lo menos se necesitan cinco años de formación para ser diestro en la realización de esta fake food hecha a mano. Sin embargo, la mayoría de artistas estudian más de siete para ser considerados artesanos experimentados”, indica Justin Hanus, director ejecutivo de la empresa Fake Food Japan, radicada en Osaka.
El trabajo es totalmente artesanal y está bien pagado. Un plato con tres bolas de arroz en Fake Food Japan cuesta 60 euros y una ración grande de sushi falso 447. Aunque se venden modelos ya fabricados, muchos restaurantes realizan encargos personalizados para que el parecido con lo que ofertan en su carta sea aún mayor. “El tiempo requerido para un pedido, si la fábrica no tiene mucha demanda, es de entre una y dos semanas, pero normalmente suele tardar un mes y, a veces, hasta dos”, añade Hanus. Los platos falsos se hacen mediante moldes de silicona de alimentos frescos. Tras reposar uno o dos días, las piezas son rellenadas de ‘plastisol’, coloreadas y pintadas al detalle.
Kappabashi es la mejor zona de Tokio para conocer el Sampuru. Esta calle comercial tiene una de las mayores concentraciones de fabricantes del mundo, por lo que muchas personas se refieren a ella como ‘Kitchen Town’ –la ciudad cocina–. Algunas tiendas, como Maiduru o Ganso Sample, venden kits con instrucciones para hacer Sampuru en casa. Hay desde noodles y arroz tres delicias hasta pizza, copas de helado y hamburguesas con patatas y refresco.
Copia y pega
La ciudad de Gujo, a unos 400 kilómetros de Tokio, fue el semillero de esta tradición que arraigó con fuerza en la cultura nipona. A principio del siglo XX, el comercio japonés comenzó una apertura a Occidente que provocó la importación de nuevos alimentos que había que dar a conocer a los consumidores locales. En ese período, la fotografía en color no estaba muy desarrollada, así que un empresario llamado Takizo Iwasaki tuvo la idea de elaborar réplicas en cera de esos productos –para resistir el calor, actualmente suelen hacerse con ‘policloruro ‘de vinilo, mucho más duradero–. Fue así como, en 1932, fundó Iwasaki be-I, uno de los mayores fabricantes de alimentos falsos de Japón. Su primera creación fue la tortilla de arroz.
Gujo, donde está la sede de la empresa de Iwasaki, continúa siendo la capital de la comida falsa. Produce el 80% de la toda la fabricación mundial. “La industria japonesa de fake food está valorada en más de 92’6 millones de euros. Los restaurantes asiáticos, principalmente de Japón, Corea del Sur, Hong Kong y Singapur, tienden a incorporar más alimentos falsos en su comercialización que Europa y Estados Unidos”, explica Hanus.
Hoy en día, esta gastronomía plástica no se usa para dar a conocer los productos europeos a los japoneses, sino para todo lo contrario. Con la creciente afluencia de turistas occidentales, el Sampuru se ha convertido en algo imprescindible para la hostelería japonesa. Además, los restaurantes se comprometen a que el plato servido sea lo más parecido posible al recreado en el escaparate. Eso, claro está, habrá que comprobarlo.
*Artículo originalmente publicado en el número 50 de Vis-à-Vis. Pide tu ejemplar en papel en tienda.ploimedia.com o descarga la edición digital interactiva para iOS o Android.