Así viví la odisea del primer día de Mad Cool 2018

Lo ocurrido en la primera jornada desvirtúa la calidad musical que define a la tercera edición del mayor festival de España.

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No hay Mad Cool sin polémica. La experiencia personal vivida ayer no es más que una muestra del sentimiento generalizado de indignación que se palpó en el recinto y que sigue latente aún hoy en las redes sociales. Haciendo gala de un respeto absoluto por aquellas personas que encabezan y diseñan un festival de esta talla, es preciso valorar el trabajo realizado para juntar a artistas inconmensurables como los que durante estos tres días van a pasar por el espacio Mad Cool. Pero la calidad escénica y musical se desvirtúa cuando el público no es capaz de disfrutarla, escucharla y bailarla. Y no podían porque estaban soportando colas kilométricas bajo el sol mientras observaban ojipláticos como nadie hacía nada.

Colas para todo

Mi experiencia personal comenzó en el parking VIP habilitado en Feria de Madrid (Ifema). Parking previamente reservado, por lo que la organización debería saber con precisión la cantidad de coches que tenían que entrar por ese acceso. Rozando ya las 19:30 horas, la entrada al aparcamiento se presentaba complicada: pitidos de cláxones, unos cuantos agentes organizando el tráfico y decenas y decenas de vehículos apelotonados y dando vueltas a una rotonda que a ratos parecía el show de Benny Hill. La sorpresa llegó cuando, al acceder al parking, uno se percata de que no estaba completo del todo. Entonces, ¿a qué venía el caos en el acceso al aparcamiento?

Al bajar del coche, tuve el primer contacto con aquello que la RAE define como “hilera de personas que esperan turno”. La cola. Tal es el protagonismo adquirido, que algunos ya definen al festival madrileño como Mad Coolas. Miles de personas formando una línea sinuosa con la punta de lanza apuntando al recinto de Mad Cool, que este año cambiaba la Caja Mágica (su casa las dos primeras ediciones) para trasladarse a un terreno en Valdebebas de más de 100.000 metros cuadrados. Pasada media hora y habiendo avanzado apenas unos metros, el ambiente empezaba a caldearse y no por los más de 30 grados que había que soportar, que también, influía más la indignación acumulada por unos asistentes que observaban que el primer nivel de acceso custodiado por sólo dos agentes de policía no dejaba que la gente avanzara. ¿Por qué? Por esto:

Miles de personas atascadas en el paso al túnel que va por debajo de la M-11 y que desemboca del lado del recinto. Una ratonera que tardaron más de dos horas en solucionar. La organización ha confirmado hoy en un comunicado, en el que dejan para el final las alusiones al problema, que todo el colapso se debió a un problema con la red. La explicación es esta:

“Debido a un problema con la red en todo el recinto, el acceso al Espacio Mad Cool se ha producido con más incidencias de las esperadas en la primera jornada del festival. Lamentamos profundamente las esperas y las largas colas a todos los asistentes. Agradecemos a todo el público la comprensión ante los imprevistos. Estamos seguros de que las dos siguientes jornadas se desarrollarán con total normalidad”.

Cuando el rumor sobre la caída de la red estaba siendo comentado ayer en las innumerables colas que se crearon en torno al recinto, la gente lanzaba la siguiente pregunta: ¿cómo es posible que no se cuente con un sistema a la altura de un evento así sabiendo previamente el número de personas que van? Sin entrar en apreciaciones técnicas, la duda es clamorosa.

Más allá de ese factor externo que elude parte de la responsabilidad, las situaciones de crisis también hay que saber gestionarlas, y en este caso no se hizo. Durante la larga espera de más de dos horas que tuvimos que soportar los allí presentes, no había disponible agua potable, ni baños, ni sanitarios para cualquier asistencia que se requiriera (hay testimonios en las redes sociales que hablan de desmayos).

La funesta experiencia fue el doble de traumática para aquellos que no recibieron la pulsera en su domicilio, ya que para recoger su pase tuvieron que esperar otra hora más de cola.

Más colas

Dos horas después de todo este periplo repleto de challenges, aún quedaba enfrentarse al momento barra. La previsión de 80.000 personas desbordó por completo la “multitud de barras repartidas por todo el recinto” (palabras recogidas en la web de Mad Cool). De hecho, fui testigo de la siguiente conversación entre trabajadores y asistentes cerca de las doce de la noche: “Me acaban de llamar hace media hora para venir a trabajar porque necesitaban refuerzos”. Es decir, la organización improvisó parte de la plantilla porque nadie fue capaz de prever la cantidad de trabajadores necesarios sabiendo la gente que iba a acudir al recinto.

La falta de personal se unía a la falta de formación. Se podía observar cierta inexperiencia a la hora de servir una simple cerveza, por ejemplo. Obviamente, la carga de responsabilidad no puede recaer sobre ellos, teniendo en cuenta que en pasadas ediciones ya denunciaron determinadas prácticas de la organización del festival.

Ubers a precio de sangre de unicornio

Otra de las polémicas que más revuelo ha causado en las redes sociales fue el servicio prestado por la empresa Uber. Uber y Mad Cool anunciaron meses antes de la celebración del festival el lanzamiento de ‘The Ultimate Uber Experience’: “un servicio pionero para que vivas un festival como nunca antes lo habías hecho: sin colas y sin efectivo. Solo necesitarás tu móvil”. Sin embargo, el relumbrón publicitario pronto se ensombreció por la cruda realidad. Decenas de usuarios volcaron su frustración en las redes sociales a través de encendidos mensajes que desmentían las ventajas anunciadas.

Además de los inexistentes accesos exclusivos, algunos asistentes denunciaron también las tarifas prohibitivas, que llegaron a multiplicar por 3 el precio normal del trayecto desde el centro de Madrid al recinto donde se celebra el festival.

La compañía pidió disculpas a los usuarios a través de las redes sociales con el siguiente mensaje:

Menos mal que está la música

Eso sí. Si hay algo que pudo deslumbrar ayer en Mad Cool fue el sonido y los artistas. Actuaciones legendarias como la de Pearl Jam, los hipnóticos Tame Impala, la revelación de grupos como Washed Out, el éxtasis de Post Malone o la excelencia de Justice hicieron olvidar por momentos los problemas de organización. Una caótica jornada que puede suponer un peaje asumible para aquellos que son felices viendo a los grupos de su vida.

Está por ver qué pasará en las dos jornadas que restan de esta tercera edición de Mad Cool, pero es evidente que hay muchas preguntas sin responder (la más importante: ¿se vendieron más entradas de las permitidas para la organización con la que se contaba?), faltan explicaciones y sobran celebraciones.